Las tiendas que traían los juguetes

En Almería no había un negocio que se dedicara únicamente a vender juguetes

Los niños de los años 50 se nutrían de muñecas, de pelotas, de carros y de patines, que eran los juguetes clásicos de aquel tiempo.
Los niños de los años 50 se nutrían de muñecas, de pelotas, de carros y de patines, que eran los juguetes clásicos de aquel tiempo. La Voz
Eduardo de Vicente
19:42 • 02 ene. 2023

Tal vez, lo más parecido a una tienda exclusiva de juguetes que conocimos en Almería fue la de Alfonso, en la calle Castelar, que durante todo el año mantenía en sus escaparates artículos para niños. Si ibas en Semana Santa te encontrabas penientes y los ciclistas de plástico que cada año nos anunciaban la llegada de la primavera y de las carreras importantes. Si te ponías delante del escaparate en verano te sorprendía con algún regalo perfecto para las madres que tenían la costumbre de recompensar a sus hijos con un obsequio si aprobaban el curso, y si te acercabas en diciembre te quedabas con la boca abierta delante de los tesoros que aparecían detrás de los cristales. 



Aquí no tuvimos una juguetería oficial que estuviera abierta todo el año. La historia nos habla de establecimientos de quincalla, de muebles y de artículos de regalo que cuando se acercaba la Navidad cambiaban la decoración de sus escaparates y llenaban el interior de juguetes. Se reconvertían en jugueterías durante un mes porque no hubiera sido posible mantener en pie un negocio vendiendo únicamente artículos para los niños.



A finales del siglo diecinueve, el comercio de Segura y Giménez, en la calle de las Tiendas, marcaba el paso en la venta de maletas, baúles y artículos de viaje, y era especialista en herramientas importadas de Alemania e Inglaterra. En diciembre le daba un giro al negocio y de pronto, donde antes aparecía una cartera o un juego de llaves inglesas, surgía con todo su esplendor un tren de cuerda o uno de aquellos caballitos de cartón que fueron el juguete fetiche de varias generaciones de niños.



Bazar del León, el gran establecimiento que el empresario Ubaldo Abad tenía frente a la iglesia de Santiago, estaba especializado en todo tipo de muebles y de regalos, pero por Navidad se traía un cargamento de juguetes que venían de las mejores fábricas de Cataluña y de Valencia. El día que llegaba al puerto el barco con los juguetes había que transportarlos hasta la tienda en carros muy bien cubiertos , para evitar así que los niños se engancharan a la caravana.



Bazar del León competía en las postrimerías del siglo con el Bazar Parisien de la calle de Granada, una cristalería de prestigio que también hacía un buen negocio con los juguetes. La quincallería de la Estrella, en el Paseo, llenaba sus escaparates de muñecas y polichinelas y en el escaparate principal colocaba como reclamo de Reyes el caballo de cartón piedra más hermoso del mercado. 



La importancia del juguete como señuelo comercial llegaba a tal extremo que hasta la venerable confitería de la Sevillana llegó a abrirle un hueco a los juguetes entre las tartas y los bombones de chocolate. Su propietario, Santiago Frías Lirola, se encargaba  de viajar  unos meses antes de Navidad para visitas a los fabricantes y escoger la juguetería más fina que se fabricaba tanto en España como en el extranjero. Las cajas de música más fantásticas que se vieron en Almería a comienzos del siglo veinte las puso el señor Frías en su escaparate principal.



Los escaparates eran fundamentales para vender bien los juguetes. Esa estrategia la explotó muy bien la tienda de Emilio Ferrera, que trajó a Almería la primera exposición de trenes eléctricos que atravesaban túneles y puentes sobre ríos a la vista de los niños. También eran especialistas en escaparates los Almacenes el Águila, que desde 1912 se estableció en el corazón del Paseo. Era un gran bazar donde había de todo, y donde en diciembre aparecían los juguetes que cualquier niño podía soñar. Los mejores caballos de cartón piedra los tenían en ‘El Águila’, las muñecas más modernas llegaban a sus estanterías antes que a ningún otro establecimiento.



‘El Águila’ se mantuvo firme durante décadas. En los años 60  competía con las dos tiendas de Segura, con Alfonso el de la calle Castelar, con los juguetes que traían a ‘La Llave’ y con la fuerza de Bazar Almería, que también hizo sus pinitos como juguetería.


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