Pepe Rey y sus temibles guerreros

Pepe Rey ha hecho historia con su bar cueva en el desvío de Benahadux

Pepe Rey, con su arco y su botella de Casera, en un momento de descanso del rodaje de ‘Cleopatra’, donde trabajó durante dos semanas.
Pepe Rey, con su arco y su botella de Casera, en un momento de descanso del rodaje de ‘Cleopatra’, donde trabajó durante dos semanas.
Eduardo de Vicente
22:38 • 07 sept. 2021 / actualizado a las 07:00 • 08 sept. 2021

Qué estampa de guerreros, qué planta de artistas. Fueron escogidos para formar parte del rodaje de la película ‘Cleopatra’, en el año 1963, elegidos de ese gran elenco de extras que tuvieron su minuto de gloria en los años dorados de los rodajes. 



La fotografía no tiene desperdicio: Pepe Rey, famoso artista almeriense, con un arco en la mano derecha y una botella de Casera en la otra mano; junto a él, otros tres intrépidos guerreros con cara de no haber visto un combate ni de boxeo. Uno de ellos luciendo unas elegantes gafas de sol, perfectas para cruzar el interminable desierto de Egipto en el que se desarrollaba la película; estaban arropados por el niño del botijo, en este caso de los dos botijos, que el desierto era muy largo. 



Por el color de sus piernas, blancas como la leche, no parece que acabaran de atravesar las áridas dunas faraónicas, y por su condición atlética se intuye que no formaban parte del cuerpo de élite de la guardia personal de Cleopatra, pero sí formaron parte del rodaje y se ganaron unos duros  y una pequeña porción de fama en el olimpo de dioses locales. Seguramente, con el dinero de las películas el bueno de Pepe Rey se ganó esa fama y ese dinero que invirtió después para abrir su cueva personal, el gran negocio de su vida.






La cueva forma parte de la historia del desvío de Benahadux, cruce de caminos  hacia los pueblos del Andarax y la Sierra de Gádor, hacia Granada y Almería. La cueva es un trozo de la memoria colectiva del lugar, un refugio al lado de la carretera que no ha perdido su alma de venta,  de pequeño oasis donde paraban los arrieros para refrescarse y descansar un rato.



Desde 1977 es la cueva de Pepe Rey, un hostelero con vocación de artista que después de probar suerte en el mundo de la música y trabajar como extra en más de cincuenta películas, sentó la cabeza montando un negocio en su tierra y formando una familia.



Cuentan que el establecimiento es tan viejo como la montaña donde se cobija. Que antiguamente perteneció a un personaje muy célebre en la comarca, al que todo el mundo conocía por Luis ‘el Paturrano’. Él fue quien convirtió la cueva en un ‘parador’ para los carreros que iban cargados con los barriles de uva al puerto de Almería. A veces, los carros pasaban tan temprano que ‘el Paturrano’ dejaba en la ventana una botella de anís, unas copas y varios limones para que no se fueran con el estómago vacío. Ellos mismos se servían y después le dejaban el dinero en la misma ventana, sin temor alguno a que alguien se lo llevara.



Pepe Rey mantuvo la tradición del anís con limón, pero a esta mezcla, conocida como ‘la paloma’, le dio un toque personal hasta convertirla en un brebaje muy buscado por los clientes a primera hora de la mañana. Aseguraba que tenía una receta mágica que levanta el ánimo del más decaído, una bebida a la que además de los ingredientes tradicionales añadía miel y unas hierbas cuyo nombre nunca ha querido desvelar.


Cuando estaba contento y rodeado de amigos, la cueva se convertía en un escenario. Pepe Rey siempre ha conservado la vena de artista y si se encuentra cómodo no duda en interpretar alguna de las baladas que un día grabó en un disco


Él se siente artista desde que era niño y ayudaba a su padre a vender lotería en Tabernas. Escuchaba una canción en la radio y al rato ya la estaba interpretando sin olvidarse de una sola estrofa.


Quizá fue esa inclinación por el arte lo que le hacía emocionarse cada vez que contemplaba las caravanas de las películas que pasaban por su pueblo cuando iban a rodar al desierto. No tenía todavía dieciséis años cuando le salió su primer trabajo cinematográfico. No le dieron un papel estelar ni tan siquiera la oportunidad de aparecer en el reparto de los extras, pero si le concedieron lo que para muchos jóvenes de entonces era un privilegio, ser uno de los aguadores del rodaje.


Se podía escribir un libro con todos los muchachos que fueron aguadores de las películas y la impagable labor que realizaron portando los botijos de barro por aquellos descampados donde sólo reinaban los alacranes y las piedras. Los botijos de agua fresca llegaban donde no podían acceder los camiones de abastecimiento, por lo que los aguadores eran tan importantes para los artistas como el director. Nadie vio tan de cerca la cara y los gestos de las grandes estrellas de cine que pasaron por el desierto de Tabernas como aquellos botijeros autóctonos.


Pepe Rey empezó como aguador hasta que se convirtió en uno de los extras más cotizados de Almería. Participó en más de cincuenta rodajes y viajó por toda España con las grandes productoras. De su larga experiencia cinematográfica, sus mejores recuerdos son los momentos que vivió en los rodajes de Sergio Leone y las dos semanas que estuvo trabajando en Cleopatra


El uno de febrero de 1963 apareció un anuncio en el periódico donde se buscaban hombres entre 18 y 45 años para trabajar como extras, y no dudó en presentarse en las oficinas de la productora, que estaba en la Estación de Autobuses.



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