No es país para mujeres

Mar Verdejo
01:00 • 18 nov. 2017

No es país para mujeres. En menos de una semana, un hombre le pegó cinco tiros a su ex mujer asesinándola delante de su hijo, en el patio del colegio. Otro hombre ha degollado a su hija, de dos años, por venganza hacia su mujer cuando ésta estaba denunciándolo por malos tratos, que venían siendo reiterados. Y se está juzgando a cinco hombres por la violación múltiple a una joven, y encima se atreven a decir que su víctima consintió mientras ellos se jactaron en un grupo de WhatsApp en el que estaban veintiún hombre: ¡No nos quedan más lágrimas a las mujeres de este país esta semana y no queremos acostumbrarnos a esto! 
En España hay una violación cada siete horas aproximadamente. Al año se presentan más de 1.200 denuncias (datos del Ministerio de Interior del 2015), aunque muchas caen y pasan al olvido (no para la víctima) por miedo, por vergüenza, y nunca se reflejará en estas estadísticas. Se culpa y se juzga a las víctimas por diferentes motivos: la ropa, el alcohol, las drogas, la resistencia, las fiestas, las calles solitarias, etc. Siempre existe la sombra sobre la víctima y no sobre los agresores: se culpabiliza a la víctima para justificar la de los agresores. De manera alarmante, esta cultura de la violación está arraigando cada día de manera más profunda en nuestro país. Hace unos años absolvieron a cinco hombres que violaron a una chica en el Parque Güel de Barcelona porque según el juez no se resistió. Ella en la entrevista que concedió en un reportaje de Informe Semanal, hacía la siguiente reflexión a la periodista: “cómo me iba a resistir”. Y esto nos lo preguntamos millones de personas: ¿Cómo se va a resistir? ¿Se juega la vida? El 27,4% de los jóvenes, eso es uno de cada cuatro, considera que es “normal” la violencia machista, según el Barómetro 2017 de ProyectoScopio elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). En el grupo ese del que os he hablado de WhatsApp, estos veintiún personajes compartían y difundían imágenes “en broma” de mujeres como muñecas hinchables, de violaciones con drogas, etc.  Grababan en audio antes de la violación en el grupo: “Muy importante la droga. Que no se os olvide, que la echaremos en falta después”. Era habitual este tipo de conversaciones en el grupo: “¿Llevamos burundanga? Tengo reinoles tiraditas de precio. Para las violaciones”. Drogas que usaban y pretendían usar para anular la voluntad y no dejar rastros. No es una broma cuando escriben: “Follándonos a una entre los 5. Puta pasada de viaje. Hay video”, como si el video fuera su trofeo de caza. A este mensaje respondieron los amigos que no fueron a San Fermín: “Cabrones, os envidio”. Y no, participar de esto no es una broma.  Cinco de ellos violan a una chavala de dieciocho años, lo graban y lo difunden mofándose de la situación, la han dejado desnuda, sin móvil y sin DNI para que no pudiera pedir ayuda y amedrentarla: “me llevo el móvil para que no llames inmediatamente y con tu DNI sabemos dónde vives por si nos denuncias vamos a por ti”, le dijeron. En el video que grabaron se jaleaban entre sí, reclamando su turno. Ninguno de los cinco tuvo un momento de humanidad para acabar con eso, aunque ella lo pidió casi de rodillas. No tiene escapatoria, entre todos la retienen en el suelo obligada. Ellos siguieron su fiesta tras dejarla tirada en el portal. Su defensa se argumenta, como todas las defensas en estas agresiones, que: tienes que gritar mucho en una violación, patalear, resistirte, y no puedes seguir sonriendo el resto de tu vida. “Ella no fingía, estaba en estado de shock”, aseguran los agentes que la atendieron tras la agresión. De absoluta crueldad es que le recriminen que haya intentado seguir con su vida “normal”: Universidad, viajes y amigas. Una víctima de violación vive en juicio permanente y nunca tiene derecho a reconstruir su vida. ¿Cómo se supone que debe de comportarse una víctima de una violación? Escribe, en un capítulo autobiográfico sobre la violación y cómo superarla, Virginie Despentes, en su libro “Teoría King Kong”: “No somos meros objetos de deseo y consumo masculino, valoradas exclusivamente por nuestra sexualidad y lo que hacemos o dejamos de hacer con ella”. No somos cosas de usar y tirar, somos humanas: no es para tomárselo a broma. 
Yo me he borrado de varios grupos de WhatsApp, en los que los participantes varones envían este tipo de bromas: imágenes, chistes, etc. que entre las risas y el silencio de los demás, se juega a un sucio juego de complicidad, y yo no estoy para este tipo de bromas, ni para el “sólo risas” porque nos sentimos impotentes e indefensas y, sobre todo nos da asco y vergüenza esta sociedad que alimenta la cultura de la violación impunemente.


 







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