Vender caro nuestro voto es defender nuestro futuro

Juan Martínez Fernández
07:00 • 30 sept. 2018

Acabo de leer el artículo de opinión de mi buen amigo y compañero Fausto Romero y apoyando totalmente su opinión al respecto del problema catalán, quiero avisar a nuestros paisanos de un peligro latente que se cierne sobre toda España y que, de forma suicida ignoran la mayoría de los españoles, la izquierda para subir al poder, no tiene límites, y los españoles, ni se enteran de la cuestión. Zapatero llegó al poder después del 11M y dejó a España como un solar; ahora, Pedro Sánchez , ha llegado a la Moncloa, aprovechando una ley electoral, que sobrevalora los votos independentistas por lo que además de injusta es irreal se ha hecho con el poder después de un auténtico golpe de estado en Cataluña y apoyado en los causantes de tal desatino.


Cierto que aprovechándose de la actuación cobarde y antipatriótica de un Rajoy que traicionó a quienes llenos de ilusión le votaron y cuyo nombre debiera de ser borrado de las placas del Estado como lo fue el de la reina Hatshepsut de las paredes del templo de Deir el Bahari por su hijastro Tutmosis III, al considerarla vesánica para el pueblo; no obstante, lo que está ocurriendo en Cataluña, para los que nos sentimos españoles tanto desde Finisterre a Gata como desde Creus a Tarifa es, además de traumatizante, desolador; el Estado español, en manos de incompetentes a la vez que irresponsables, ha desistido de sus obligaciones y ha abandonado a su suerte – de momento, mala y discriminatoria – a los catalanes que se siente españoles; y tal hecho, previsible desde el punto de vista empírico, basándonos en la experiencia, siempre ha sido así; la izquierda, ha sido fiel a su tradición y aplicando la vieja paremia de “divide y vencerás”, divide primero a la juventud, después a la moral con la satanización de la Iglesia, a continuación a la familia y por último a la nación – si sospecha que ésta se mantendrá unida –;  esto y no otra cosa está aconteciendo en nuestra España donde solamente el  Rey y la fuerza y honradez (de momento efectiva) de la judicatura, están plantando cara a una actuación innoble y desestabilizadora de unos impresentables apoyados en los independentistas cuya única función (lícita en cuanto a la libertad de pensamiento, pero ilícita en las formas) es la de destruir la unión del Estado; y entonces, aprovechando su debilidad, crear sus taifas particulares en las que los pobres, serán cada vez más pobres y los poderosos cada vez más poderosos. Y viene a cuento tan largo prólogo porque en esta bellísima tierra en la que – sin olvidar jamás mis raíces -,   orgullosamente resido, cual es la Comunidad Valenciana, estamos ya sufriendo los primeros albores de una situación similar. En Valencia siempre hubo, desde que mi presencia - allá por el 1967 - se hizo perenne algún exaltado que en forma de “Maulet”, Carlista, republicano, etc, socialista ¡NINGUNO! (siempre cuatro gatos y basándome más en el dicho que en la realidad, pues yo no conocí a más de tres en la universidad) pedía la independencia, todos ellos conectados a la mamandurria del dinero catalán que llegaba en pequeñas dosis y en las sandeces que cantaban tres cantautores cuales eran: Raimon (de Xativa), Ovidi Monllor (de Alcoy) y alguna que otra vez venía por aquí, Luis Llach, y Ramón Tamames otrora comunista agora reconvertido al capital, pero todo acababa siempre igual, con los grises corriendo – sin intención del alcanzar -  detrás de los que, movidos por la curiosidad o por la intención de medrar, salían (o salíamos, que alguna vez ocurrió) corriendo de los cuatro antrillos donde tales actuaciones tenían lugar. Pero todo acababa allí.


Después llegaron las elecciones libres y el Reino de Valencia (aún no éramos comunidad), apareció teñido de rojo y los socialistas ganaron unas elecciones que costaron a las tres provincias un retraso en favor de Cataluña que hizo que, una de las tres regiones más prósperas de España, se quedara en estado catatónico hasta que los valencianos, hasta el moño de tanto abandono cambiaron de rumbo. Consecuencia de tal cambio, se terminó la autopista a Madrid, relegada por la connivencia de un gobierno valenciano totalmente sometido – vía Madrid – por servilismo de sus políticos, a los intereses de los catalanes, se amplió el Puerto de Valencia hasta niveles insospechados;  y la ciudad que allá por el 67 era un pueblo grande, en manos de Rita Barberá, una valenciana para la historia traicionada por el PP en Madrid, se convirtió en la ciudad más moderna y cosmopolita de España, con la obra sin duda más importante del siglo XX en Europa. Después, apoyados en una prensa totalmente parcial y sectaria que hizo y hace realidad el dicho de Jesucristo de ver “la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, se aprovechó de la actuación de unos impresentables que envilecieron su situación y robaron sin recato (una miseria comprado con lo que otros han hecho en Andalucía o Cataluña, pero ladrones al fin y al cabo); la prensa, olvidando los casos similares de las otras tendencias se ensañaron y los valencianos, cambiaron el voto entregando las riendas de una Comunidad - y lo peor de una ciudad – que estaba alcanzando un nivel de bienestar propio de la Europa envidiada, a los que disfrazados con piel de cordero, escondían reminiscencias catalanistas e independentistas; baste decir que tenemos un alcalde catalán y claramente independentista. La factura la estamos pagando con creces. La ceguera de muchos valencianos llegó hasta tal punto de que no vieron que la deuda de Valencia está en la calle y su disfrute, a disposición de todos los valencianos y de quienes nos visitan. Las deudas en política siempre se pagan y Valencia no va a ser una excepción. Valencia, está conectada con el AVE a toda España, cualquier pueblo de más de diez mil habitantes, está conectado a autovías, el metro, unido al suburbano conecta toda la provincia en poco más de una hora y la ciudad resplandece como nunca. Viene todo esto a cuento porque nuestra tierra almeriense, está saliendo del retardo canalla al que estuvo relegada y eso se debe al esfuerzo de los almerienses; cuando esta semana he leído que el hospital de Roquetas, en principio sufriendo la extirpación inexplicable del rechazo de los servicios de maternidad y urgencias pediátricas que se incluían en el proyecto inicial; y eso por un gobierno socialista que lleva cuarenta años medrando en nuestra tierra, ha tenido que ser iniciado por su ayuntamiento, ante la dejadez y desidia interesada del gobierno andaluz, actuación innoble con una población que es un emporio de riqueza que contribuye económicamente a la grandeza de Andalucía y de España, siento pena y desprecio por los culpables; la riqueza ha de ser compartida por todos pero jamás se ha de relegar al segundo término a quien la produce. Mal camino llevamos, y me temo manos negras que pretenden que nuestra tierra que antaño (apenas 60 años) era la más pobre de Andalucía, frene hogaño su pujanza ganada a pulso de sudor, sangre e inteligencia de los almerienses. Atención a navegantes; ante las urnas, nos debemos de mirar en el espejo de Valencia – tanto en lo positivo para emularlo, como en lo negativo para impedirlo – y luchar por nuestro futuro. Si Cataluña se independiza, la cascada será inmediata y la solidaridad se verá destruida por un maremágnum en el que solo los políticos sin escrúpulos saldrán ganando. Sigamos defendiendo a España en Cataluña y a Almería en Andalucía, exijamos a los políticos que pronto nos van a pedir el voto que respeten la España unida que hemos conocido las tres generaciones que mantenemos el Estado.



Nos jugamos el futuro de nuestros hijos y el de nuestros nietos; y lo más importante, el orgullo de ser almerienses y haber conseguido llevar a nuestra provincia a lugares de privilegio en España. Pronto nos van a pedir que les votamos, exijamos un precio justo por el voto.





Temas relacionados

para ti

en destaque