Los cines que no eran de Asensio

Miguel Lozano llegó a competir con Juan Asensio, el gran magnate cinematográfico

En 1978 Lozano nos trajo el mito erótico de Emmanuelle a dos cines de su propiedad.
En 1978 Lozano nos trajo el mito erótico de Emmanuelle a dos cines de su propiedad.
Eduardo de Vicente
20:39 • 30 oct. 2023

En los últimos años de apogeo de las salas de cine, cuando en Almería se decía que no había nadie que le hiciera sombra a Juan Asensio, el principal magnate cinematográfico, un empresario atrevido y aventurero, Miguel Lozano Román, se convirtió en la competencia del imperio de Juanico el del Alhama poniendo en escena cines tan importantes como el Emperador, el Centro Cinematográfico y el Concordia.



Miguel Lozano tenía su propia empresa de montajes eléctricos, de la que vivía holgadamente, pero llevaba metido en el alma el gusanillo del cine desde que siendo un adolescente se ganaba un sueldo los fines de semana proyectando películas por los pueblos. Allí iba con su bicicleta, con el proyector y el rollo de película colocados en el porta equipajes, llevando ilusiones por todos los rincones. En los años 50 llegó a hacer incursiones hasta Canjayar.



Esa vocación cinematográfica lo empujó a hacerse empresario de verdad y fueron muchas las iniciativas que emprendió. Tuvo la terraza Almería, que ocupó el lugar de la antigua terraza Liszt al final de la calle Alcalde Muñoz, detrás de donde estaba la Serrería Almeriense. Regentó la terraza Ciudad Jardín y la de los Cármenes, que tanto éxito tuvieron en su día, y explotó el cine de verano las Delicias, en la barriada de Los Molinos y el Ideal, que tanto se recuerda en el Alquián.



Su primer gran proyecto de cine de verdad, de cine de invierno, fue el que hizo realidad en el barrio de los Ángeles a finales de los años sesenta, cuando aquella zona de la ciudad se estaba convirtiendo en una segunda Almería. Vio que allí había posibilidad de negocio y en el bajo de un piso de nueva construcción montó una sala que marcó a una generación de niños y adolescentes de aquel distrito.



La sala de los Ángeles era un cine peculiar, con un gran salón de butacas que se completaba con un espacio de asientos en la subida hacia la cabina de proyección. Tenía una capacidad que se acercaba a los setecientos espectadores, tenía su acomodador reglamentario, pero no disponía de aire acondicionado, por lo que en verano, para soportar el calor dentro de la sala, el empresario tenía que recurrir a veces a unos ventiladores que colocados de forma estratégica junto a las barras de hielo que compraba en la fábrica de Pescadería, refrescaban el ambiente.



El cine los Ángeles se inauguró el sábado 15 de noviembre de 1968 con la película Fedra West, una del Oeste, como se decía entonces. Los sábados y los domingos eran los días fuertes, sobre todo cuando en los años setenta se pusieron de moda los programas dobles que por el mismo precio te permitían pasarte una tarde entera en el cine con derecho a siesta.



De todas las películas que pasaron por la pantalla de los Ángeles una de las más recordadas fue, sin duda, el estreno de Emmanuelle, aquel mito erótico de los setenta con el que soñábamos los jóvenes y los veteranos cada vez que cerrábamos los ojos. En enero de 1978, Miguel Lozano tuvo la idea de traernos por primera vez a Almería una película de Emmanuelle con Silvia Kristel como protagonista. Para darle más fuerza al estreno la colocó a la vez en dos salas, en los Ángeles y en el cine Emperador. Había que ver a los muchachos del barrio dejándose crecer la pelusa en el bigote y poniendo la voz ronca cuando se acercaban a la taquilla para que los dejaran pasar como si fueran mayores de edad. 



El cine Emperador había sido la primera gran aventura de Miguel Lozano en el centro de la ciudad, desafiando claramente el reinado de los cines de los Asensio. Lo montó en 1975 en el Centro Comercial Altamira y llegó a tener sus años de gloria, a pesar de que la época dorada había pasado y las salas cinematográficas estaban a punto de empezar su decadencia


En ese afán de crecer, Lozano siguió apostando fuerte y en 1980 puso en marcha el cine Concordia y el Centro Cinematográfico. El Concordia estaba situado en la calle de Valero Rivera.  Aunque tenía una buena ubicación nunca llegó a alcanzar el éxito. Miguel Lozano lo intentó todo sin encontrar la respuesta del público. A las pocas semanas de abrir probó fortuna con el reestreno de Emmanuelle, y no le fue del todo mal, convirtiéndose en una de las películas que más espectadores llevó a la sala. 


Viendo que el negocio no funcionaba, el empresario trató de salvarlo  solicitando la licencia para proyectar películas pornográficas. En la primavera de 1984, la dirección general de Cinematografía aprobó una sala x para Almería, pero el agraciado con la adjudicación fue el otro empresario cinematográfico de la ciudad, Juan Asensio, que acabó montándola en el cine Gelu de la calle González Garbín. 


Fueron tiempos complicados para la empresa Lozano. En mayo de 1984 un incendió destruyó la sala A del Centro Cinematográfico de la Plaza de Marín y unos días después tuvo que cerrar el Concordia porque los gastos superaban con creces a los ingresos.


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