La marcha de los Santos

"Además de clase, elegancia y buen gusto, un festival crea cantera y sobre todo educa oídos, y cuando se trata de educar cualquier esfuerzo se queda corto en

Actuación de Pepe Viciana Quartet en el festival de jazz de 2011.
Actuación de Pepe Viciana Quartet en el festival de jazz de 2011.
Antonio Álvarez
01:00 • 01 nov. 2016

Hoy el Señor resucitó, y de la muerte nos salvó. Alegría y paz hermanos, que el Señor resucitó...”. Resulta que en mi pueblo, Pechina, el Domingo de Resurrección y al alba, en el ‘encuentro’, al final los presentes acaban entonando una canción: con esa letra filtrada por el Concilio Vaticano II seguramente, y con música proveniente de Nueva Orleans, según nuestra toponimia castellana, el New Orleans de Mississipí en los USA. La canción, mundialmente conocida, es When the saints go marching in, marcha funeral que se interpreta como tonada fúnebre y alegre a la vez acompañando al difunto. ‘La marcha de los Santos’ desde hace más de medio siglo es una canción relacionada con el dixie,  música matriz de lo que hoy conocemos como jazz.




Pues hablando de jazz, parece ser que nuestro festival almeriense,  cuya XXVI edición se celebró el pasado año, este 2016 no se va a comer ni la engañifa de las migas, ¡ni un pimientico! La corporación  ha decidido su entierro apelando a la falta de partida presupuestaria, supongo, todo un standard en el género musical. No sé las cuentas que esta administración local maneja pero sí se de las carencias que para una ciudad que aspira a más supone cultural y musicalmente la desa­paración de un festival internacional con una solera de casi 30 años, por donde han pasado formaciones con la calidad como marchamo. Nombres ilustres y algún que otro genio (palabra muy manoseada) se han dejado caer. Además de clase, elegancia y buen gusto, un festival crea cantera y sobre todo educa oídos, y cuando se trata de educar (como bien reflejó Nuria Espert hace unos días) cualquier esfuerzo se queda corto en un país como España, maleducado y gritón por naturaleza. La música, esa educación añorada, y la cultura se maman a fuerza de cuna y tiempo, no de campañas mediáticas, grandes nombres televisivos con productoras voraces detrás, y talones de vértigo... Me da la sensación que haciendo caso a la última ocurrencia papal, las cenizas de este festival no serán esparcidas en lugares con significado para algunos difuntos, sino puestas a buen recaudo en el panteón de la cultura privativa extinta y maldita.




Propongo darle la vuelta al refrán, y en “época de pocas nueces (según para qué), mucho ruido”; no estaría de más que una protesta musical entonara un Go marching in  y ya que la cosa va de entierro, pues que los músicos y aficionados de Almería cantáramos al viento con cara alegre y alma rota por este festival finiquitado. Quién sabe, lo mismo encontramos respuesta en el viento como el ausente Nobel, y conseguimos que su resurreción sea posible no al tercer día, pero sí en 2017. 









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