Hace 800 años, Francisco de Asís pedía al papa Honorio II la dispensa para celebrar la Navidad recreando el episodio de la Natividad. Determinado, el fundador de la orden de los Franciscanos, dispuso en el pueblo de Greccio (Italia) un pesebre, con un buey y un asno y fundó en 1223 el primer belén estereotípico de la humanidad. La imagen más conocida en el ideario popular de las navidades, ‘con permiso del Papa Noel de Coca-Cola’. Ochos siglos después, Manuel Martínez, presidente de la Asociación de Amigos del Belén de Almería, encarna el espíritu de esta tradición.
Manuel Martínez se considera un aficionado al belenismo. Sin embargo, posee el conocimiento y oficio de un profesional. Sus más de 40 años vinculado a este arte y la confianza que depositan las entidades públicas y privadas de diferentes localidades de la provincia en sus habilidades para el montaje, dan testimonio de ello. Ha participado en proyectos varios: dos años El Ejido, otros dos en Roquetas, uno en la base de La Legión en Viator, tres en Alhama y siete en Huércal de Almería. Estas son alguna de las credenciales del artista.
En opinión de Martínez, aunque existen propuestas notables como el belén de la Diputación "que es bueno en calidad y dimensiones y el de la Iglesia de Santa Teresa está hecho por un gran artista". La pasión por este arte no se vive aquí con la misma intensidad que en otras provincias de Andalucía. “En Almería somos apáticos, y no hay que decirlo con miedo. Vivimos incluso de espaldas a Sevilla". Martínez expone que después de ser declarado el belenismo andaluz Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía, se ha promovido la instalación de pesebres en todas las sedes provinciales del Gobierno regional. En contraste, Martínez solo ha montado un pequeño espíritu del nacimiento en la sede de Educación.
A pesar de ello, en la provincia han existido obras relevantes. Al ser preguntado sobre el belén más grande que haya visto en Almería, Martínez recuerda una escenografía de más de 130 metros cuadrados en Roquetas de Mar. "A veces, he ido a ver belenes movido por el anuncio de ser el montaje más grande de Andalucía, pero me he encontrado metros de arena. En un belén tiene que haber vida".
Cada uno a su debido tiempo
El belén es un ente dinámico que responde a la experiencia vital de los propios personajes expuestos. Aunque se ha tomado por costumbre poner al Niño Jesús en el momento que se instala el diorama, Martínez explica que la cuna con el neonato se colocaría el día 24 de diciembre. Una referencia parecida ocurre con los Reyes Magos, que se acercan progresivamente hasta el lugar del alumbramiento para llegar el día 6 de enero. El día que se desmonta el belén... ¿O no?
La fecha de desmontaje del belén varía; algunos lo hacen el día de la Epifanía, o el fin de semana que le precede, pero los más puristas lo mantienen intacto hasta el 2 de febrero, día de la Candelaria.
El artista de belenes pop
Un belén está trufado de iconos populares. Si la religiosidad es su parte fundamental. La cultura y el folklore es la esencia de su contexto social. Figuras como la castañera, muy común en los montajes madrileños, la ‘Machorrita’ una cabra engalanada de la cultura extremeña, matanzas de cerdos, aún siendo un animal prohibido en el judaismo, o el insigne ‘Caganer’, cuyo origen se dice que tiene que ver con la fertilidad de la tierra tienen su peso imprescindible en la figuración.
Este último, a pesar de no ser de la preferencia del artista almeriense, tuvo que incluirlo en el montaje de uno de sus belenes en Roquetas de Mar por la presión popular. “Me preguntaban los visitantes tantas veces por él que tuve que informar al alcalde de la situación, y buscarle un lugar". Asimismo, Martínez resalta la importancia del espíritu que cada artista quiere transmitir con su belén, ya sea de carácter bíblico o etnográfico.
Dificultades para montar el belén
De acuerdo con Manuel Martínez, la evolución del belenismo en Almería se topa con la dificultad de acceder a recursos especializados. La escasez de negocios dedicados a figuras y escenografía limita la creatividad y el progreso de este arte. Igualmente, la dificultad para acceder a materiales adecuados obstaculiza la materialización de estas obras. Para impulsar esta pasión artística, es esencial fomentar la colaboración en asociaciones locales.
Estos espacios podrían convertirse en epicentros de aprendizaje, ofreciendo cursos regulares de construcción de belenes dirigidos por expertos en el campo. Asimismo, Martínez opina que la creación de salas de exposición permanente se revela como una oportunidad de alto valor. Permitiría a los artistas belenistas mostrar sus creaciones durante un tiempo prolongado, brindando visibilidad y reconocimiento a su labor.
La iniciativa no solo nutriría el interés en este arte, sino que también fortalecería la identidad cultural, atrayendo a entusiastas y curiosos, y generando un flujo constante de aprendizaje y aprecio por esta forma de expresión artística única.
