Los sótanos del Lido y Play Boy

En 1969 un semisótano de la calle Álvarez de Castro se convirtió en la discoteca Lido

Profesionales de la discoteca Play Boy con el cantante Juan Pardo allá por los primeros años 70.
Profesionales de la discoteca Play Boy con el cantante Juan Pardo allá por los primeros años 70.
Eduardo de Vicente
20:19 • 30 ene. 2024

Estaban cambiando los tiempos. Almería ya no era aquella ciudad de casas bajas, azoteas al sol  y calles estrechas donde todo el mundo se conocía y que parecía vivir ajena a cualquier mudanza. A finales de los años 60 no solo estaban cambiando las costumbres, las formas de relacionarse, el aspecto de las calles y la manera de entender la vida, también estábamos en pleno proceso de transformación de la estética y el alma de nuestra querida ciudad, plasmado en la moda de los grandes bloques de edificios que suponían una nueva forma de vivir y también de hacer negocio para promotores y políticos. 



Los grandes pisos sacaban el máximo rendimiento a unos pocos metros. Construir hacia arriba significaba multiplicar las viviendas y además aprovechar los sótanos y los entresuelos para seguir haciendo negocio.



Los bajos se dejaban para bares y tiendas, mientras que los semisótanos se convirtieron en lugares muy deseados por algunos promotores de salas de baile que vieron la oportunidad de hacer el negocio de sus vidas. Una de las primeras discotecas que se abrieron en la capital nació en el semisótano de un edificio de nueva construcción que se había levantado en una de las esquinas de la calle Álvarez de Castro y la calle Gerona. En septiembre de 1969 el empresario José Moreno Sierra se embarcó en la aventura de montar una discoteca moderna, como las que estaban funcionando con éxito en las grandes ciudades, en pleno centro de Almería, aprovechando un local de 256 metros cuadrados que estaba libre. Quiso que el suyo fuera un proyecto a lo grande, que su discoteca se convirtiera en un lugar de referencia para la juventud de aquella época y no escatimó esfuerzos a la hora de montarla. Puso el proyecto en manos del prestigioso arquitecto Javier Peña y el resultado fue una espléndida sala a la altura de las grandes discotecas de su tiempo. La bautizó con el nombre de Lido, en homenaje al famoso cabaret de París y empezó a funcionar a toda máquina a comienzos de 1970. 



Contaba con una rampa de acceso al local, una habitación dedicada a guardarropas, un salón reservado separado del resto por una celosía, una pista de baile, un bar, un pequeño escenario para organizar actuaciones en directo, una máquina discoteca y aseos. A pesar de que fue uno de los grandes locales de  baile de aquella época, la discoteca Lido no llegó a hacerse vieja y pronto tuvo que cambiar de rumbo. Tal vez el negocio no fue tan rentable como se esperaba y en el verano de 1977 el propietario del local emprendió una importante reforma para transformar la discoteca en lo que entonces se llamó un pub inglés. En septiembre de 1977 abrió sus puertas por primera vez el pub Athos, en aquellas entrañas de la calle Álvarez de Castro donde había reinado la discoteca durante siete temporadas. 



Athos fue uno de los pubes de referencia para la juventud de aquellos años de la Transición. Si a la discoteca Lido se iba principalmente a bailar y a ligar, al pub Athos se iba a escuchar música y a relacionarse. Allí se escuchaban los éxitos del momento antes de que los discos llegaran a las tiendas y allí se ofrecían actuaciones en directo aprovechando el escenario con el que contaba el local. 



En los años ochenta, Athos se adaptó a los nuevos vientos que soplaban con fuerza y colocó  en un sitio principal una pantalla gigante para que la clientela pudiera disfrutar de los vídeos musicales que entonces estaban pegando fuerte entre la juventud.



Otro local de baile que nació en la oscuridad de un entresuelo fue la célebre discoteca Play Boy, un proyecto del año 1971 del empresario Mariano Soriano Lozano, que vio la oportunidad de aprovechar los bajos del Gran Hotel Almería para instalar un local de lujo para la ‘movida’ de la época. Contaba con una superficie de 317 metros cuadrados que no dudó en decorar con los mejores materiales que estaban en el mercado: moquetas, tapicerías y cortinas ignífugas, una pista de baila luminosa que se decía que era de las mejores que se habían montado en España, un espléndido suelo cubierto de moqueta de color rojo y un cielo raso de escayola que aumentaba la iluminación del local. 



El 18 de mayo de 1971 se celebró la bendición del nuevo local en los bajos del Gran Hotel, frente al Parque.

 

Durante años, Play Boy fue uno de los puntos de referencia de la juventud almeriense. Abría todos los días de la semana con dos sesiones diarias. La de tarde, de siete a diez, era para los más jóvenes que  no podían llegar tarde a casa. La sesión de noche, de once a tres de la madrugada, era más de adultos y especialmente para las parejas.


Play Boy fue también la discoteca de los artistas. José Bermúdez, su director, fue un excelente relaciones públicas que aprovechó la proximidad de hotel para atraer a su local a todos los personajes populares que llegaban a la ciudad.Por allí pasó la mítica actriz Maria Schneider, dos años después de haber rodado con Marlon Brando ‘El último tango en París’, que estuvo prohibida en España. 


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