El conflicto entre un cantautor y un comercio se hace viral en redes sociales y salta a la calle

El incidente recuerda que en Almería no existe regulación municipal para la cultura callejera

El cantautor Lumaga, durante una actuación en la calle. (Foto: José Manuel Simón Godoy)
El cantautor Lumaga, durante una actuación en la calle. (Foto: José Manuel Simón Godoy)
Evaristo Martínez
12:54 • 12 jun. 2017

La polémica entre un cantautor y un comercio del centro de Almería se ha extendido estos días como la pólvora en redes sociales, ha saltado a las aceras y podría acabar en los juzgados. Una situación que pone de manifiesto la falta de una normativa municipal que regule la cultura callejera y que reabre el debate sobre dónde está la línea que separa los derechos de unos y otros.




Lumaga es el nombre artístico de un músico que lleva diez años actuando en las calles de la capital, los últimos cinco en Reyes Católicos: por las mañanas cerca de Méndez Núñez y por la tarde en la parte que linda con Navarro Rodrigo. El martes, cuando las tiendas estaban echando el cierre, fue “desalojado” por la Policía Local tras la “llamada de un comerciante” según relató horas después en su perfil de Facebook. “Llevaba más de media hora sin tocar cuando llegó un municipal. Me pidieron la documentación y me dijeron que me fuera y que no me iban a sancionar. Pero que si volvía a haber otra queja, me requisarían la guitarra bajo sanción y levantando acta”, cuenta a LA VOZ.




Según él, hace unas tres semanas que desde ese negocio, frente al que se ha situado durante este tiempo, le pidieron que se cambiara de ubicación, a lo que respondió “con asertividad”. “Les dije donde me iba a poner y les pareció bien pero días después me dijeron que seguía molestando. Tienen una obra cerca y yo canto a pelo, con guitarra sin amplificar; imagina qué ruido puedo causar”, reflexiona.




Este periódico ha querido conocer también la versión de los responsables del comercio en cuestión. Dicen que la llamada a la policía se debió a que el cantautor ha desoído sus continuas peticiones. “No estamos en contra de la música en la calle pero creemos que esta persona no ha sido tolerante. Le hemos dicho por activa y por pasiva que molestaba y ha seguido”, subrayan.




El episodio del martes levantó revuelo entre viandantes y vecinos. “La calle está conmigo. Me decían: si te llevan a ti, nos llevan a todos. Esta ciudad me ha demostrado una valentía increíble”, dice Lumaga. “Hay gente que se posicionó con él pero también nos apoyaron a nosotros, diciendo que ya está bien que este señor nos machaque día tras día delante de nuestra tienda”, apunta la otra parte.




Eco en las redes
Lo que pudo quedarse en un conflicto ‘vecinal’ alcanzó una nueva dimensión el miércoles cuando los hechos que Lumaga narró en Facebook empezaron a difundirse. Su texto, copiado y pegado de un muro a otro, se hizo viral. Una oleada de solidaridad de “músicos, poetas, actores y gente del mundo del teatro”, entre otros, para un artista muy activo y conocido en el mundo de la cultura: es un asiduo de la escena local y colabora en recitales, presentaciones literarias  y festivales benéficos.




“Las redes se te van de las manos, es algo alucinante. En 24 horas he agregado a más de 70 personas a Facebook”, confesaba el jueves por la mañana. Ese mismo día, la foto de la fachada del negocio en cuestión acabaría difundiéndose tanto como el incidente del martes. 




La bola de nieve, imparable, llegó a los responsables del comercio. “Lo que está sucediendo en redes sociales es indignante. Están calumniándonos, injuriándonos, levantando falsos testimonios hacia noso­tros”, exponen. Para ellos, la “puntilla” la dio el cantautor el viernes por la mañana, cuando se instaló con su guitarra en su otro escenario habitual. “Hemos constatado que ha seguido difamando a nuestro negocio y a sus dueños, tenemos pruebas. Hasta ese momento no íbamos a hacer nada pero creemos que no puede seguir así. Por eso vamos a emprender acciones legales contra esta persona, pidiendo daños y perjuicios para defender el nombre de nuestro comercio y a la persona física que está detrás. Nunca hemos querido llegar a esto; en su momento intentamos resolverlo de forma amigable pero no ha sido posible”.


Lumaga es un tipo “que cae bien”, como reconocen los dueños del negocio, conscientes de que su postura, quizás impopular para la mayoría, solo busca defender sus intereses y lo que consideran un ataque a su imagen. El periodista puede comprobar, en efecto, las adhesiones a la causa del músico. En apenas diez minutos a su lado, cinco personas, de edades diversas, se paran junto a él, le preguntan qué ha pasado, le chocan la mano, le dan ánimos. 


“Las redes apoyan, pero la realidad tiene pies y manos”, escribe a Lumaga otro nombre propio de la cultura almeriense en Facebook. Y esa realidad, que ha saltado de lo virtual a la tangible cotidianeidad de Reyes Católicos, parece mirar ahora hacia los juzgados. Lumaga insiste, como ya hizo el jueves en esta red social, en que no piensa cantar más cerca de ese comercio y que quiere que todo se solucione sin perjuicios para ambas partes. “No he hecho nada malo, cantar no es un delito”. Asegura que en diez años de músico callejero es la primera vez que alguien ha llamado a la policía para quejarse. Y se ampara en la ordenanza, o más bien en la falta de ella: la ausencia de una regulación municipal sobre la actividad cultural en la calle que esta semana ha provocado más de una situación incómoda entre los habituales de una de las calles con más vida de la ciudad.


Una ordenanza cívica en el cajón
La cultura en la calle iba a ser regulada en una ordenanza municipal que iba a a entrar en vigor en 2011 y nunca llegó a aprobarse. Con esa norma, los músicos, y por extensión otros artistas, solo podrían actuar en el mismo lugar durante 30 minutos y si su intención era la de ir pasando por varios espacios a lo largo del día, no podrían estar más de dos horas en la misma ubicación, según publicó LA VOZ en diciembre de 2010.



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