Ausencias inquietantes en la Universidad de Almería

Carta del director

Imagen aérea de la Universidad de Almería.
Imagen aérea de la Universidad de Almería.
Pedro Manuel de La Cruz
19:20 • 30 sept. 2023 / actualizado a las 19:37 • 30 sept. 2023

La apertura del curso en el Paraninfo de la Universidad de Almería estuvo revestida de la liturgia que debe acompañar todo acto solemne. La presencia del presidente de la Junta aumentó la solemnidad y consolidó la realidad incuestionada -por incuestionable- de que Juanma Moreno ha visitado más veces la provincia que cualquiera de los presidentes que le precedieron.



Pero hay un dato que la mayoría de las crónicas han ignorado por no haber sucedido y que, precisamente por no haber sucedido, es por lo que debe ser el motivo de inquietud. Mientras que la presencia de representantes políticos y académicos cumplió los objetivos previstos con la asistencia de los responsables institucionales, la ausencia de representantes de la estructura socioeconómica y cultural fue desoladora.



La apertura del curso universitario es un acto en el que debe estar presente la Academia, las instituciones y la sociedad civil. Que aquel lunes no estuviesen presentes los presidentes o directivos de las principales empresas de la provincia, de las organizaciones sociales o de los colectivos ciudadanos que vertebran la estructura civil resulta inquietante. Si su ausencia estuvo motivada porque se sienten alejados de la Universidad de la provincia es un mal síntoma. Si su no presencia se debió a que no se les invitó es un error injustificable.



La Universidad de Almería fue uno de los grandes avances alcanzados por la provincia durante el siglo pasado. Un sueño en el que casi nadie creía y que se hizo realidad. Desde su llegada ha recorrido un camino exitoso y hoy goza de un prestigio que va mucho más allá de lo que preveían los más optimistas. Pero todavía es mucho el camino que queda por recorrer en una sociedad en la que cada vez son más las exigencias que satisfacer.



Un camino en el que es imprescindible que, en su recorrido, vayan unidos lo académico y la sociedad. Las universidades no son espacios aislados donde cultivar el saber, el conocimiento y la investigación, deben estar conectados de manera intensa con el entorno que les rodea.



La UAL ha consolidado una estructura moderna en la que abunda la capacitación y, en bastantes áreas del conocimiento y la investigación, la excelencia. El absurdo complejo de tantos cuando, tras su aprobación, consideraban un desprestigio que sus hijos estudiaran en el campus de La Cañada ha desaparecido o solo ha quedado reducido al catetismo ilustrado de una mentalidad de casino provinciano en extinción.



Pero es preciso continuar avanzando y, tal vez, el camino recorrido hasta ahora en esa simbiosis imprescindible de la Universidad con la realidad social que le rodea no haya alcanzado la velocidad y la intensidad que sería deseable.



Octubre llega con un cambio de ciclo. Habrá nuevo rector. José Céspedes y Diego Valera son dos candidatos de acreditado prestigio. El trabajo que quien salga elegido tiene por delante es, como toda etapa que se inicia, apasionante. Y entre sus objetivos no menores estará el de intensificar las relaciones entre los almerienses y la universidad que van a dirigir.


Las ausencias en la apertura solemne demuestran que algo no se está haciendo todo lo bien que la realidad exige a una universidad moderna y proyectada hacia el futuro. La presencia institucional es necesaria siempre. La ausencia de los representantes del tejido social sobre el que se construye cada día la estructura de la provincia es un síntoma al que hay que poner remedio. Para algunos puede ser considerado como un hecho anecdótico. No lo es. Y menos para un espacio académico moderno.


Las universidades del presente y del futuro no pueden quedar recluidas en la majestuosidad catedralicia de un templo donde se cultiva el conocimiento. Deben ser espacios abiertos e implicados en el entorno que les rodea. Una implicación que debe y tiene que ser multidireccional, un ejercicio constante en el que la inteligencia no solo esté en movimiento, sino que, además se proyecte más allá de sus aulas y laboratorios y se enriquezca con la capacidad innovadora de su entorno.


El próximo viernes los miembros de la comunidad universitaria elegirán a un nuevo rector. Será el quinto en tres décadas. Solo queda desearle suerte para que la Universidad de Almería supere cada día las cotas de prestigio ya alcanzadas y consolide su impacto en el desarrollo de una provincia que tanto cree en ella.


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