50 años del cierre de ‘El Águila’

El 2 de noviembre de 1973 los grandes almacenes del Paseo empezaban con la liquidación

Los seis hermosos escaparates de ‘El Águila’ en el corazón del Paseo.
Los seis hermosos escaparates de ‘El Águila’ en el corazón del Paseo.
Eduardo de Vicente
20:21 • 01 nov. 2023

Uno de mis primeros recuerdos de la Navidad me lleva a una tarde de invierno cuando mi madre me puso el abrigo nuevo que había heredado de mi hermano mayor para ir a ver los juguetes en los escaparates de las tiendas. Los inviernos empezaban entonces cuando estrenabas el abrigo, aunque no hubiera llegado todavía el frío.



Era una tarde gris de domingo, a esa hora en la que las luces de los escaparates anunciaban la noche, cuando el Paseo se llenaba de matrimonios y de parejas de novios que venían de regreso del cine o salían de una cafetería y antes de regresar a sus casas se entretenían mirando las novedades.



Aquella tarde de abrigo y de papel de melindres en la confitería de la calle Mariana mi madre me llevó a ver los escaparates de Almacenes El Águila. Recuerdo con nitidez la extraordinaria emoción que sentí cuando desde la acera de enfrente vi iluminadas aquellas letras blancas con el nombre del establecimiento que coronaban la fachada, emoción que se multiplicó cuando tuve delante de mis ojos aquellos seis espléndidos escaparates que ese mismo día habían amanecido sembrados de juguetes.



Después del día de la Inmaculada, Almacenes El Águila orientaba el negocio hacia los niños y se transformaba en una juguetería donde se exhibían todos los cachivaches con los que podíamos soñar. Una tomaba conciencia de la Navidad aquella primera tarde delante del escaparate cuando se encontraba con la figuras del portal de Belén que eran novedad ese año, con los nuevos modelos de bicicletas que brillaban como si fueran de oro detrás de los cristales y sobre todo, con aquel tren eléctrico que atravesaba túneles y cruzaba ríos ante nuestros ojos asombrados. No recuerdo haber visto nunca unos balones de reglamento como los que vendía El Águila, ni un fuerte yanqui tan completo, ni un castillo con tantas almenas como el que montaban en el escaparate para que los niños soñáramos con la caras pegadas al cristal.



Nuestros recuerdos más felices de infancia estaban ligados estrechamente a aquel establecimiento del Paseo que inspiró nuestras primeras cartas a los Reyes de Oriente. Por eso, a muchos de nosotros, nos dolió tanto descubrir que aquel pequeño universo se desmoronaba para siempre. El dos de noviembre de 1973, hace ahora medio siglo, la gran tienda del Paseo amaneció con una pancarta siniestra en la que se podía leer: “Cerramos hasta el lunes para preparar total liquidación por cierre”.



Fue la última Navidad de Almacenes El Águila. Ya no trajo grandes novedades ni los juguetes de última generación con los que nos sorprendía cada mes de diciembre. Sus escaparates fueron languideciendo entre anuncios de saldos y gangas. Al verano siguiente cerró definitivamente sus puertas, después de más de sesenta años de historia en nuestra ciudad.



Varias generaciones de almerienses soñaron delante de los escaparates de aquel negocio que empezó a caminar en la noche del 30 de octubre de 1912 con una inolvidable ceremonia de inauguración. 



La hermosa fachada del establecimiento apareció iluminada por nueve potentes focos eléctricos que hacían brillar los lujosos escaparates donde se exhibían las ropas de moda, los zapatos más exóticos del momento, las telas más espectaculares, los sombreros que arrasaban en las tiendas de París, los artículos de regalo y de viaje que hacían furor en Madrid y Barcelona. Aquella noche, frente a los escaparates de El Águila desfiló toda Almería, teniendo que mediar los guardias municipales para despejar la acera de mirones perpetuos con el fin de que la cola de espectadores pudiera transitar y todos pudieran ver el grandioso espectáculo. 


Desde entonces, Almacenes El Águila formó parte de la vida de la ciudad y sus escaparates se convirtieron en un lugar de referencia, común a varias generaciones, especialmente para el público infantil. En los años cincuenta puso en marcha una  campaña promocional pensada para los más pequeños. Todos los jueves por la tarde, en atención a los niños, se obsequiaba con un globo a cada comprador, por lo que las casas se llenaron de globos de ‘El Águila’ de la misma forma que una década después, llenamos nuestras habitaciones con las pelotas verdes y macizas que nos regalaban al comprar los zapatos ‘Gorila’.


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