Mírala cara a cara que es la primera

Mírala cara a cara que es la primera

Manuel Leon
01:00 • 30 mar. 2012
Aún el sol estaba bajo, aún el Paseo tenía más de domingo que de jueves, cuando una pareja de viejitos sentados frente Unicaja se preguntaban dónde podrían comprar fresas esa mañana; tenían antojo de fresas con nata los dos, con sus achaques, con sus arrugas, con sus años gastados. Y para ellos -por encima de huelgas y de déficit- su afán, ayer, era hacerse con medio kilo de fresas jugosas. Una huelga, al margen de su mayor o menor justificación, tiene algo de oasis en medio de la semana, de día de campo, de picnic, de acto social, con mochilas, cantimploras y guitarras, al son de consignas y banderolas al viento. Conforme se fue despertando el día, se fueron llenando las calles de grupos de jóvenes, tomando el relevo de los piquetes de la noche anterior. La farmacia de las Cuatro Calles advertía del cierre por huelga. En la Plaza de los Burros, almeriensitos de toda la vida, tomando su reglamentaria media y café con leche. El Paseo, aún virgen, solitario, sin coches, esperando a convertirse al mediodía en un campo de batalla, con los furgones de policía apostados en los andenes, con las tiendas medio abiertas o medio cerradas -según se mire- y los palcos de Semana Santa, como testigos mudos, con cobertores granates. Aparece una lotera con sus décimos diciendo que ella lleva los millones, que la suerte no hace huelga y la puerta del Celia Viña, deshabitada, sin los habituales púberes con las hormonas a flor de pie. En la cercana sede de los sindicatos, la marabunta se apresta con una gran pancarta contra el Gobierno, como una gran Sábana Santa de Turín, con el cáliz de la reforma laboral. En la Avenida de la Estación, hay división de opiniones, como en los toros, como los semáforos, como en la vida misma: unos comercios abiertos, otros cerrados. La tienda de Apple, clausurada, con sus Ipad 4 descansando dentro: qué diría el desaparecido Steve Jobs, allá en Cupertino, de esta huelga racial hispana. Una frutería desafiante, abierta hasta las trancas, exhibe unas apetitosas naranjas y melones de temporada en el escaparate. Fina, la dependienta, se queja de que está vendiendo menos que otros días. También hay un canasto de fresas de Huelva en la frutería de Fina: estoy por darme la vuelta y avisar a los jubilados del Paseo. ‘Viajes Bernardo’ aparenta trabajar con normalidad tras el escaparate, por si alguien quiere escaparse de este país con la que está cayendo. De hecho, así lo anuncia en un folleto: Escápate esta Semana Santa a Las Maldivas”. Se ve a María Muñiz caminar plácidamente por la acera, se ven las paradas de autobuses semivacías, las tiendas de móviles y las de venta de oro, abiertas. Un corrillo comenta que “en Mercadona ha habido manteca”. En el Carrefour del Paseo, un ‘perroflauta’ trata de convencer a una señora de que no haga la compra. ¿habrá habido hoy silicona y palillos en las cerraduras?, “no he oído nada” -asegura un joyero. La cancela del Preventorio está abierta, se ve que el republicano Luis Rogelio no ha hecho huelga. Y en las iglesias, ¿el clero habrá hecho huelga, habrá habido servicios mínimos en la misa de siete? Los trenes, en la Estación, desaparecidos en combate; dos muchachas, con bolsas de viaje, esperan al único autobús que han dejado para Málaga. Un chófer informa de que los servicios mínimos son del 15%. El retrete de caballeros parece hoy una patena y la cafetería de Felipe San Bernabé permanece cerrada; dársenas y ventanillas desiertas y José, el de los cupones, dice que “hoy es un día perdido”. Al salir, una chavala en minishort caminando por la acera, hace frenar a más de un conductor por la Carretera de Ronda, como en la canción de Estopa. Yelena, una pedigüeña portuguesa, con su canasto de mimbre, no hace huelga en su gremio y lanza besos con la mano, que le salen del corazón, a todo aquel que le arroja una moneda. El Kiosko Amalia, de servicios mínimos, y la cabeza de la manifa, como una serpiente por el Paseo, ya ha llegado al fondo de saco que es La Plaza de las Velas. Se ve, entre otros a Juan Callejón, Antonio Bonilla, Rafael Esteban, Yolanda Callejón, Die






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