El músico que tocó con Machín

Cristo Sánchez de la Higuera (1923-1984) fue el alma de los grupos musicales de los años 50

Cristo Sánchez de la Higuera tocando el acordeón en una de las veladas musicales que se organizaban en el Café Colón.
Cristo Sánchez de la Higuera tocando el acordeón en una de las veladas musicales que se organizaban en el Café Colón.
Eduardo de Vicente
17:11 • 27 abr. 2021 / actualizado a las 07:00 • 28 abr. 2021

Era un artista completo, de los que llevaban el pentagrama grabado en el pecho, dotado de un oido prodigioso que le permitía escuchar una canción recién estrenada por la radio, aunque solo fuera una vez, y adaptarla para que al día siguiente pudiera tocarla su grupo. 



Era la música cercana y popular de su tiempo, el gran animador de los cafés, de los teatros y de las ferias de los pueblos, un personaje capaz de emocionarse con Mozart en la intimidad con la misma sinceridad con la que lloraba cuando tocaba un bolero bajo la luna llena en la terraza del Club de Mar.



Cristo fue músico desde que nació. Sólo tenía cinco años cuando se pasaba las horas muertas inventando canciones en el viejo piano que su padre, don José Sánchez de la Higuera, tenía en el salón de la casa. Todavía no había tenido tiempo de pasar por el colegio ni por la puerta de una academia, pero el niño tocaba con la facilidad del que lleva la música impresa en su código genético.



Su vida era aquel piano frente al que se refugiaba tras las horas aburridas de colegio; su vida era la tienda del padre, la Casa Sánchez de la Higuera, un paraíso en el corazón del Paseo donde nunca dejaba de sonar la música a través de los altavoces. En medio de aquel ambiente de instrumentos y canciones, el niño fue creciendo con una vocación bajo el brazo. Tocaba la batería, la guitarra, el piano, el órgano, la trompeta  y cualquier instrumento con el que se pudiera dibujar una melodía. 



Era todavía un adolescente cuando entró a formar parte de la prestigiosa orquesta Alba, dirigida por el maestro Barco, que fue la banda sonora de las tardes de posguerra en el Café Colón. Daban dos pases diarios acompañando a una vocalista que interpretaba las canciones de amor de la época. Cristo contaba que entonces tenía la sensación de que el público que asistía a aquellas actuaciones era siempre el mismo; las mismas caras, el mismo olor de perfume barato, el mismo humo de tabaco envolviendo la sala, los mismos cafés que se eternizaban encima de los veladores apurando hasta la última canción. Una de sus admiradoras más incondicionales fue la pianista almeriense doña Ventura Ledesma, que tenía su mesa reservada en un rincón, frente al escenario; su presencia era imprescindible y más de una vez los músicos no empezaron el espectáculo hasta que ella no estuvo sentada en su asiento.



Fue en una de aquellas actuaciones en el Colón cuando conoció a Machín. “Tocas como los negros”, le dijo el cantante cubano. Desde entonces se hicieron amigos y tuvieron una esporádica relación en una de las veces que Machín vino a actuar a Almería sin grupo. 



En 1949 se presentó con el Trío Michoacán al concurso local ‘Fiesta Sin Hilos’, que se celebró en el Teatro Apolo para seleccionar los artistas nóveles más destacados. 



En 1951 apareció por primera vez en una emisora de radio en un programa que Radio Almería emitía en directo a las tres y media de la tarde. Cristo aceptó la oferta del director con la condición de que nadie supiera quién era el que tocaba el piano, ni de quién era la voz de mujer que interpretaba las canciones. El dúo radiofónico lo formaban Cristo Sánchez de la Higuera, que era presentado con el seudónimo de ‘el pianista del antifaz’, y su hermana Paquita, que actuaba con el apodo de ‘la voz de terciopelo’


El éxito fue rotundo y eran muchos los admiradores del dúo que llamaban a la emisora pidiendo canciones o aparecían por los estudios para llevarle un ramo de flores a la desconocida vocalista. 


No fue la única experiencia de Cristo en la radio. Unos años más tarde protagonizó varias actuaciones en Radio Juventud liderando el grupo Los Trovadores. Fue una de las orquestas más célebres de Cristo Sánchez de la Higuera. Junto a él, se reunieron nombres tan importantes como los de Antonio Cirre, Miguel Segado, Paco Bernabéu, Ángel Barceló, Luis Gázquez, Emilio Laseduarte y Pepe Jiménez.


Los Trovadores tocaban en las ferias de los pueblos y los sábados por la tarde eran el principal atractivo de los bailes que se organizaban en el patio de la Estación de Autobuses y en el Balneario de Diana. Un día, un empresario le propuso hacerle un contrato para dar el salto a Madrid, pero Cristo se sentía tan atado a su gente como las letras de las canciones que a lo largo de su carrera le compuso a la ciudad: “Quiero llevarte”, “Ven a mí” o “Cristiana mora”, canción que grabó con la banda de música, fueron algunos de los homenajes a su tierra. 


No hubo local ni sala de fiestas ni tablado en Almería que no pisara Cristo Sánchez de la Higuera. Por el día, el músico formaba parte de su tienda de discos y de instrumentos y por la noche aparecía el artista para llenar con su inspiración escenarios tan diferentes como el del ‘Manolo Manzanilla’ en el Zapillo o la bodega de un bar. Él, que un día tuvo el honor de acompañar a Machín, no dudaba en acudir donde  lo llamaba un amigo ni en tocar para personajes tan pintorescos como Pepe ‘El Habichuela’ en una larga madrugada de copas.



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