Las moscas del demonio

Belcebú ama la guerra, ama las moscas. Eso dicen las que presiden la exposición `80 años del bombardeo de Almería por la escuadra alemana`. Nunca entend&iac

Dos moscas  gigantes de hierro oxidado de Carmen Campoy y José Manuel Vela.
Dos moscas gigantes de hierro oxidado de Carmen Campoy y José Manuel Vela.
Mar de los Ríos
20:11 • 26 may. 2017

El próximo 31 de mayo se cumplirán 80 años del bombardeo de la ciudad de Almería por las fuerzas del III Reich alemán durante la Guerra Civil Española. 




Son las 7:28 horas del lunes almeriense en el que nos situarnos, con un sol aún color vainilla saludando a una población sencilla. Podemos sentir el bullicio, el olor, las voces de nuestra orilla en aquella primavera de 1937, tampoco precisamente bucólica en suelo patrio. Y ya pican las moscas, son casi insoportablemente veraniegas. 
Falta un minuto para que se abra fuego contra las baterías de costa, las instalaciones portuarias y en general contra todo barco que en ese instante esté atracado en el puerto de Almería. 




Hitler elige Almería
La escuadra alemana compuesta por: El acorazado Admiral Scheer y cuatro destructores más, el AlbatrosLeopardSeeadler Lluchs, tiene orden de vengar la matanza alemana ocurrida en el antepuerto de Ibiza dos días antes. El mismísimo Hitler ha elegido nuestra ciudad en ya su enésimo alarde de cobardía, el signo de Belcebú, el de la moscada verde de pura raza, para ordenar hacer el máximo daño posible y, en una hora a lo sumo, salir pitando. Finalmente no se ha atrevido con Valencia, que es donde está el gobierno de la República, y ha preferido matar a gente civil completamente indefensa, una ciudad chica sin capacidad de respuesta. 




Hoy sabemos que solo estaba ensayando su estilo tan personal, tan perpetuo como las llamas del Infierno.
En total se produjeron casi trescientos disparos, que originaron treinta muertos, cincuenta y cinco heridos y treinta y cinco edificios destruidos. Y una población totalmente traumatizada. 




Los buques alemanes en ningún momento ocultaron su nacionalidad, ni pretendieron actuar como apoyo subordinado al bando sublevado, sino que fueron a acorazado descubierto y como fuerza naval germana que ejecutaba órdenes directas del III Reich. Fin del regalo de Hitler a Almería. 




¿Podría haber sido el principio de la Segunda Guerra Mundial? Podría, dicen los historiadores y cualquiera que utilice el sentido común. De alguna neurona sana que andaba entonces entre los mandos españoles de la contienda patria, después de aquella provocación,  se decidió no responder  al matón más matón del patio y continuar tan solo jodiéndonos entre nosotros en español. Así pensaron que echaban una jarra de agua a un incendió que ya no se apagaría hasta arrasar con el mundo civilizado, hasta 1945.




Tabla de salvación
De aquella tragedia, la Escuela de Arte de Almería hace su trabajo, convertir la ruindad en belleza, lo cotidiano en mágico, y nos regala la exposición: 80 años del bombardeo de Almería por la escuadra alemana




El patio escenario
Ese patio tan evocador, tan fotografiado y vivido por la juventud almeriense de varios siglos, sirve de escenario para dejarnos envolver por el talento de sus alumnos. Esculturas de tuercas, vaciados de escayola con formas de brazos que salen de la tierra pidiendo ayuda, ropa de 1937, teléfonos a punto de sonar informándonos de la tragedia… y ellas, dos moscas gigantes hechas con el hierro oxidado de los desechos humanos, nos recuerdan, nos sitúan delante del espejo: allí está nuestra doble cara, la del Demonio y la del Arte. Se miran entre ellas y adoran un cartel redondo que reza: Belcebú ama la guerra. El señor de las moscas.


Una hora elástica
El tiempo es elástico, ya lo había dicho veinte años antes otro famoso alemán de origen judío, Albert Einstein. Pero a nadie que sobreviviera a nuestro bombardeo, habría manera de convencerle de que aquello apenas duró una  hora y que fueron  275 disparos, en lugar de dos millones, los que se efectuaron, con cañones de 280 milímetros. Cayeron sobre la ciudad, sin que las baterías de costa pudieran hacer nada, porque sus cañones no tenían alcance suficiente para llegar hasta donde se encontraba la flotilla alemana. Entre los edificios dañados se encontraban la catedral de Almería, la iglesia de San Sebastián, dos hoteles, el banco de España, el Mercado, la propia Escuela de Arte, la estación de Ferrocarril, el Ayuntamiento y la sede de la Cruz Roja internacional. 


Y yo, otra mañana de mayo, ochenta años después de aquel sinsentido, paseo entre la belleza. De pronto, un grupo de estudiantes me sacan de mi diálogo interno. Me apropio de su alborozo, me lo echo por los hombros, mientras comprueban entre risas que siguen en la pared sus bombas de cartón de colores, las mismas que colgaran días pasados para arrimar el hombro al montón del haber de la especie humana.


Aparentemente ya no quedan apenas moscas, pero sé que no te has marchado, que sigues agazapado esperando lucirte en la próxima oportunidad que te brinde la mezquindad.


‘80 años del bombardeo de Almería por la escuadra alemana’ está expuesta en el patio de la Escuela de Arte de Almería, desde el 17 de abril al 23 de junio de 2017.



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