Casas señoriales y burguesas: el rico patrimonio de Fondón

Este pequeño pueblo de la Alpujarra cuenta con una ruta cultural por todas ellas

Mª Ángeles Arellano
14:06 • 03 oct. 2023

Como muestra de un patrimonio envidiable fruto de un pasado esplendoroso. Con ese objetivo Fondón diseñó una ruta para mostrar y explicar a los visitantes un conjunto de viviendas que no pasan desapercibidas, la mejor manera de comprender el esplendor de los siglos XVI al XIX de este pueblo de la Alpujarra almeriense.



Esta está señalizada con unos azulejos en el suelo, que ayudan a hacer el recorrido de una hora aproximadamente. Se trata de un magnífico y variado grupo de viviendas señoriales de los siglos XVI al XVIII y burguesas del XIX. Los materiales empleados en su construcción eran visiblemente más nobles y ricos, así como su diseño, rejerías, maderas y decoración, que las diferenciaban del resto de viviendas. En ellas se pretendía, además, dejar patente el linaje, señorío y poder de sus dueños. Estas fueron construidas por las familias más ricas y poderosas de su tiempo. Se conservan muchas, pese a que algunos escudos fueron arrancados y vendidos a los anticuarios y que algunas mansiones fueron troceadas y deformadas por obras, herencias, ruina o derribos. 



Llama la atención que en un municipio pequeño como el de Fondón existan tantas casas hidalgas, de porte señorial, con escudos de familias y linajes. Desde la Oficina de Turismo de este municipio explican el motivo: "La razón es que desde la primera Repoblación (s. XVI) ya existieron familias con recursos cuantiosos, pues los repartos no fueron totalmente igualitarios, en razón de la hidalguía o méritos de haber participado en las guerras inmediatas, resultaron premiados con aporte de lotes de mayor riqueza. Más tarde, la riqueza de las minas y fundiciones y las rentas agrarias fueron aportando capital y beneficios para poder generar un grupo social rico. Con frecuencia, estas mismas familias ocuparon puestos de dirección y poder en la administración municipal. Este incremento patrimonial posibilitó la construcción de grandes mansiones".



"Varios siglos después tenemos la suerte de poder contar con un considerable número de estas mansiones, algunas transformadas, otras con necesidad de restauración, pero todas ellas nos dan testimonio de un tiempo y nos llevan al estudio y conocimiento de la sociedad, vida y cultura de estos siglos. Constituyen un patrimonio histórico y cultural muy digno de ser conservado y estudiado. Aunque cada una es diferente y tiene su propia personalidad, todas ellas responden a unas necesidades similares, en su estructura y distribución tienen gran parecido. No pueden negar que la mayoría fueron construidas en las mismas épocas y responden a las mismas modas y creencias sociales", señalan desde la Oficina de Turismo de Almería.



Durante el recorrido por esta ruta cultural se pueden ver una decena de estas viviendas e, incluso, visitar la casa palacio de Las Godoyas, del siglo XVIII, que alberga el centro de interpretación de Fondón y La Alpujarra. Tampoco hay que dejar de ver, entre otras, la casa de la Almazara de la familia Aguilera, quizás la mas antigua del siglo XVI; ni las casas de don Laureano Godoy, del siglo XVIII, frente a la iglesia, puede que la más atractiva; ni la imponente de don Bernardo Bueso, en la Fuente Chica, o la muy bonita de la familia Oliver, en la calle Agua. Además de la parte artística, el visitante puede conocer algunos de los personajes de gran importancia comarcal y provincial relacionados con estas viviendas. Entre ellos, hay senadores, como los Godoy; hombres de negocios, como Bernardo Bueso; pintores, como Emiliano Godoy; escultores, como Andrés de Carvajal; escritores como Juan Gabriel del Moral e, incluso, conocidos personajes nacionales más actuales como Labordeta, Fray Leopoldo de Alpandeire o José Fernandez Torres 'Tomatito'.


Características
Estas viviendas se situaban en la zona centro del casco urbano. Solían ocupar parcelas grandes y con frecuencia contaban con un amplio huerto-jardín adosado a la vivienda. Tanto la edificación como el diseño de la fachada se cuidaban al máximo, revelando la hidalguía y poder de sus dueños. Sobre la puerta principal tenían el escudo de armas correspondiente y sobre las maderas de la puerta principal situaban herrajes alusivos al linaje familiar.

Solían tener tres plantas. La primera, destinada a la vida exterior de la familia, cocina, comedor, despensa, leñera, lagar y bodega; en zona aparte, las cuadras, corrales, servidumbre, almacenes y acceso al huerto. La segunda se dedicaba a dormitorios, sala de estar, alguna a modo de despacho o recibidor y una sala principal multiusos. La tercera, llamada galería, servía de granero, pajar, sala para colgar embutidos, jamones y productos de la matanza, así como lo que se guardaba para el invierno. En algunos casos, a la fachada se le adosaba una torre para mayor realce del edificio.

Solían contar con un patio central amplio, que además de dar luz y ventilación, hacía la función de distribuidor de las habitaciones del inmueble. 

El huerto hacía la doble función de jardín, huerta y zona de esparcimiento. Se le buscaba, además, un acceso directo a la calle o a un camino para poder realizar así los trabajos de cultivo, arado y recolección. 

La vivienda no solamente servía para habitarla, viviendo con mayor comodidad y confort, era además un signo externo de poder económico y social.






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