Tesoros en Almería. Mito y realidad

Muchas son las historias de tesoros encontrados en Almería, la mayoría de ellas leyendas e invenciones. Hoy conoceremos el hallazgo de uno que no era tal y otro verdadero, y no preci

Ilustración del campo de Rodalquilar de Daniel Zapata Viciana.
Ilustración del campo de Rodalquilar de Daniel Zapata Viciana.
Antonio Jesús Sánchez Zapata
19:39 • 13 nov. 2017

Quién no ha oído hablar de la aparición de tesoros en cada ciudad, en cada pueblo de nuestra provincia. Fulanito durante una obra tira una pared y allí que estaban, habitualmente en un recipiente de cerámica, un montón de monedas de oro o plata. Muchas de estas historias, especialmente en los pueblos, escondían viejas envidias y trataban de dar explicación a alguna repentina mejora en el nivel de vida de alguien. O simplemente los vecinos dejaban volar su imaginación ante la aparición real de algún objeto arqueológico, como veremos a continuación.




Falso rumor en el Café Suizo
La mañana del 24 de junio de 1919, Almería se levantaba con un fortísimo rumor en las calles: en las obras del Café Suizo situado en pleno Paseo del Príncipe (hoy Paseo de Almería), se habían encontrado unas tinajas con monedas de oro en su interior. En efecto el nuevo propietario del café, don Salvador Romero Molina, estaba realizando unas obras y los trabajadores se encontraron un buen número de tinajas de gran tamaño y en perfecto estado de conservación, en línea de a dos por el suelo de todo el local. Sin embargo, después de contrastar varias fuentes de la época y archivos actuales del Ayuntamiento y el Museo de Almería (arqueológico), las tinajas no contenían tesoro alguno. Y de haberlo tenido, al haber sido portada en varios periódicos locales, el final de esa historia hubiese sido más parecida a la del tesoro que se encontró, esta vez sí, en el Campillo de Rodalquilar.




El descubrimiento de los carboneros
Se encontraba Ginés Moreno una mañana del mes de abril de 1770 junto con Pedro de Robles, Juan Salinas y el hijo de éste último menor de edad, Francisco, trabajando para hacer una pequeña choza en el Campillo de Rodalquilar (Níjar). Todos ellos eran humildes carboneros y procedían de familias muy pobres, pero algo aquella mañana iba a cambiar sus vidas: Ginés derribó un palmito y en la tierra levantada por las raíces emergió una cajita. Nervioso, se apresuró a ver qué se escondía en su interior. Envueltas en un lienzo de tela había pequeñas perlas, un anillos, varias piezas de oro y piedras preciosas de color verde. Al grito de “¡ya no voy a tener que trabajar nunca más!” acudió corriendo junto al resto de compañeros, y acordaron dividir el tesoro entre los adultos a partes iguales. 




Cuando volvieron a la Villa de Níjar, cometieron un terrible error: contar su historia a varios vecinos, y vender algunas piezas en el mismo pueblo. Esto llegó a oídos de la iglesia, que lo puso en conocimiento del Tribunal de la Santa Cruzada. Juan del Castillo, chantre de la Catedral Almería, fue nombrado juez apostólico y comisario subdelegado del Tribunal de la Santa Cruzada para investigar el asunto.




Del cielo al infierno
Hay que recordar que en aquella época el que encontraba un tesoro no se convertía en su legítimo dueño. Poco ha cambiado la historia en esa materia, porque hoy en día el tesoro sería del Estado.  Pero en el s. XVIII los tesoros y bienes mostrencos (aquellos que no tienen dueño conocido) debían ser entregados a la Iglesia. Así pues Juan del Castillo interrogó a decenas de testigos que habían oído hablar del hallazgo: vecinos de Níjar y familiares de los acusados fueron testificando bajo juramento por Dios y ante la Cruz. También se  llevaron a cabo registros en varias casas, pero tanto Ginés como Pedro ya habían dado buena cuenta de su parte, por lo que no les encontraron nada. Peor suerte corrió Juan Salinas, al que le incautaron varias joyas que aún conservaba. Tras demostrarse finalmente que era cierto lo del tesoro, el 15 de mayo de 1770  a las 8 de la tarde los 3 carboneros fueron entregados como prisioneros en la Cárcel Eclesiástica de Almería. 




Más de un mes después de su entrada en prisión, solicitaron (con la ayuda de un escribano puesto que no sabían escribir) su liberación al estar sus familias “padeciendo en la mayor miseria”. En las actas judiciales del caso que están en el Archivo Municipal de Almería, no aparece legajo alguno que dé una pista sobre destino de aquellos pobres infelices, que pasaron en poco tiempo del cielo al infierno. Lo que sí se deja constancia es que, durante más de 20 años, se estuvo reclamando desde el Real Fisco y Cámara de Madrid, la parte del tesoro incautada. Y es que por más años que pasen, Hacienda siempre gana.






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