Tico Medina y las noches del Puerto Rico

Su amistad con Manuel Luque, dueño del bar Puerto Rico, lo unió más a Almería

Eduardo de Vicente
07:00 • 07 jul. 2021

Las metáforas y los piropos a Almería brotaban como flores entre los platos de gambas y las botellas de fino. Cuando Tico levantaba la voz y se ponía a cantarle a Almería, a su amigo Manuel Luque se le caían dos lágrimas como puños sobre el mantel y las musas salían de su escondite para llenar de magia aquellas noches interminables en los veladores del bar Puerto Rico. 



Tico Medina estuvo ligado de por vida a una ciudad donde encontró a uno de sus grandes amigos. Manolo el del Puerto Rico fue su hermano y a través de esa amistad se fue tejiendo un hilo de cariño hacia Almería que acabó haciéndose eterno.  Tico admiraba a aquel personaje, dueño de un bar, que tenía el corazón flamenco y torero, que cautivaba con su simpatía arrolladora y con esa elegancia para colocarse el sombrero de ala ancha en su barrera.



Tico y Manolo hablaban todas las noches por teléfono, por muy separados que estuvieran y se enteraba de primera mano de todo lo que sucedía en esta tierra. Tico era el reportero oficial de aquella época y Manolo el cronista de la vida que pasaba por la barra de su bar. Cuando la muerte sorprendió de forma prematura a su amigo, en 1968, Tico le dedicó un sentido obituario que se publicó en el diario Pueblo y se recogió meses después en un libro. “Las gaviotas deberían llevar un collar de plumas negras”, escribió el periodista en esos momentos de dolor, en los que se preguntaba “¿Por qué no hay un lazo negro en la Puerta de Purchena?”. En el obituario destacaba que al entierro asistieron dos mil personas y “tres niños, tres niños morenos de la Chanca, de los que venden iguales por entre las mesas de tu mármol donde tú toreabas el toro imposible de la vida con tu mandilito remangado”.



Tico Medina siempre tuvo muy presente  a Almería en su obra. A finales de los años 50 aparecían sus artículos semanalmente en las páginas del diario Yugo. En la Feria de 1958 vino a hacer varios reportajes y en septiembre de 1961 se desplazó desde Madrid en compañía del fotógrafo Enrique Verdugo para llevarse las alforjas llenas de personajes y de paisajes que fue publicando en las páginas de ‘Pueblo’ y que sirvieron para la gestación de un libro que salió a la luz en 1963 con el título de ‘Almería al sol’. 



Esta publicación fue recibida con euforia por las autoridades locales, que movieron los hilos para que Tico lo escribiera para contrarrestar de alguna manera la imagen de pobreza y de atraso que el escritor Juan Goytisolo había reflejado en ‘Campos de Níjar’ y en su libro sobre el barrio de La Chanca. 



Tico miró Almería con otros ojos, y nunca vio la miseria sobre la que escribió Goytisolo.  “No he visto en este barrio lo que vio algún hombre de mala fe que mojó su pluma en el tintero del desprecio. No he visto por ningún lado esa casta infrahumana que dicen que vive horadando la montaña. Las casas son limpias, como los chorros del oro...”, relató el periodista granadino en su ‘Almería al sol’.



Después del golpe moral que supuso la obra de Goytisolo, el libro de Tico Medina fue gloria bendita para restaurar la dañada imagen de nuestra tierra, por eso se editó con el patrocinio de la Diputación y por eso su autor fue galardonado con el premio de ‘La Alcazaba de oro’ que le entregó el Ayuntamiento en una noche de feria de 1963.



La presencia de Tico le daba empaque a cualquier acto, por eso se lo disputaban aquí y allá y eran tan requeridos sus discursos. Fue el pregonero de la feria de 1968 y presentó el festival de la canción de Almería de 1971.


Cuentan que una vez, mientras presentaba a la  señorita Alicia Amate como reina de las fiestas de Huércal Overa, en su alocución  alabando las bondades de la tierra, en el momento en el que aludía a la sequía secular de Almería, sonó un trueno tremendo que vino seguido de una tromba de agua espectacular. La luz se fue de inmediato en el teatro y a oscuras, Tico Medina pidió una linterna, la proyectó sobre su rostro y continuó con un discurso improvisado que levantó al público de sus asientos.


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