Noches de artistas en la Alcazaba

La recuperación del monumento, en 1955, se celebró con los Festivales de España

Por el escenario de la Alcazaba pasaron los mejores artistas de cada momento, entre ellos el guitarrista Paco de Lucía.
Por el escenario de la Alcazaba pasaron los mejores artistas de cada momento, entre ellos el guitarrista Paco de Lucía. La Voz
Eduardo D. Vicente
15:04 • 31 jul. 2018

Los Festivales de España revolucionaban el barrio y llenaban nuestras calles más íntimas de luz y de vida. Cada verano se producía una resurrección de aquel rincón de la ciudad que iba desde la Plaza Vieja hasta la Almedina. Pasaban  los barrenderos dos veces al día, el camión de la regadora mantenía la tierra mojada durante toda la tarde y el Ayuntamiento invitaba a los vecinos a que le dieran una mano de cal y de pintura  las fachadas de sus viviendas. 



Los Festivales nos revolucionaban a todos y a los niños de entonces nos permitían que nuestro horario de recogida en las noches de agosto se estirara al menos un par de horas más, hasta que después de las doce empezaba a bajar toda la comitiva que había estado presenciando el espectáculo. 



Corríamos por la calle de la Reina hacia arriba y por la pendiente de la cuesta de Almanzor para jugar a ‘ver los coches’, que no eran unos coches cualquiera, sino los vehículos oficiales de las autoridades y los grandes automóviles de la aristocracia almeriense que era la que asistía cada noche a las ceremonias. Íbamos a ‘ver los coches’ y también a disfrutar de aquellas mujeres tan bien arregladas, oliendo  a perfume y con los hombros llenos de sol, que para nosotros constituían otro gran espectáculo. En aquellos primeros años setenta La Alcazaba se había consolidado ya como un recinto abierto al público y un gran escenario en las noches de verano. Había tenido que recorrer un largo trayecto para que los viejos muros derruidos volvieran a cobrar vida, para que el monumento se pusiera en valor como la principal atracción turística de la ciudad.



La historia de aquella recuperación había comenzado en la posguerra, con los trabajos iniciados por el arquitecto conservador Prieto Moreno. En agosto de 1955 se organizaron allí los Festivales de España, un acontecimiento artístico de primer nivel que sirvió para presentar oficialmente la nueva cara de la fortaleza.  Aquellas veladas sembraron de flores y de artistas La Alcazaba y reunieron entre sus murallas a lo más granado de la sociedad almeriense de la época. 



El éxito social que supuso la organización de los festivales animó al Gobernador Civil, Ramón Castilla Pérez, a promover la construcción del nuevo camino de acceso para que se pudiera subir en coche hasta el tercer recinto bordeando la ladera sur del cerro que daba al mar. 



En septiembre de 1958, el Gobernador puso a disposición del municipio la cantidad de quinientas mil pesetas para que se iniciaran los trabajos del nuevo camino. Antes, hubo que expropiar las últimas viviendas que quedaban en pie en esa franja del cerro, un total de veinte casas que costaron trescientas mil pesetas al Ayuntamiento.



El 18 de julio de 1959, aprovechando el día de fiesta nacional, se inauguró el camino de acceso que suponía poder alcanzar el último recinto bordeando el cerro, con la posibilidad de subir en coche. 



La nueva carretera facilitó la organización, en el mes de agosto, de los Festivales de España, ya que los camiones repletos con la tramoya que requerían los espectáculos, pudieron entrar directamente hasta la parte más alta de La Alcazaba. Para evitar atascos y hacer más operativo el camino, cada noche que había actuaciones los municipales tomaban la nueva carretera de acceso para impedir que entraran los peatones y los coches de caballos, que ralentizaban el tráfico. Sólo los coches de motor podían subir hasta la cima y los vehículos oficiales, donde iban las autoridades, tenían el privilegio de contar con un aparcamiento reservado arriba.


Después de inaugurarse el camino, continuaron las obras para adecentar toda la ladera meridional de la fortaleza. Uno de los proyectos fundamentales fue llevar la luz por todo el recorrido. Además, el camino se embelleció con la instalación de bancos y el paisaje se fue transformando con la plantación de seis mil chumberas, dos mil pitas, dos mil pinos, seiscientos cipreses y mil eucaliptus. 


Para la Feria de 1960, La Alcazaba presentaba un aspecto renovado, con la ladera sur cubierta de vegetación, el camino iluminado y el piso perfectamente alisado gracias a la labor diaria que hacía el camión de la regadora. La ciudad se fue acercando a La Alcazaba y las familias subían hasta el camino para hacerse fotografías y disfrutar de su impresionante mirador. La construcción del nuevo camino supuso también el descubrimiento de un trozo de ciudad que había permanecido escondido en el mismo anonimato que La Alcazaba.  


Cuando la gente subía a la cumbre se encontraba con un espléndido valle que los habitantes de La Chanca conocían como la Huerta de la ‘Joya’.



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