“Romanones vería hoy con mucha tristeza el descrédito de la democracia”

La periodista y escritora almeriense Mar Abad dedica al político su nuevo libro

Mar Abad, periodista y escritora, es autora de Romanones. Una zarzuela del poder en 37 actos. / Foto: Jeosm
Mar Abad, periodista y escritora, es autora de Romanones. Una zarzuela del poder en 37 actos. / Foto: Jeosm
Evaristo Martínez
21:00 • 30 sept. 2022

Entre la biografía y el manual político, con sentido del humor y una envidiable naturalidad para contar las historias de la Historia, la periodista y escritora Mar Abad (Almería, 1972) traza en ‘Romanones. Una zarzuela del poder en 37 actos’ (Libros del K.O.) el retrato de uno de los personajes más singulares de la España de la Restauración. Esta semana lo ha presentado, con lleno, en la Picasso.



¿Qué sabía de Romanones antes de escribir ‘Romanones’?



Lo primero que recuerdo de él es una calle en curva del centro de Madrid. Una de mis mejores amigas vivía en la calle del Conde de Romanones y así empezó a sonarme la musiquilla del nombre. Alguna vez pensé: “¡Qué porte tiene este nombre!”, pero no me interesé en saber quién era. Le tenía cierto cariño al nombre, pero por mi amiga, no por el personaje.

Años después estudié las vidas de grandes figuras de finales del XIX y principios del XX, y buscara a quien buscara, en la hemeroteca, siempre aparecía Romanones y siempre de un modo llamativo. 



Logra que en ocasiones el propio Romanones parezca dialogar con el lector. ¿Cómo ha sido la labor de documentación?



Durante años he leído todo lo que he visto sobre Romanones. Esta parte del proceso de escritura --la lectura-- es apasionante. Buscas y rebuscas en librerías de viejo, lees la hemeroteca hasta chamuscarte las pestañas y miras todas las biografías que se han escrito sobre el personaje desde su tiempo hasta hoy. Con toda esa información vi que lo que más me interesaba eran sus memorias: lo que él contó de lo que vivió. Me interesaba su mirada, su forma de contar las cosas, su sentir. Y por eso al principio del libro digo que es la historia de Romanones pasada por el filtro de Romanones. Ese es el ángulo desde el que relato la vida del conde, aunque he añadido algunos detalles que él no contó y a mí me parecen imprescindibles.



Romanones nos suena a poder político pero no todos saben ubicarlo en el contexto de la historia de España. ¿Por qué está tan olvidado?



El franquismo quitó de enmedio a casi todos los políticos anteriores a su dictadura. Cuando estudio ese periodo, me quedo helada: todo es propaganda burda y hasta los escritos literarios están infantilizados y cubiertos por un halo de purismo represor escalofriante. Al llegar la democracia de 1978 empezaron a rescatar a muchas figuras de las que no se podía hablar en el franquismo, pero, por las biografías que tenemos hoy, podemos ver que Romanones no despertó mucho interés. Imagino que fue porque, para muchos demócratas, no es modelo ni referente de nada bueno. Fue un gran cacique y un hombre que cambiaba de chaqueta sin ningún escrúpulo con la única ambición de tener el poder. Mi sensación es que rescatamos más a los que consideramos inspiradores y modelos éticos. Pero a mí, como periodista, lo que me mueve es la curiosidad y creo que tenemos que aprender de todo y de todos. De los maestros (para imitar lo que hacen) y de los maestros inversos (para no hacer nunca lo que nos horroriza de ellos).



¿Su origen aristocrático le generó contradicciones?

Lo que Romanones muestra en sus memorias es que no es una persona atormentada, ni arrepentida, ni se autojustifica de nada. Es de a lo hecho, pecho. Y eso es lo que más me gusta de él. No intenta hacerse el ético, ni el bondadoso, ni presume de esa supremacía ética tan ridícula de hoy. Creo que nos movemos mucho por estereotipos y por eso Romanones nos desconcierta. Es difícil de clasificar porque lo mismo se enfrentaba a la España conservadora peleando como nadie por el laicismo que defendía que los grandes de España tenían que ser senadores por el hecho de ser aristócratas. Era un gran representante de “Estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros”.


Era liberal pero hoy le tacharían de conservador en ciertos aspectos. Aunque intentó separar Iglesia y Estado, trabajó por la jornada de ocho horas y dignificó los suelos de los maestros…

Claro. No podemos presuponer que los liberales de antes serían la izquierda de hoy y los conservadores de antes serían la derecha de hoy. Muchos liberales de antes serían la derecha de hoy y eso explica que Romanones no guste nada a la izquierda actual.


En su libro hay lealtades, traiciones, duelos, atentados, triunfos personales, dramas familiares. Da para serie de Netflix.

¡Absolutamente! Romanones da para una serie espectacular. Es un personaje, en el sentido de figura histórica, y un personaje, en el sentido de ¡vaya personajaco! Es un hombre de historia y de historieta. 


¿Y de dónde viene lo de ‘zarzuela del poder’?

Eso es un hallazgo de mi editor, Emilio Sánchez Mediavilla. Es de una inteligencia que tira de espaldas. Cuando le envié el libro para que lo leyera, me contestó: “El libro funciona y se lee y se goza exactamente tal como lo has cantado. Y ojo, digo cantado, y no escrito, porque el tono, la escritura, el cinismo del personaje, el folclore, la farsa, la retórica, el ritmo, me lleva a pensar en una zarzuela”. 


¿Cuál es el pasaje de su vida que no conocía y que más le ha sorprendido descubrir?
Una anécdota que me dejó perpleja fue cuando el conde financió un pabellón en un hospital para niños cojos. El gesto es muy loable, pero hubo algo que… ¡uau! Como había tantas solicitudes para ingresar a niños, tuvieron que establecer un criterio de preferencias. Yo pensaba que lo normal hubiera sido dar prioridad a los más pobres o los que tuvieran una dolencia más grave, pero el orden de entrada fue, primero, los que fueran de Madrid y Guadalajara, como él, y segundo, los que fueran cojos de la pierna derecha, ¡como él también!


Romanones tuvo más vidas que un gato. Aunque se fuera, o le invitaran a irse, de importantes cargos siempre acababa regresando. ¿Sabía nadar y guardar la ropa o era un talento indispensable para la España de la época?

Sabía nadar y guardar la ropa, era muy pragmático, era más listo que el hambre, tenía una inteligencia emocional salvaje que le ayudaba a conseguir todo lo que se proponía y en su tiempo todos decían que era más astuto que un zorro.

Conoció a Carmen de Burgos. ¿Qué relación tuvieron?

No he encontrado ningún documento que me haga pensar que eran amigos, pero imagino que tendrían una relación cordial. Carmen de Burgos colaboraba con un periódico de Romanones: 'El Globo'. Años después se produjo un hito: por primera vez en la historia, un diario español contrató a una mujer para que trabajara en la redacción, como los hombres. Esa mujer fue Carmen de Burgos y ese periódico, 'Diario Universal', lo acababa de fundar el conde de Romanones. Cuando en 1921 Carmen de Burgos organizó la primera manifestación feminista frente al Congreso de los Diputados, uno de los políticos que salió a recibirlas fue el conde. Imagino también que a Carmen le gustaría mucho una decisión que tomó Romanones cuando era presidente del Gobierno: él fue quien permitió a Rosario de Acuña volver del exilio al que se tuvo que ir por denunciar a unos universitarios que estuvieron a punto de violar a una estudiante.


En ocasiones jugaba a imaginar cómo sería la España del siglo XXI. ¿Acertó?

Siempre acertó en lo básico. Una de las cosas más interesantes que dijo es que si las monarquías querían sobrevivir, tendrían que acercarse a las izquierdas.


¿Qué le quitaría el sueño de la actualidad política?

Quizá lo que le quitara el sueño es no estar en el poder. Pero también vería con mucha tristeza el descrédito de la democracia y se caería de culo al ver lo que ha ocurrido en Italia. Una de las pocas ideas en las que se mantuvo firme toda su vida fue en su europeísmo. Horrorizado estaría de ver lo que ocurre en Italia, Polonia, Hungría… ¡El Brexit! ¡Terror!


Pese a su convulso reinado fue siempre leal a Alfonso XIII. ¿Cómo valoraría Romanones hoy al rey emérito?

Si alguien es capaz de defender a Alfonso XIII, es capaz de defender lo indefendible. Porque a Alfonso XIII no lo querían ni los más monárquicos.


¿Ve algún ‘Romanones’ en nuestros políticos? 

Creo que no. Romanones tenía mucho poder en todos los frentes: político, empresarial, aristocrático… No sé si hay alguien tan poderoso ni tan sagaz. En lo follonero y lo burdo al atacar a los adversarios políticos, sí hay. Por desgracia, oímos a menudo ataques muy muy muy cutres.


¿Qué pueden aprender políticos y ciudadanos de a pie de su libro?

Todos podemos aprender mucho de Romanones porque dijo cosas sobre el poder, y la realidad del poder, que casi nadie dice. Podemos aprender mucho sobre las ansias de poder, sobre las zancadillas, las traiciones y las pasiones que mueven las decisiones políticas. Aprendemos muchísimo de figuras así porque nos hacen entender las entrañas del poder y nos muestran ese lado humano rastrero del que nadie quiere hablar en primera persona.


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