El caganer vuelve a ser el favorito

Como cada año, los escaparates de Río Preto han vuelto a llenarse de motivos navideños

Andrés Felices Blanes lleva 40 años montando su gran Belén  en los escaparates y estanterías de su tienda.
Andrés Felices Blanes lleva 40 años montando su gran Belén en los escaparates y estanterías de su tienda. La Voz
Eduardo Pino
07:00 • 09 dic. 2018

El caganer, un personaje de importación, se ha convertido en una de las figuras principales de los belenes almerienses, tan demandado, tan imprescindible, como el pesebre, los Reyes Magos o el propio Niño Jesús. Esta fascinación por lo escatológico, como si fuera algo extraordinario, la hemos heredado de Cataluña, donde la estatuilla del hombre cagando ha invadido hasta los obradores de las confiterías más prestigiosas. Lo adoran de tal forma que han acabado comiéndoselo.




Aprovechando esta moda que ya se ha convertido en tradición, los creadores de los belenes han utilizado la atracción del hombre en cuclillas para ponerle un compañero: el hombre meando, como si no tuviéramos bastantes con los que pueblan las esquinas de las calles del centro en las madrugadas de los fines de semana. Lo que no he llegado a ver, al menos en Almería, es a ninguna caganer, como si esta necesaria actividad del vientre solo fuera patrimonio de los hombres.




Como cada año cuando llega diciembre, las figuras del Belén han invadido ese gran templo de la tradición navideña que sigue siendo la tienda de Río Preto, en la antigua Rambla de Alfareros. Andrés Felices lleva cuarenta años montando sus nacimientos en los escaparates y en las estanterías, de tal forma que todo el establecimiento se transforma buscando el negocio. El día uno de diciembre puso el disco de los villancicos, que no dejará de sonar hasta la madrugada del cinco de enero, cuando el último cliente rezagado abandone la tienda con el último regalo navideño. Este empujón que para las pequeñas tiendas de toda la vida supone la Navidad es fundamental para sobrevivir el resto del año.




“Las tiendas con solera del centro están llamadas a desaparecer si alguien no lo remedia. Las grandes superficies comerciales nos han comido el terreno porque cuentan con los aparcamientos que aquí no tenemos; cuentan con la iluminación necesaria para atraer a la gente y con los cines que se fueron del centro”, comenta el propietario de Río Preto.




Su tienda es un gran bazar que te devuelve los sonidos y las emociones de otros tiempos. Los villancicos de toda la vida, el de la burra que iba hacia Belén, el del viejo que hacía botas, el de los peces que bebían y bebían en el río, siguen sonando dentro de la tienda, reivindicando el protagonismo que perdieron en las calles. ¿Qué pasó con los villancicos tradicionales que sonaban en el Paseo? Esta misma pregunta también se la hace Andrés Felices, que se consuela escuchándolos en su puesto de trabajo. Él mantiene los villancicos tradicionales y otras costumbres como vender zambombas y panderetas que siguen siendo la ilusión de much0s niños. “He procurado mantenerme en la esencia de nuestra Navidad, en una tradición tan española como los belenes, por encima del típico árbol que lo trato menos”, explica el propietario del establecimiento.




En ese gran templo de las figuras las hay de todos los gustos y de todos los precios. Las figuras estrellas siguen siendo las de barro cocido, mientras que los que apuestan por un Belén más humilde pueden encontrar un amplio surtido en figuras de plástico. “Por aquí vienen grandes  coleccionistas que han ido formando belenes espectaculares a lo largo de los años. Es una costumbre que se suele heredar de padres a hijos”, subraya Andrés Felices.




Todo ese imperio de nacimientos, montañas y figuras se desvanecerá como por arte de magia a partir del seis de enero. Al día siguiente los escaparates de Río Preto parecerán los de otra tienda completamente distinta. En enero, la tienda se convertirá en el paraíso de los disfraces de carnaval y la venta de música aumentará gracias a los discos con los repertorios de las comparsas y las chirigotas.




Para marzo habrá que cambiar de nuevo el decorado porque llegará la cuaresma y habrá que llenar las vidrieras de penitentes y de pasos de Semana Santa en medio de una atmósfera de incienso y marchas religiosas. Más que una tienda, el local parecerá en esos días la nave trasera de la Catedral en un Miércoles Santo. Por mayo, ‘Río Preto’ se llenará de artículos de Primera Comunión, y de pequeños detalles para bodas y bautizos, que anunciarán el final de la temporada.


El verano, como todos los años, será un paréntesis en el negocio, un tiempo de hacer balance del año y de prepararse para la nueva campaña que empieza en septiembre. En esos meses el viejo bazar seguirá tirando de la venta de discos, que aunque escasa, sigue teniendo sus seguidores; de los camping gas de toda la vida que tienen mucha demanda en los excursionistas; de las imágenes de santos que forman parte de la historia del negocio.


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