Frankenstein vence a Drácula

Me relajé con los resultados finales del domingo y con los chistes

José Antonio Martínez Soler
23:22 • 24 jul. 2023

Al terminar el recuento de las elecciones generales del domingo, que dieron una victoria amarga al PP y una derrota dulce al PSOE, pudimos contemplar una estampa inolvidable y, seguramente, irrepetible. En el balcón del PP en la calle Génova de Madrid, Alberto Núñez Feijóo, el líder vencedor en los comicios (en votos y escaños), inició, entre aplausos, su discurso triunfal. Apareció acompañado por los miembros de su núcleo duro, todos ellos vestidos, como él, de colores claros, blancos y celestes. Pero entre ellos destacaba y brillaba (¡Ay!) con color propio (el rojo vivo), el vestido disidente de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.  



El público, concentrado en la calle Génova, que había recibido a Feijóo con gritos de “¡presidente, presidente!”, pronto se dejó llevar por un grupo de clac (espontáneo o no) que gritaba con fuerza “¡Ayuso, Ayuso, Ayuso!”. Aquel ruido ensordecer obligó a Feijóo a callar, durante una pausa larga… y dolorosa. No sé si perdió la hebra o no supo cómo reaccionar. Solo se le ocurrió decir “¡gracias, presidenta!”. Con poco ánimo y rostro cariacontecido, el líder venido de Galicia con la idea prematura de ocupar La Moncloa continuó, algo tristón, su discurso de vencedor de las elecciones. Pude ampliar la foto del balcón. ¡Qué expresiva sonrisa maléfica (“espejito, espejito”) mostraba la lideresa de Madrid vestida de rojo! 



Los concentrados en Génova sabían muy bien que, contra todo pronóstico (salvo Tezanos, el jefe del CIS, que acertó, y 40DB), España había derrotado el domingo a la extrema derecha. Los gobiernos Drácula (PP-VOX) en Valencia, Extremadura y Castilla y León habían asustado a más de la mitad de los españoles y habían impedido la victoria de la derecha junto con la extrema derecha para formar el Gobierno de España. Otra vez será.



Para el centro izquierda del PSOE y la izquierda de Sumar el resultado fue un alivio. El Gobierno Frankenstein de PSOE/Sumar era más probable que el Gobierno Drácula de PP/VOX. Anteayer perdieron el machismo, la homofobia, la xenofobia, la LGTBIfobia y el retroceso fatal hacia el centralismo y la censura franquista de VOX, con la complicidad de un PP silente y acomplejado. 



Ahora es probable que, si el precio que pide Puigdemont para apoyar al PSOE/Sumar es muy alto, un renacido Pedro Sánchez opte por la repetición electoral cerca de Navidad. ¡Quién dijo miedo a este superviviente de mil batallas! Están abiertas las dos opciones: Gobierno Frankenstein o repetición electoral. Si yo fuera Sánchez repetiría las elecciones. Si yo fuera Feijóo, me retiraría a Galicia (ya se lo están pidiendo algunos correligionarios sin disimulo) y dejaría paso libre a Isabel Díaz Ayuso (IDA) como líder nacional del PP. Los militantes madrileños concentrados en la puerta del PP lo tuvieron muy claro: “¡Ayuso, Ayuso!”. Nadie gritó “¡Feijóo, Feijóo!”. 



Después de la escena del balcón, me llegaron por las redes sociales chistes variados. Uno de ellos, muy ingenioso y malvado, recordaba la última cena de Jesús con sus apóstoles. “Uno de entre vosotros me traicionará”. “¿Seré, yo, maestro?”, dijo un apóstol que iba de blanco. “¿Y yo, maestro?”, preguntó otro con tono azulado. Entonces, se oyó una voz: “¡Va de rojo!”. 



Me relajé con los resultados finales del domingo y con los chistes. Más de media España durmió la noche del domingo aliviada y relajada. Como yo. España es más diversa, rica, compleja y sabia de lo que piensan PP y VOX. Tomen buena nota. Los pactos de la vergüenza PP/VOX le han pasado una gran factura al centro derecha. Una pena. Tengo amigos del PP que lo temían. 



Me pregunto qué es lo que MAR (Miguel Ángel Rodríguez), Esperanza Aguirre o José María Aznar le estarán susurrando ahora al oído de Ayuso, su pupila triunfante. Me dio pena Feijóo, el vencedor en votos y escaños. Mientras tanto, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, eufóricos, recibían aplausos y recuperados gritos antifranquistas de “No pasarán”. ¡Madre mía! Desde luego, hay victorias que matan y derrotas que resucitan. 


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