Ruta con la ‘policía del patrimonio’: entre tholos y lapis specularis

Recorrido entre estructuras neolíticas y una cantera romana

Lola González
20:30 • 04 mar. 2023

Con los restos de una posible villa del periodo tardorromano, una zona que les sirvió como cantera y una red de canalizaciones que podría haber comenzado a utilizarse en época musulmana en la retina, nos volvemos a subir al todoterreno con el que la Unidad de Policía Nacional Adscrita a la Junta de Andalucía, la ‘policía del patrimonio’ para nosotros en esta serie de reportajes, recorre la provincia de Almería. 



Junto al subinspector José Freniche y el agente Emilio González, reiniciamos el camino. Es cierto que la decisión es no dar coordenadas claras de estos espacios pendientes de protección para salvaguardar su mantenimiento ante posibles expolios, pero también es verdad que en este caso me sería imposible decir exactamente dónde está ubicado el espacio arqueológico al que me llevan. Tras recorrer algunos caminos llegamos a la parte más alta de un montículo. Allí dejamos el coche y me señalan una estructura de piedra. “Ahí- dice Freniche señalando- hay un tholos posiblemente neolítico”.



Nos vamos acercando a la construcción y se puede ver, a pesar de los derrumbes de piedras y de la reutilización de algunas de ellas en el entorno, una estructura circular y unos pequeños muros que aún se mantienen en pie. Según Freniche “no sería nada extraño que aparecieran más en los montículos que hay alrededor”, de hecho, ya tenían localizado algún otro no demasiado lejos. 



Pero ¿qué es un tholos o tholoi? Se trata de estructuras funerarias colectivas con forma circular y cúpula de piedra. “Solían ubicarse en la zona exterior del poblado. El corredor del tholos generalmente está orientado hacia donde sale el sol”, explica Emilio González. Y es por eso que deducen que cerca podría encontrarse algún yacimiento. Tras realizar las fotografías pertinentes y tomar los datos para hacer el informe, recorremos el entorno para revisar la posible presencia de algún material que pueda señalar que cerca hay un poblado.



No muy lejos, en el suelo, comienzan a aparecer piezas cerámicas. Son mucho más toscas de las que habíamos visto en la villa romana. Son gruesas, con tonos más oscuros, y eso muestra que efectivamente allí habían vivido los hombres y mujeres del neolítico que después utilizaron esos tholos.  Pero claro, como siempre ocurre con todo lo encontrado en estos espacios, serán los especialistas, los arqueólogos de la Junta de Andalucía, los que tendrán que acudir a estos espacios y ratificar o rectificar, tras la investigación correspondiente, la procedencia de todo lo encontrado. 



Cantera



Volvemos a subirnos al coche. Sigue la jornada. Y es que aprovechan cada vez que pueden hacer una salida de campo para cubrir el máximo de sitios pendientes. “Ahora vamos a ver una cantera”, me dice Freniche. Yo que las canteras que he visitado se dedicaban a sacar mármol o sillares de piedra, me esperaba una cavidad grande en la que se desarrollara esa actividad minera. Pero no, nada más lejos de la realidad.



Llegamos y aparcamos junto a un árbol. Tras andar un poco vemos una higuera: “ahí está”, dice González. De camino me explica Freniche que, aunque no tenía muy claro el motivo, lo cierto es que “si estás buscando una cueva y hay una higuera, ahí es”. No fallaron.


Allí, ante mí había una grieta en el suelo y se podían ver un par de agujeros o pozos que desembocaban en una especie de cueva generada por esa fractura del terreno. Recorremos paralelamente la grieta y llegamos a la entrada. “Estamos ante una cantera romana de lapis specularis, una formación de la piedra del yeso que es traslúcida y que fue el primer material que utilizaron los romanos para ponerles ‘cristal’ a sus ventanas”, explica el agente González mientras entramos. 


“Como puedes ver los romanos aprovechan la grieta natural del terreno para hacer la cantera. Además, van abriendo huecos por los que poder bajar a la cantera” y allí, con linternas y ayudados con algo de luz natural que llegaba hasta la cavidad, comenzamos a revisar los techos. “Puedes ver perfectamente las marcas de los picos con los que se hacía la extracción” que han quedado grabados en esa especie de material blanquecino. En el suelo, junto a nosotros, hay un gran trozo en el que se puede ver el lapis specularis aún unido a la piedra. “En las canteras de ahora lo importante es el yeso pero para los romanos había que conseguir sacar trozos perfectos de esta especie de cristal, era un método de extracción muy cuidado”, me explica Emilio.


En las paredes encontramos algunos lucernarios, espacio en los que se colocaban lucernas para iluminar el camino mientras trabajaban en la oscuridad de la cavidad, así como algunos huecos en los que se colocaban travesaños de madera a modo de andamio o escalera para llegar a la parte más alta. Y es que hay que tener en cuenta que lo que para nosotros es un espacio pequeño, en ese tiempo el suelo estaría bastante más bajo y se ha ido rellenando con el paso del tiempo. 


Subimos de nuevo y vemos alrededor restos de lapis specularis ya limpio, y es que, evidentemente tiene que haber cerca algún espacio de trabajo para limpiar el material. Pero lo que más me llama la atención al subir está justo al lado de esta cantera. Se trata de un espacio semicircular, totalmente vacío, con restos de bidones, y en el que hasta hace poco se había estado extrayendo yeso. Y es que parece que hemos mejorado la tecnología para la minería aunque eso no haya supuesto una mejora para el medio ambiente en el que se ubica. Habrá que analizarlo.


Ahora ya sí, tras intentar visitar otra cantera cercana pero a la que hay que ir con todo el equipo preparado antes de entrar, volvemos a la ciudad. En la mochila ninguna pieza, porque lo que en un yacimiento está, allí se queda. Eso sí, el móvil lleno de imágenes de historia de la provincia y conocimiento del valor del patrimonio que tenemos aunque no lo conocemos. Tanto José Freniche como Emilio González lo que se traen es mucho trabajo de oficina, pero aún así, me prometen que pronto que llevan a conocer otros yacimientos pero más costeros. Les tomo la palabra, así que, parece que tendremos una tercera entrega.


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