Un honor y un regalo

Hacía muchos años que no subía al pueblo de Mójacar

Beatriz Torres
09:00 • 27 abr. 2023

Hacía muchos años que no subía al pueblo de Mójacar. Estuve callejeando por el centro hasta que escuché las campanas de la iglesia y me metí dentro. Me gustaba el olor a incienso, incluso ya en el portal. Corrí la cortina y no había más de cinco personas. Una voz sugerente se oía de fondo. Mi primera impresión fue que los feligreses estaban escuchando una grabación. 



Caminé por el pasillo central arrastrada por la voz que repetía: “Yo siempre estaré contigo”. Me paré frente al altar y, al descubrir que detrás del cáliz de la consagración se escondía un ser humano con túnica blanca, deduje que el cura estaba allí y me retiré a sentarme en el último banco. 



Luego procedió a cantar unos versos en latín, y otros cánticos más, hasta que nos dio la bendición. Me deslumbró esa misa, nunca había visto nada igual.



Después me fui directamente al mirador a tomarme una manzanilla con anís mientras se ponía el sol. Refrescó y volví a caminar buscando el arco de la puerta de la ciudad del siglo XV y lo encontré con buganvillas enredadas encima de su fachada exterior, al lado de la casa con torreón y mandarino más auténtica de la ciudad.  



En el camino de vuelta puse Radio Clásica. Estaba finalizando uno de mis programas favoritos, pero me dio tiempo a escuchar la última dedicatoria. Era de un chico felicitando a su bella madre (así fue la expresión que utilizó) por su cumpleaños. Para ello le dedicaba la obra para piano “Santifícanos con tu bondad” de Juan Sebastián Bach, interpretada por Alicia de Larrocha. 



El joven añadía que para el escultor Eduardo Chillida era un honor y un regalo compartir la misma especie con el compositor alemán. Lo mismo que para su familia escuchar cada día Radio Clásica. La locutora no podía estar más de acuerdo. 



Cada día es un regalo y un honor.




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