Polémica sobre lo que vale Bale

Polémica sobre lo que vale Bale

Kayros
23:06 • 26 ago. 2013

Bale, Gareth Bale, jugador de fútbol del equipo inglés del Totemham, ha  sido protagonista durante el verano del culebrón mantenido por otro club, en este caso español, el Real Madrid.


 Les supongo a estas alturas más que enterados del fichaje inminente del inglés por el equipo español por una cantidad de dinero muy próxima a los cien millones de euros. La noticia ha levantado algunos comentarios adversos entre gente que todavía relaciona el sistema capitalista con la ética del trabajo y más si se tiene en cuenta la época de crisis que atravesamos. 


Así, el diplomático almeriense Inocencio Arias, no si ironía,  se hacía eco el sábado en  su pregón a los  “Coloraos” del estupor que sentirían  aquellos mártires de la libertad si supieran que ahora se pagan cien millones de euros “por un señor que en calzoncillos patea bien a un balón”.  




Algo más incisivo y cáustico ha estado “Tata” Martino, entrenador del Barcelona, denunciando  “la falta de respeto al mundo” de este fichaje. Por su parte Ancelotti replica que el argentino no conoce el mercado europeo, ni siquiera lo que  ha pagado el Barcelona por sus estrellas. No le demos más vueltas. Los  mercados  en la sociedad capitalista  europea no tienen el menor respeto por el mundo. La liga española, montaje alienante entre el azar y la necesitad, necesita a los héroes del domingo para hacer olvidar otros problemas y hasta para ganar mucho más dinero todavía.   


En este sentido no me extraría ni lo más mínimo que el tal Bale resultara  al fin y a la postre un negociazo como resultó el legendario Alfredo Di Stefano en su día  y  ahora lo es el también jugador del Real Madrid Cristiano Ronaldo. 




Así que ya podemos hacer de plañideras todos los moralistas sobre el despido libre, los recortes en los servicios públicos y los deshaucios; para los que se mueven dentro del mundo del gran dinero lo caro resulta en último análisis barato como cuando en la guerra las bombas destrozan una ciudad entera: no temáis, dicen entonces los bombardeadores,  ya levantaremos otra más limpia y más alta. En esos casos, el respeto a la humanidad se lo pasan por el mismo arco del triunfo.





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