El Lugarico: Cristina y Urdangarin, aquel día en Atlanta

En Atlanta, 18 de julio de 1996, según todas las crónicas se conocieron Cristina y Urdangarin

Invitación oficial del Presidente del Comité Olímpico Español al autor de este artículo.
Invitación oficial del Presidente del Comité Olímpico Español al autor de este artículo.
Francisco Giménez-Alemán
07:00 • 16 oct. 2021

Atlanta, la capital del Estado de Georgia y sede de las casas centrales de la Coca-Cola y de la CNN, entre otras grandes compañías norteamericanas, iba a celebrar a partir de 19 de julio de 1996 los Juegos de la XXVI Olimpiada. Casi dos meses antes recibí la invitación del presidente del Comité Olímpico Español, Carlos Ferrer Salat, para asistir a la inauguración y a la recepción que se celebraría la víspera en el edificio del World Trade Center en honor del Equipo de nuestro país. El mismo día 18 de julio llegué a Atlanta, servida esos días por la compañía local Delta Air Lines, que con motivo de los Juegos volaba directamente desde Madrid. A las seis en punto de la tarde llegué a la recepción, donde Carlos Ferrer Salat. Siempre amable y elegante, esperaba a sus invitados para un cóctel sin alcohol que por espacio de dos horas nos permitió conocer y conversar con algunos de los deportistas españoles convocados, entre ellos la Infanta Cristina participante en Vela clase 470.



Creo que nadie de los asistentes a la recepción pudimos ni siquiera intuir que allí se estaba fraguando el inicio de una relación que acabaría en boda real en la catedral de Santa Eulalia de Barcelona el 4 de octubre de 1997. Una relación con “aquel chico alto y rubio”, extremo izquierdo del Barça de balonmano, al que los presentó Pepote Ballester, el gran regatista que en estos mismos Juegos Olímpicos de Atlanta ganaría días después la medalla de oro en la clase Tornado de vela. Pero ese día, repito, nadie pudo percibir la menor señal de que, según se dijo años más tarde, había habido un flechazo entre Cristina Infanta de España e Iñaki Urdangarin, pieza clave del equipo de balonmano del Barcelona F. C. Las muchas veces que se ha comentado este primer encuentro de los que serían por unos años Duques de Palma fue en base a la imaginación de quien lo contaba, porque allí estábamos algunos periodistas con experiencia y no pudimos observar ni un solo gesto que despertara por lo menos la curiosidad.



Capítulo aparte merecería el dramatis personae de la representación, si aquello hubiera sido una función de teatro. Pepote Ballester resultaría años más tarde con varias condenas por el caso Arena de Palma de Mallorca, después de que el presidente Jaume Matas le diese orden de que se atendiese sin reparos todo lo que pidiese Urdangarin. Este  resultaría condenado a prisión, que aun cumple si bien ya atenuada, y Su Alteza Real la Infanta doña Cristina de Borbón y Grecia, sexta en el orden de sucesión a la Corona de España, se vería sometida a la vergüenza pública de sentarse en el banquillo de los acusados, si bien salió absuelta en la sentencia que pronunció el juez José Castro Aragón el 17 de septiembre de 2017, aunque la obligaba a devolver 265.088 euros al considerar que se había beneficiado de los delitos cometidos por su marido.



Todo esto me trae a la memoria la boda en Barcelona. Después de la ceremonia se celebró un almuerzo con aperitivo en los jardines del Palacio de Pedralbes. Aperitivo que se alargó más de la cuenta debido que la pareja había acudido a la Basílica de la Merced a depositar el ramo de flores a los pies de la Patrona de Barcelona. Eran otros tiempos. Doy por seguro que hoy día ese enlace en la Ciudad Condal sería imposible. Las calles estarían llenas de independentistas protestando; la alcaldesa habría publicado un bando contra el evento y el presidente de la Generalitat habría declinado el protocolario recibimiento a los Reyes de España. Pero aquel día todo fue sobre ruedas. Había bastante gente en las calles al paso de la comitiva, aunque no tanta ni mucho menos como dos años antes en Sevilla con ocasión de la boda de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar. A los invitados nos llevaron en autocares desde la Catedral a Pedralbes y en el largo trayecto solo pudimos percibir el ambiente festivo de un acontecimiento de este tipo. Bien es verdad que ni estaba de alcaldesa Ana Colau ni presidía la Generalitat Puigdemont ni ninguno de sus secesores.



Pero he querido recordar en este Lugarico aquel día en Atlanta, 18 de julio de 1996, hace veinticinco años, cuando según todas las crónicas se conocieron dos de los personajes, Cristina y Urdangarin, que más han dado que hablar en los medios de comunicación. Bien es verdad que hubo anteriormente otra dama de la realeza, a principios del siglo pasado, la Infanta Eulalia, hermana de Alfonso XII, cuyas memorias no tienen desperdicio, que de haber vivido en estos tiempos habría sido carne de cañón de la llamada prensa rosa y de la televisión a la violeta. Si; esas mismas a las que el Gobierno riega con millones de euros. 







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