Las incursiones de jabalíes comienzan a alarmar a los vecinos de Mojácar

Piaras de hasta 10 individuos invaden domicilios, destrozan jardines y no temen al hombre

F. Moldenhauer
12:48 • 25 feb. 2021 / actualizado a las 18:11 • 25 feb. 2021

Comenzaron a acudir atraídos por la ausencia total de seres humanos en las calles durante el primer confinamiento, pero la presencia de vecinos no parece ya incomodar lo más mínimo al creciente número de jabalíes que, a diario, causan destrozos en jardines y parques del municipio de Mojácar.



Numerosos mojaqueros han reportado ya las destructivas visitas de estos animales, cuya osadía para adentrarse en propiedades privadas y el ensañamiento que muestran con jardines y huertos han cogido totalmente desprevenidos a los habitantes del pueblo.



Llegan a la caída de la tarde o por la noche, en grupos de hasta una decena de individuos, y dejan a su paso un rastro céspedes levantados, macetas rotas y cubos de basura volcados, entre otros destrozos.



Tampoco se puede decir que sientan una especial predilección por los jardines de domicilios privados, sino que también gustan de los comunitarios. Una de las zonas a las que se han hecho asiduos son las extensas praderas de hierba que rodean al Parque Comercial, en pleno centro del municipio.



El encargado de mantenimiento del centro comercial mojaquero, Jorge Ortiz Garzón, asegura que los jabalíes, que acuden a partir de las "siete u ocho" de la tarde, levantan la grama con sus morros en busca de alimentos enterrados como los dátiles que caen de las palmeras o lombrices de tierra.



Los destrozos que han causado son de tal magnitud y extensión que provocan estupor. Ortiz explica que la comunidad no emprenderá la reposición de la pradera hasta que se encuentre una solución definitiva, puesto que los animales son capaces de dar al traste con el trabajo de reparación en apenas unos minutos.



Unos vecinos molestos



Los mojaqueros están más que habituados a tener a los jabalíes como vecinos, ya que la cercana Sierra Cabrera supone, en comparación con la sequedad predominante en otras zonas de la comarca, un auténtico vergel en el que proliferan estos y otros muchos animales.


Por ello, los avistamientos e incluso incursiones puntuales en zonas urbanas nunca han sido extraños, pero la frecuencia con la que penetran ahora en el municipio y sobre todo la total ausencia del miedo que otrora mostraran hacia las personas están generando bastante alarma.


Según Jorge Ortiz, al que todos conocen como "El Parse", hasta los cazadores "se quedan aterrados" por este extraño comportamiento, que sin duda se ha visto desencadenado por el confinamiento, pero que no parece estar desapareciendo a medida que los vecinos van reconquistando los espacios urbanos.


Hasta la cocina

Al contrario, los jabalíes cada vez se adentran más y más en espacios privados. Así ha sucedido por ejemplo en el Cortijo La Media Luna, donde como si de unos huéspedes cualesquiera se tratara y aprovechando una puerta abierta, llegaron a adentrarse en el establecimiento atraídos por el olor de la comida que llegaba desde la cocina.


Lourdes López, la dueña y regente de este hostal rural enclavado a los pies de Sierra Cabrera, lleva décadas viviendo en el pueblo y asegura que nunca había visto algo similar. "Han perdido el respeto a las personas", explica la hostelera, que ha intentado ahuyentarlos arrojándoles todo tipo de objetos, ante lo que los animales "ni se inmutan".


Otro vecino, que los pilló in fraganti destrozando su jardín, no dudó en empuñar una pistola de fogueo de nueve milímetros y abrir fuego hasta en cuatro ocasiones contra ellos, pero solo después del cuarto disparo, y con una tranquilidad impropia de un animal en peligro, los jabalíes emprendieron la retirada. "Se nota que nunca los han cazado", razona este hombre, que habita en la zona del cruce.


Prohibido alimentarlos

En un intento de ponerle freno al problema, el Ayuntamiento de Mojácar emitió recientemente un bando prohibiendo alimentar a estos animales, aunque todo apunta a que más bien encuentran el sustento por su cuenta devorando bulbos, raíces, lombrices e incluso comida de mascotas en las casas que allanan, además de lo que encuentran entre la basura que dejan desperdigada por el suelo.


Hartos de esta situación, muchos vecinos están buscando soluciones por su cuenta. El repertorio del arsenal desplegado para frenar las incursiones incluye el uso de transistores de radio encendidos durante toda la noche, repelentes oloríficos, extraños aparatos que se activan con el movimiento imitando el sonido de un ladrido canino y hasta espantapájaros, que jalonan ya los jardines de algunos mojaqueros.


Otros lo han tenido más fácil y con una simple reparación de las vallas de sus chalets han conseguido librarse de estos molestos visitantes. Eso sí, ha de ser exhaustiva. Muchos vecinos coinciden en señalar que los animales son capaces de introducirse por agujeros increíblemente pequeños.


Una solución eléctrica

De momento, la única solución que parece haber demostrado su eficacia de forma definitiva es el uso de 'pastores eléctricos': un sistema de cables electrificados que se instalan rodeando el perímetro y que dan una pequeña descarga, inofensiva, a los animales que intenten penetrarlo.


Otros, no obstante, están ya pensando en soluciones más expeditivas y no faltan las personas que reclaman un control poblacional en forma de batidas de caza.


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