Quejío de flamencas

Cante hondo en el Arqueológico de Almería. Muchos más hombres de lo habitual en un acto cultural. ¿El flamenco es masculino? María Canet y sus `Flamencas&r

María Canet presentando ‘Flamencas’. A su lado, Saray Calvo.
María Canet presentando ‘Flamencas’. A su lado, Saray Calvo.
Mar de los Ríos
23:56 • 17 nov. 2017

Alfredo Valdivia, el delegado de Cultura en Almería de la Junta de Andalucía, presenta la segunda gala flamenca de las tres programadas este año en días consecutivos, el 15, 16 y 17 de noviembre. Hace siete años que el Flamenco se declaró patrimonio inmaterial por la UNESCO, señalando el 16 de noviembre para tal fin. Almería ha tenido a bien celebrarlo de esta manera. Porque el Flamenco es una manera de sentir de nuestra tierra.




Y ya llega el esperado cuadro almeriense pura cepa, capitaneado por María Canet.  La cantaora y periodista, alma del acto, donde se pretende poner de manifiesto el sentir de las mujeres, a través de una serie de piezas que forman parte de su disco: Flamencas. Le acompañan: a la guitarra David Caro, a la percusión Johny Cortés y a las palmas y coros Saray Calvo.
 
Los pilares María Canet.
(Almería, 1980). Cantaora, nacida para el flamenco entre La Medina y La Alcazaba. Saetera, semifinalista en el Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión en el año 2014, acuña un extenso palmarés. Su admiración declarada por cataoras como Encarnación Fernández por Levante y Marina Heredia por Granada son su inspiración. Posee una voz potente que envuelve. Pero antes de nada habla: Feliz día del Flamenco y gracias por estar aquí en este evento. Enhorabuena por organizar este tipo de actos que dan cabida y difusión a todos los flamencos de esta tierra.




David Caro (Almería, 1992).
Semifinalista por dos años consecutivos del Cante de las Minas de la Unión (2007- 2008), y un largo etcétera. El currículo de este joven maestro de la guitarra es inabarcable. Sus zapatos de charol y su pendiente de aro nos dan su dimensión generacional que le niegan unas manos prodigiosas con siglos de práctica y talento.




Todos a una comienzan a calentar el ambiente por Tangos de Graná. Y nuestros pies inician una dulce viaje por el Paseo de los Tristes.




Y los gitanos le hacen a las gitanas, ay, en el pelo caracoles...
Volverá la reina mora…
Por la rambla vendo flores,
las suyas son amarillas, que las mías son de colores.
Y no quiero que me digas que me quieres más que a nadie,
teniendo a tu mare viva.




Quejío femenino Después llegarán las Malagueñas y los Verdiales, mientras yo voy componiendo el retrato de las letras que interpretan las flamencas, en contraposición a las de los flamencos. El quejío, como pilar del cante, no tiene género, pero sí el motivo del dolor. Ellas lloran la espera de los marineros en la bahía, gritan el amor inconmensurable que la separación les profesa, envenenándoles el aire que respiran, para no poder pensar en otra cosa que no sea en el hombre al que dedican toda su vida. El amor a las madres, a las suegras, prevalece por encima de todos los demás.




Haciendo por olviarte, cuando pasan ya tres días
y a la calle salí a buscarte,
ay, porque pensaba que me moría.




Cuadro flamenco
La guitarra de David Caro se va abriendo paso, arropada por el ritmo electrizante del cajón de Johny Cortés. Interpretan una pieza instrumental entre los dos, que levanta el aplauso de un público más tímido de lo que cabría esperar. Pero metidos ya en jarana, son los que arrancan los primeros oles. Porque la verdad es que suenan a gloria bendita. Van coloreando el escenario, y de pronto, juraría que las flores del mantón de María parecen abrirse. Mientras me empapo de ritmo, voy perfilando la importancia de los detalles. Todos van vestidos de negro. María es la que manda con su mantón de Manila con rosas rojas reventonas. Saray lleva zarcillos de corales, como única nota que quiebra su negro riguroso. David y Johny secundan la sobriedad. Cotejo la postura en el escenario, de espalda tiesa y las dos manos apoyadas en el mismo muslo, si el momento exige silencio de manos, aportando cuadros exquisitos dignos de Romero de Torres. 


Porque ya no puedo más, las fuerzas me están faltando.
Porque ya no puedo más, ni siquiera este canto, voy a poder terminar.


La alegría de La Habana Después llegarán las Alegrías. Antes de cambiar de palo siempre se afinan las cuerdas y se recompone la postura. A David no se le ven los dedos  en según qué compases. Me recuerda a Manolo Sanlúcar. Luego comprobaré que ha sido unos de sus maestros.


Tirititi tran tran, Tirititi tran tran… 
que le llaman relicario y Cai no le llaman Cai…
Con la bombas que tiran los fanfarrones, 
se hacen las gaditanas tirabuzones...


Ay, que le doblen las campanas,
por esa mujer que ha muerto.
Quisiera yo renegar, ay,
yo quisiera renegar
y de este mundo por entero.


Después atracan las Colombianas a nuestro puerto:


Si quieres saber quién soy,
poco a poco te lo digo,
soy de Cai...
Yo en el puerto siempre espero, los barcos por la mañana,
que me traen, ay, canciones nueva, guajiras y colombinas
y milongas, y los cantes de las Habana.


Desde Almería, con mucho tronío, y el quejío de Flamencas, la noche se despide por Fandangos, y el compás sublime con nuestro sello.



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