Volver...

“Volver, si bien puede ser entrañable, conlleva el riesgo de ser a la vez cruel e inhumano”

Eduardo G. Zárate
23:23 • 02 jul. 2014

Como en el viejo tango argentino, voy a “volver con la frente marchita y sin nieve del tiempo en mi pelo”, perdido hace años. O sea: ¡Voy a volver a Almería!


Y como escribía hace años, “Ya ni la calle era tan larga, ni la casa era tan alta” Y es que la visión de tu mundo, cuando eres niño, cuando regresas a él, como en mi caso, a Almería, vuelve a la memoria, con espantosa nitidez. 


Y me pregunto si seguirán los bancos del Paseo o el “kiosco de la música” con sus malolientes urinarios.




Se han transformado los “refugios”, antaño recurso de juegos y de oscuras aventuras, ha desaparecido “El muro de la rambla”, y los juegos callejeros, como el “contra” “el nache” o “la rayuela”.


Volver a Almería, mucho me temo que va a cobijarme el alma con un triste sudario, pero no podría existir la vida, sin existir los recuerdos. Y con ellos, el recuerdo de aquellos tiempos de colegial, recibiendo bofetadas y castigos, justificados por el inhumano dicho de que : “La letra con sangre entra”.




 O el de aquellos entrañables compañeros, que nos dejaron demasiado jóvenes. Niños algunos.


Volver, si bien puede ser entrañable, conlleva el riesgo de ser a la vez cruel e inhumano y hasta cómico e irónico. Puede que la anciana señora, encorbada y vacilante sea aquella chiquilla, a la que en un descuido, trataba de deshacerle las trenzas, al salir de “Las Jesuitinas” o de la “Compañía de María”.




Por cierto. Los Hermanos de la Salle, “Sabios y santos maestros que nos enseñaban a ser honra y gloria en el Mundo entero”, nos prohibían, bajo castigo, bajar por la acera de la Rambla para no coincidir con las niñas de esos colegios.


Es increible, pero a la mañana, al entrar en clase, tras cantar en el patio el “Cara al Sol”,y rezar el Padre Nuestro en pié, ante los pupitres, venía la inquisidora pregunta: “Los que ayer, bajaron por la acera de la rambla…¡que se pongan de pié! Y el castigo iba, desde un bofetón, si te mostrabas remiso, a golpearte los dedos con una regla o a tener que ir al Colegio los jueves por la tarde, que era de asueto.


Así era aquella forma de vida. ¿Volvería a ella?... Creo que sí. Volver a tener catorce años, sería maravilloso. Claro que sabiendo lo que sé ahora…¡¡Sería la leche!!



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