Segodeus, la niña y los pactos

La inocente niña es Feijóo y el diablo que se frota las manos es el armado diputado Abascal

Moisés S. Palmero Aranda
00:22 • 21 jun. 2023

Entre risas, en una visita improvisada y desternillante por las calles de Segovia, Luis, nos contaba la polémica mundial que se originó a raíz de la propuesta de colocar un pequeño diablo, que representa el mito de la construcción del acueducto. La discusión radicaba en que el diablo parece demasiado bonachón y sonríe, y eso, para unos pocos, era ofensivo y sacrílego.



Cuenta la leyenda, que una niña cansada de tener que subir todos los días a la montaña a por agua, pidió ayuda al diablo. A cambio de su alma, le prometió levantar el acueducto antes de que cantase el gallo. La niña aceptó, y cuando comenzó a construirlo se arrepintió, pero ya era demasiado tarde. La fortuna quiso que el gallo cantase antes de que colocase la última piedra, por lo que la niña salvó su alma y consiguió el agua.



En estos días de formación de los ayuntamientos, ante los pactos y la compraventa de almas y votos, no dejo de acordarme de la niña y Segodeus, y deseo que la fortuna vuelva a estar de nuestro lado. Aunque me da que este diablo nos empuja a correr al borde del abismo, no posará sonriente, y en vez de custodiar el acueducto, ha venido a desmoronarlo. Para que no quede ninguna duda, la inocente niña, que tiene el contacto con delincuentes para tomarse unas copitas en alta mar y ofrecerle su alma, es Feijóo, y el diablo que se frota las manos, sonríe maléficamente y mata moscas con el rabo, es el armado diputado Abascal, que a pesar de vanagloriar al dictador, de elevar el tono y crispar los ánimos en el hemiciclo y en la calle, de prometer derogar derechos sociales, como la ley trans o la de violencia de género, defenestrar a los ecologistas, promover la caza en los colegios otorgando a los cazadores el título de ecólogos, empujar a la desecación de Doñana, señalar a los inmigrantes y criticar el aumento del salario mínimo de los trabajadores, por señalar algunas cuestiones, quizás, después del verano, pueda estar tomando decisiones que nos repercuten a todos, al planeta y a la convivencia social. Confío que el gallo cante antes.









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