Cinco noches con Imperio Argentina

El 3 de enero de 1930 llegó a Almería Imperio Argentina, mito artístico de aquella época

Eduardo de Vicente
07:00 • 08 feb. 2022

Con la sombra de la gran depresión que afectaba a las economías occidentales sobre el horizonte, los almerienses empezaron el año de 1930 con un ojo puesto en los negocios y con otro en el teatro Cervantes, donde se iba a presentar la artista internacional Imperio Argentina, por primera vez ante el distinguido público almeriense. 






Se trataba de uno de los mitos de aquel tiempo, una auténtica vedette que dominaba los escenarios tanto en su faceta de actriz como de cantante. Los almerienses ya habían tenido la oportunidad de disfrutar de sus dotes artísticas porque tenían fresco el recuerdo que les había dejado la película ‘La hermana San Sulpicio’, interpretada en su papel principal por la actriz nacida en el barrio de San Telmo de Buenos Aires.






La película se había estrenado en el mes de marzo de 1928 en la pantalla del ‘Cervantes’ y aunque el público solo había podido disfrutar a medias del talento de la diva, ya que la película era muda, conocían perfectamente sus habilidades con la voz porque sus canciones sonaban a diario en el programa nocturno de radio de la estación emisora local. 






El debut estaba previsto para el viernes tres de enero, pero se tuvo que retrasar un día debido a la indisposición de la artista que acusó el duro viaje hasta a Almería, necesitando toda una jornada para poder recuperarse. El éxito fue rotundo e Imperio Argentina conquistó al público actuando cinco noches seguidas.



Mientras en los cafés se comentaban sus actuaciones, la ciudad se preparaba para vivir otro gran acontecimiento que se esperaba desde hacía años: la llegada de los primeros soldados al campamento de Viator. Esa era la aspiración de Almería, que el campamento fuera uno de los centros militares fundamentales debido a su posición estratégica y que estuviera ocupado de forma permanente por una brigada que estaría compuesta entre dos y cuatro mil hombres, con la inyección de vida que ello supondría para la ciudad y la comarca. 


En enero de 1930 llegó la primera decepción: se esperaba una brigada y sólo llegó un batallón mermado de efectivos con unos trescientos reclutas. En mayo se incorporó al destino de Viator un nuevo contingente, el batallón de Cazadores de Simancas, con más de quinientos efectivos, que venía a la península repatriado de África.


En ese afán de levantar la sufrida economía local, la Cámara de Comercio había comenzado el año solicitando al ministro de Marina que incluyera a nuestro puerto entre los de escala obligatoria para las líneas de América del Sur, y de esta forma paliar el posible frenazo que iba a sufrir la exportación de uva debido a la crisis mundial.


Aquel año de 1930 fue el de la inauguración de la escultura de mármol del Sagrado Corazón de Jesús y el del dirigible Zeppelin, que cruzó nuestro cielo ante la mirada atenta de todos los almerienses. El 19 de mayo, a las nueve menos cuarto de la mañana, la aeronave ‘Conde de Zepellin’ pasó por Almería. Unos minutos antes el alcalde del pueblo de Roquetas había telegrafiado al Gobernador civil dándole cuenta del paso de la nave por su cielo. 


1930 fue un año importante para el crecimiento urbanístico de la capital, ya que en los últimos meses empezaron a ponerse los cimientos de las primeras casas de Ciudad Jardín, un barrio que se quedaría a medias, partido por la Guerra Civil, hasta que en los años cuarenta pudo estar terminado. 


Las obras de Ciudad Jardín eran muy esperadas, no solo por la conquista de nuevos terrenos para la ciudad, sino porque suponía rebajar el número de desempleados de la construcción, que era una lacra importante en aquellos tiempos. Ese mismo otoño el alcalde de Almería había emitido un bando invitando a los dueños de los solares para que edificaran sobre ellos a fin de facilitar trabajo a las clases obreras.  


1930 fue el último año de la monarquía de Alfonso XIII, que acabó derrotada por la República al año siguiente. El 15 de abril de 1931, el mismo día que miles de almerienses festejaban por las calles la llegada del nuevo régimen, abrió sus puertas la confitería ‘La Giralda’, de Antonio Pérez Román, en la calle Real del Barrio Alto. Esta coincidencia marcó la historia del negocio; sus dueños, por mucho tiempo que pasara, nunca olvidarían aquella tarde en la que los colores y los himnos republicanos se mezclaban en el barrio con el perfume de los merengues de su obrador, dándole al festejo un carácter bucólico.


Unos días antes, la ciudad había vivido un hecho grandioso: la inauguración del cine sonoro en el Teatro Cervantes. El sábado 11 de abril de 1931, la ciudad asistió a la primera proyección comercial de un filme parlante, como se decía entonces, lo que causó una pequeña revolución: “Hoy a las 9,45 horas, gran acontecimiento con la inauguración del cine sonoro. Colosal estreno de la película americana dividida en nueve partes Broadway Scandals”, anunciaba la prensa de aquel día.


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