Ahora, toca ser serios

España vuelve a ser un país normal: tiene Gobierno. Debe generar ilusión, y borrar odios y rencores, cohesionar un país descoyuntado, sustituir la p

Fausto Romero-Miura Giménez
23:32 • 05 nov. 2016

Parecía que no iba a llegar nunca pero, por fin, España vuelve a ser un país normal y tiene Gobierno –continuista en los Ministerios políticos y económicos, con la Vicepresidenta y De Guindos, fortalecidos- que debe ponerse a gobernar sin desperdiciar un minuto más.
Y, si hemos aprendido la lección, tarea primordial debe ser generar ilusión, y borrar odios y rencores, cohesionar un país descoyuntado, sustituir la política de las vísceras por la de la razón. Y mirar al futuro, en una nueva Transición.
Y todo, ¡desde ya!, porque, como decía Albert Camus: “la verdadera generosidad para con el futuro consiste en entregarlo todo al presente”. Y hacer bueno a De Gasperi: “un político mira a las próximas elecciones. Un estadista mira a la próxima generación.” 
Y más lejos aún… ¡Hay tanto que reconstruir y construir de nueva planta…! Paso corto, mirada larga…  consenso y unión en un proyecto común de síntesis.
En un país en el que liderazgo ha pasado a ser palabra desconocida, tanto como pedagogía  –moral, política y cívica- debe el nuevo Gobierno asumir ese liderazgo nacional –es el Gobierno de todos- y, desde él, hacer pedagogía. Y con el Gobierno, los partidos constitucionalistas, los que en la sesión de investidura aplaudieron al PSOE cuando fue injuriado en el templo mismo de la democracia en que estaba sentado Eduardo Madina, a quien los honrados por el cafre bildutarra, amputaron una pierna con una bomba…
A ellos les toca dar a conocer, en cada momento, la verdad –ésa, es la pedagogía democrática- desmentir las falacias de los histriónicos antisistema, esos diputados en Cortes que se autorrodean en contra de las Cortes, que –dicen- son una mafia: ¡ellos mismos! 
Debe, con transparencia, hacernos ver que se gobierna en nuestro nombre y para nosotros. 
Mucho más difícil fue en la Transición: en las Cortes de 1977 estaban los supervivientes de la Guerra en trincheras enfrentadas, había falangistas y había comunistas. ¿Se odiaban? No, no: se perdonaban y eso que sí tenían motivos muy hondos para odiar.
Sin embargo, ahora, niños imberbes, postconstitucionales, ¡¡¡se odian!!! Un país de jóvenes no puede odiar. ¿Quién les ha inoculado ese veneno? La dictadura acabó hace cuarenta y un años.
E incluso Partidos constitucionalistas, como el PSOE, han vivido en el frentismo hasta que hace muy poco se liberó de su mandamal, Pedro Sánchez, un hombre turbio –nacido de la nada y vuelto a menos que la nada- sólo leal a su ambición, mentiroso –en lo dicho y en lo hecho de manera oculta-, taimado, malandrín, follón y tóxico que ha tenido a España sojuzgada y sometida a su capricho sin que nadie en su Partido lo impidiese.
Perdedor nato –en dos años, se ha cargado 137 de historia honrosa-, de derrota en derrota jamás aceptó los resultados. Y se encabezonó en mandar, hasta el extremo de que, ahora, se ha quitado la careta, cantado la gallina, hecho de izquierda radical;  rectificado su calificativo de “populista” a Podemos; negado que el PSOE sea un partido “autónomo”; afirmado que Cataluña y País Vasco son naciones en un país de naciones, y que él, ha caído víctima de un complot del Ibex, en concreto, el Grupo Prisa –El País y la Ser-, Banco de Santander, Caixabank y BBVA, conjurados -¡tan importante!- contra él… En su paranoia, puede que dé algún coletazo, pero está listo rematado.
¿Alguien reconoce en su nuevo discurso al PSOE o a algún partido socialdemócrata europeo? Se ha querido a sí mismo y malquerido a su Partido, al extremo de arruinarlo, pues la financiación depende de los resultados.
Hasta, insisto, hace muy poco, cuando sus compañeros fueron conscientes de que, como ha reconocido Javier Fernández -quien me recuerda, físicamente, a Adolfo Suárez- presidente de la Gestora socialista, el PSOE se había “podemizado.” “En lugar de diálogo –ha dicho- lo que tuvimos fue mutismo... Los responsables fuimos los dirigentes por no encarar el problema y debatirlo con lealtad y sentido crítico… Se planteó el “no es no” cuando tendría que haber sido “de entrada no”… El edificio político está muy dañado, pero conservamos el solar” 
Se está desescombrando. Los demás Partidos normales,  deben ayudar al PSOE a reedificarse. España lo necesita. El PSOE residual, se ha quedado como perro al que le quitan las pulgas: ahora, puede recuperarse de sus muchas lesiones, incluida la de los pactos municipales para los que el PP, con certeza, le prestaría su abstención y sus votos, incluso. 
Y el Gobierno, ¡por fin!, a gobernar.
Como escribe mi amigo Antonio López Cuadra, hoy, ya, / se hace la luz / para la víspera / de esperanzas. 


El mundo en sus manos


¿En las de Clinton o en las de Trump? El miércoles por la mañana lo sabremos.
Él me repele ya desde que lo vi saliendo de su casa en la 5ª Avenida de Nueva York hace muchos años. Ahora, con las locuras que ha dicho en esta sucísima campaña, ¡no digamos! Ella, ¿lo dejamos en que carece de carisma? Con todo, celebraría que, por primera vez, una mujer fuese presidente de EE.UU.
Y me alivia saber que los estadounidenses, a veces tan violentos y despiadados, sabrían poner coto a las locuras del fascista loco.




Manos da de mano


Antonio Giménez Alemán es muy divertido, y hace feliz a la gente. A sus amigos –lo soy de su familia desde que nací- en privado; a sus clientes, en su negocio, “Manos”, el reino de todo lo imaginable: “lo imposible  lo hacemos en el momento; y los milagros, tardamos un poco más”, es su lema.
Pero Antonio se ha hartado: las nuevas tecnologías se han cargado las manualidades. Como nadie sabe hacer la “o” con un canuto, no quedan canutos. Y cierra “Manos”. Almería pierde un clásico. Y yo, me entristezco.




Papeleras incendiarias​


Hace días, Fausto, mi nieto, se enfadó porque tiré una colilla al suelo, enfrente de Picasso, nuestro rincón feliz, visita obligada cada vez que viene.
Le expliqué que no podía tirarla a la papelera porque está mal hecha y se asombró cuando vio que la rejilla de su parte superior –para apagar los cigarros y tirar las colillas- no tiene un cajoncillo a tal fin -como es usual- y el fuego va directamente a la papelera.
Es la cuarta o quinta vez que hablo de eso. El Ayuntamiento, no me hace caso. Pero yo, sigo.




 



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