“La carta como concepto de escritura ha sido sustituida por el WhatsApp”

Entrevista al investigador Francisco Javier Gutiérrez

El investigador Francisco Javier Gutiérrez.
El investigador Francisco Javier Gutiérrez. La Voz
Juan Antonio Cortés
20:04 • 05 may. 2024

Fue el caballo el primer amigo fiel que ayudó a transportar los correos de reyes y nobles. 1765: nace la figura del cartero. En 1779 se crean las caxas, lugares para atender a la gente. Por el sistema de postas llegan los primeros correos a Almería. Principios del siglo XVI (Antonio Sevillano). La ruta 97 iba de Granada a Murcia, con dos postas almerienses: Vélez Rubio y la Venta del Marqués (Chirivel). La ruta 101, de Jaén a Almería, con postas en Fiñana, Doña María, Venta Dalcober y Almería capital. Y la 102, de Almería a Toledo.



Luego llegaría el servicio de Correos (1716). Y ahí cambia la historia. Y la intrahistoria de las ventas, claro, en cuyos lares estaban las postas, hospederías en lugares de paso con sus mesones, tabernas y puestos de aguardiente. Con el Trienio Liberal, asoma Almería como provincia, confirmada en 1833. Aumenta la periodicidad y mejoran las comunicaciones postales, pero el caballo sigue llevando las cartas. En 1856 el sello es ya una obligación –el primero, con la reina Isabel II, de 1850-. Un año después, Almería deja de depender de Granada y se erige en administración principal. Eso sí, de tercera clase. Doce mil reales cobraba el administrador. 1.500, el ordenanza. Y así se escribe la Historia Postal Almeriense (Francisco Javier Gutiérrez Gómiz, IEA). Cartas de amor, de migrantes que se fueron, de hijos en la guerra, de facturas sin pagar, de confidencias y de guiños. Como aquel primer sello dedicado a Abderramán III. El de Alfonso VII. El de Isabel la Católica. O los de Nicolás Salmerón y Alonso y Francisco Villaespesa Martín. De escudos y de postales, matasellos y tarjetas de Navidad. Este 6 de mayo es el Día Mundial de la Filatelia y queremos recordar su legado. 



El Penique Negro (Reino Unido) fue la primera estampilla postal (1º de mayo de 1840).  Antes del sello, ¿cómo se pagaba un envío?



Se hacía una cosa curiosa. Los envíos los pagaba el que los recibía, no el remitente.  



¿Las cartas las pagaba el destinatario?  



Cuando las recibía... Había que acercarse a las oficinas. Allí había una lista, mirabas y comprobabas si había una carta para ti. Se creó la figura del lector de listas porque no todo el mundo sabía leer y escribir. 



Aquello debió de ser una revolución: democratizó el envío de postales y cartas...



La primera revolución fue la unificación de las tarifas, que facilitó la llegada del sello. Y las marcas, que indicaban el lugar de procedencia de la carta. Almería perteneció a las marcas Andalucía Alta y Andalucía Baja. Eran tarifas según el sitio de referencia. 


Usted ha sido jefe de la Oficina de Correos de Almería. ¿Qué cartas y sellos guarda con celo?

Guardo no solo los sellos. Colecciono tarjetas prepagadas, matasellos conmemorativos, postales... Todos tienen su historia. 


El primer sello dedicado a un almeriense fue el de Salmerón. Se hizo en la II República. 

Conmemorando a personajes de la I República. Se hicieron hasta cinco sellos. De 15 y de 50 céntimos. Unos ocho millones de ejemplares tuvo la tirada. 


El sello se convirtió en moneda durante la guerra civil española. 

Se habían hecho experiencias, pero aquí en España se desarrolló por necesidad. Hubo un momento en el que había problemas con el metal y se usaron cartones con el escudo para ponerles el sello. Se convirtieron en monedas de bajo valor en el bando republicano para comprar carne, pan...


1969. Sello de 50 céntimos sobre la Alcazaba. Asoma el turismo...

Fue un sello de Correos dentro de sus series, que se hacían con una intencionalidad. Se buscaba la promoción turística. Digamos que el sello siempre ha sido promoción. 


Pero hacer un sello no era cualquier cosa. Ni lo hacía cualquier persona. 

Los sellos los hacían profesionales grabadores, que eran funcionarios por oposición. Eran verdaderas obras de arte. El grabador cogía una plancha de hierro y realizaba 100 sellos para cada uno de los pliegos. Repetía 100 veces el sello con un punzón y la lupa. 


Castillo de Vélez Blanco: 2,50 pesetas. Cable Inglés, 0,52 euros. Los Millares, 0,29. No son sellos. Es nuestra historia. 

Realmente, el sello permitía difundir el patrimonio a nivel nacional e internacional. Piensa que llegó a haber unos 50 millones de filatélicos. Y no hace tanto, unos 30 o 40 años. 


Flora, fauna, personajes, patrimonio, historia. Eso explica que haya tantos coleccionistas.

Cada uno se ha especializado en áreas determinadas. Conozco gente que colecciona flores. O caballos. Ahora, a través de Internet, es más fácil acceder a colecciones, aunque han subido los precios. 


Aniversarios, efemérides. Qué era una impronta publicitaria... 

Las cartas se matasellaban sencillamente o se podía hacer con una impronta publicitaria. De esa manera, se difundía. Era un medio publicitario. 


¡Cuánto le debemos al caballo, no!  

Fue el elemento básico para el desarrollo postal en el mundo. Los reyes o nobles mandaban a personas a caballo a llevar las cartas. La revolución es cuando nacen las postas, sitios donde descansan los caballos y relevan al correo. 


¿Y con las postas, las posadas: las ventas?

Se genera un sistema en el que, cada equis kilómetros, el caballo y el correo descansaban. Se relacionan las postas con posadas, aunque no siempre fue así. 


Con Internet, las cartas románticas, entre amigos y familias o las postales navideñas... casi han desaparecido. 

Ahora mismo, la carta como concepto de escritura ha sido sustituida por el WhatsApp. En el WhatsApp la información es muy escasa. En la carta, que costaba dinero y tiempo, se pensaba muy bien qué y cómo se escribía. 


Se pagan locuras por algunos sellos. ¿Qué podría costar el sello de la reina Victoria? El One Penny...

No lo sé. La filatelia centrada en el plano económico me gusta menos, pero un sello de Nicolás Salmerón de color rojo valía hace un tiempo unos 2.000 euros. 


Lo que ustedes hacen es preservar a Gutemberg. 

En mi caso, la filatelia es historia, no tiene un fin comercial. Mi intención es que entendamos que nuestra historia sería incompleta sin la aportación de las cartas. 


Sin Correos, alfabetizar hubiera sido más difícil. 

Lo más importante de la filatelia fue que favoreció la alfabetización de la sociedad. Correos hizo una tarifa especial para periódicos. Eso permitió que se extendiera la lectura entre la gente menos formada. 


Hay periódicos que siguen usando el nombre de “correos”...

Porque es una reminiscencia de un viejo sistema para dar información. 


Llegó a ser un medio de comunicación...

Claro, claro. Gente montada a caballo que llevaba información a través de correos. 

 

Volvamos a Almería. ¿Habrá sello del AVE? 

Tendrán que proponerlo. 


¿El próximo?

El próximo será el de Carmen de Burgos. Lo solicité yo a Correos y lo han concedido. Podría ser el 30 de mayo. 


Un día de verano, al caer la tarde, un par de amigos descubrimos una aldea casi abandonada cerca del Cortijo del Marqués, entre Benizalón y Tahal. Husmeando, entramos. Había allí, en un baúl de madera, un haz de cartas con letras azules escritas a mano. Eran las cartas de un hijo a su madre. No te preocupes, le decía. Volveré. El hijo, en las trincheras de la guerra. La madre, en la penumbra del miedo y la nostalgia. Dejamos en su sitio las cartas pensando que, tal vez, aquel hijo sí volvió. Nunca lo supimos. El techo de aquellas paredes se cayó, pero ni el tiempo ni la memoria pudo con el amor filial-maternal. No eran cartas. Era la vida. 


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