La primera vez que leí a Paco Bezerra

Julio Béjar
01:00 • 24 feb. 2016

Fue en Lyon. Buscaba tema para mi Trabajo Fin de Máster y hacía apenas dos años que Dentro de la tierra había ganado el Premio Nacional. Recuerdo haberla leído con voracidad, una de esas lecturas vampíricas en las que quieres beber toda la sangre de la obra y su autor. Estaba enganchado. Incluso, fantaseé con la idea de ver representado aquel thriller rural en un invernadero de Almería, una fantasía remota como la de ver Bodas de sangre en El Cortijo del Fraile. Pero aún estaba en Lyon: recuerdo las caras de los miembros del jurado durante mi defensa del TFM cuando empecé a hablar de tomates Raf, herbicidas y la lluvia de barro que a veces cae en Almería debido al polvo en suspensión proveniente del Sahara, la lluvia de tierra africana bajo el cielo europeo. El jurado alucinó con ese universo periférico de donde veníamos Bezerra y yo.
Luego fui a Madrid cuando en La Abadía se representaba Grooming: dos personajes en un no-lugar, un juego de intereses tras una falsa apariencia, una estructura semejante a la de Dans la solitude des champs de coton de Koltès. Aquello era Bezerra en estado puro: una obra en forma de desafío. Unos espectadores salieron escandalizados por la mamada que Nausicaa Bonnín le hacía a Antonio de la Torre; otros salimos fascinados por esa manera de iluminar las tinieblas del ser humano, de hablar de la mierda que todos llevamos dentro. Eso es el teatro de Bezerra, una pregunta incómoda con infinitas respuestas sobre lo que desconocemos de nosotros mismos o lo que callamos como buenos integrantes del bienestar: la explotación de los inmigrantes, el ciberabuso, las desviaciones sexuales o el acoso escolar.
De los prejuicios sobre la comunidad china y del universo paralelo que habita en nuestro país trata El señor Ye ama los dragones, con la que acaba de ser nominado al Max a mejor autor, premio al que también opta Juan Mayorga con Reikiavik, situada igualmente en un no-lugar pero regido por la geometría, quizá la mente de un ajedrecista. Y es que la dramaturgia tiene tanto de literatura como de matemática. Ejemplo: si tuviéramos que expresar el teatro de Mayorga y de Bezerra en términos matemáticos, el primero sería la sucesión de Fibonacci, siempre hay una armonía áurea y concéntrica en Mayorga; en cambio, el de Bezerra sería la teoría del caos, la aceptación del acto escénico como algo impredecible, nunca saber adónde llevará la trama.
Ahora Paco dice que está escribiendo una obra nueva. Tengo ganas de leerla. Va sobre el accidente nuclear de Palomares. Seguro será un bombazo.







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