Mojácar

“El éxito de Mojácar es que se acepta a todo el mundo sin prejuicios”

La suya es una historia vital que combina una fuerte vinculación con sus raíces levantinas

María Flores en el mítico chiringuito Aku Aku de Mojácar, uno de los locales con más personalidad del Levante.
María Flores en el mítico chiringuito Aku Aku de Mojácar, uno de los locales con más personalidad del Levante. Néstor Cánovas
Antonia Sánchez Villanueva
11:44 • 01 sept. 2019

Si no fuera presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez se habría dejado caer a buen seguro este verano por el Aku Aku en unas vacaciones mojaqueras. En sus mesas a pie de playa fue captado en una fotografía, de incógnito con gorra calada y gafas de sol, que dio la vuelta a España tras vivir momentos amargos en el cisma interno del PSOE. No es la única cara conocida que se pasea habitualmente por este mítico chiringuito mojaquero, dotado de una atmósfera especial. Una atmósfera que es la apuesta personalísima de María, su propietaria, quien tras vivir 17 años en Alemania volvió al Levante almeriense y emprendió en la Mojácar que tanto ama lo que ella llama su aventura. 



¿Estaba predestinada para la hotelería?



Qué va… para nada.  Yo viví en Alemania del 72 al 89. En el 89 decidimos venirnos mi marido, mi hija y yo. Llegué en junio y en noviembre ya me subía por las paredes. Había vivido 20 años en una ciudad grande y me aburría. Además, trabajando desde los 20 años años.. Me faltaba actividad. Y en mayo del 90 le dije a una amiga mía alemana que había estado casada con un español, tenemos que hacer algo, yo me aburro. Y montamos una cafetería con antigüedades. Seguro que te suena El Blasón en Almería. Diego nos proporcionaba los muebles antiguos. El comedor de la cafetería era la tienda. Ahí empezó la aventura. 



¿Y cómo fue venir a montar esto en la playa de Mojácar?



He tenido dos restaurantes antes. El Rincón primero con esta amiga alemana, ahí estuve dos años. Luego tuvimos el Salinas, que fue un sitio muy emblemático porque se mezclaban todas las nacionalidades que teníamos en Mojácar. Sabes que los alemanes y los ingleses no se llevan bien, rencores de guerra y esas cosas, pues en ese bar se juntaban ingleses y alemanes. Era un sitio muy bonito. Y así surgió toda la relación con la comunidad extranjera. 



¿Su clientela es extranjera fundamentalmente?



Tengo de todo y en verano básicamente son españoles, madrileños muchos. 



¿Aquí vienen muchos famosos de incognito?

Sí. Hace unos días estuvo Juan Diego Botto.


¿Qué encuentran?

Pues que nadie los acosa. Lo tratamos como un cliente normal. No les piden autógrafos, ni les dicen eres fulanito de tal. Pero eso ha pasado mucho en Mojácar. 


¿Cuál es la fórmula del éxito de Mojácar?

Pues yo creo que aquí se ha aceptado a todo el mundo sin prejuicio ninguno. También es verdad que había como dos sociedades paralelas. Una era la extranjera y otra la autóctona. Pero se han llevado muy bien siempre. 


¿El secreto es entonces ser espacio de tolerancia?

Sí. Una sociedad muy abierta. Y luego también la  necesidad. Yo nací en el 52 y tengo recuerdos que se remontan a cuando Mojácar estaba en ruinas. Yo me he relacionado tanto con Mojácar como con Turre. Al tener parte de la familia de Mojácar venía mucho y me ha atraído siempre. Este pueblo me atrae muchísimo. Al principio , el pueblo estaba arruinado. Entonces cualquiera que viniera de fuera a hacer algo era bienvenido. De hecho este pueblo se ha levantado con el turismo.


¿Cuánto le ha aportado el turismo a Mojácar?

Yo creo que todo. Todo porque de los pueblos de alrededor, Garrucha vivía de la pesca, Carboneras igual, Vera era una ciudad de servicios y comercio. Y en Mojácar, que había sido agrícola con los años de sequía, emigró casi todo el mundo. Se quedó vacía prácticamente. Mi madre tenía una casa de herencia de su abuela y vendieron los maderos del techo para sacar dinero pues no había nada. 


En los 60 y 70 empezó a ponerse de moda con un turismo bohemio, de artistas… 

Bueno, hay una obviedad y es que Mojácar es muy bonito. La luz, sobre todo la luz, ha atraído a muchísimos pintores. Yo recuerdo de niña, tendría 6 ó 7 años, y veníamos a la fuente, porque mi madre lavaba en la fuente. Venía desde cuatro kilómetros, tenía una yegua y venía a lavar a la fuente y siempre tengo el recuerdo de ver en cualquier época del año un caballete y alguien pintando, tanto hombres como mujeres.


En los últimos años el perfil del turismo ha cambiado. Hay otro turismo más de marcha nocturna, botellón…

Pero sigue viniendo gente interesante, muy interesante. También antes había menos turismo que ahora, el pueblo era más pequeño. Sin ánimo de criticarlo, pero los hoteles con esos precios de todo incluido, para mí no es nada positivo. 


¿Eso ha perjudicado?

Yo creo que si. Vale que es una tendencia lo del botellón y todo esto, son modas pero si no le das cobijo no vienen. También es verdad que cuando no hay nada te agarras a un clavo ardiendo. 


¿Ha sido una consecuencia de la crisis?

Yo creo que sí. Que se ha abierto por los hoteles, sobre todo los pequeños, que no tenían clientela, que la temporada turística se limita a dos meses, y de dos meses no se puede vivir un año, es mentira. Entonces si alguien te ofrece o te pide alojamiento para un tipo de turismo que han sido las despedidas de solteros…


Mojácar también se ha puesto de moda por eso.

Es horrible. Pero yo creo que Mojácar ha estado siempre de moda. Mira, Mojácar tiene algo que…. como toda la provincia, tenemos costas que no se ven en ningún sitio. Tienes el lujo de bañarte aún en agosto en un sitio solo, no se da eso en muchos sitios de España. Y del extranjero ya ni te cuento. Los precios son relativamente asequibles, en toda la provincia. 


Se nota que es una enamorada de esta zona del Levante, pero está la del Poniente, que imagino conoce…

He sido guía del Imserso allí, sí, y llevado turistas… (Risas)


¿Se pueden poner al mismo nivel ambas costas?

Para nada. Sin animo de ofender a nadie. No me gusta nada. Ni paisajísticamente tampoco. Lo del plástico ha puesto Almería en el mapa pero….  prefiero reservarme. 


Viaja mucho y puede ver la comparación con otras zonas. 

Sí, y hay muchas carencias. 


¿Qué nos falta?

Infraestructuras sobre todo y luego un poquito de visión de futuro falta, a los dirigentes y a mucha gente.


¿Que necesitaría esta zona para ser más y mejor de lo que es?

Yo no quiero que esto aparezca como una crítica pero sí hay muchas carencias. De servicios, muchísimo. No quiero hacer política con esto, pero nos empeñamos en que Mojácar tenga un paseo marítimo de doce kilómetros. Pero antes de esto considero que hay que hacer otras cosas. 


¿Qué es lo más satisfactorio que le ha dicho gente que haya venido a su local? Porque es muy conocida por las paellas…

Pero no sólo eso, a veces hasta me molesta que me digan que me conocen sólo por la paella. Tenemos muy buena comida, yo opto por la calidad y apuesto fuerte por ello. Soy una romántica. 


¿No prima mucho en las zonas turísticas meter  gato por liebre?

Yo desde luego no. En Mojácar se come bien. La gente cuida. Ya hay muchos profesionales, la gente ya tiene conocimiento. ¿Que hay sitios con menos calidad? como en todas partes. Pero creo que Mojácar sí puede presumir de profesionales. 


Apuesta por la calidad, más allá de las paellas….

Sí, aquí tenemos muchísimo pescado fresco, ensaladas, las carnes. Tenemos de todo, pasta fresca rellena que casi nadie la hace, y la hacemos a diario aquí. Y luego el entorno, es un lujo estar sentado comiendo bajo un árbol a la orilla de la playa. Y  el equipo humano que tengo es maravilloso. 


¿Apuesta también por la continuidad de su personal?

Yo abrí esto en 2003 y la chica que empezó conmigo limpiando la cocina es la cocinera de hoy. Llevamos dieciséis años caminando juntas. La mayoría de los camareros son gente que lleva diez, doce años conmigo, Por la noche tengo gente más joven, apuesto por la gente joven también. En muchos sitios piden experiencia y si no les das trabajo no sé dónde la van a coger. Y muchos son estudiantes. 


Usted ha apostado también por un concepto de restauración no convencional, que combina mucho con la cultura. 

Sí, yo apuesto por la cultura. Soy una romántica, porque a mí me gusta muchísimo. 


Y aquí ofrece cine, música…

Desde 2005 a 2008 hice tres festivales de cortos, La boca del lobo. Pero aquí no hay mucho cinéfilo, igual venían diez personas, y para la gente que lo proyectaba era un poquito decepcionante. Y después aposté por el cine. Se lo propuse a Federico Moldenhauer, que en Garrucha tenia el cine, y proyectaba aquí Como en el pueblo no había cine no le hacía la competencia a nadie. Era maravilloso, el ruidillo de la máquina. Cuando se acababa un rollo encendíamos la luz y ponía otro rollo. Pero como ahora todo es digital, es otro estilo. Pero sigo haciendo cine los martes. Y lo que más le gusta a la gente es comedia, cine para no pensar. Cambiamos el menu, damos bocadillos, cambiamos toda la mesa hacia la playa y la pantalla es la arena. Y luego tenemos los fines de semana conciertos. Yo he llegado a hacer 53 conciertos en un verano. Por aquí han pasado prácticamente todos, os Habichuela, Tomatito ha tocado dos veces, Tomasito, Jorge Pardo viene casi todos los años...  Se da algo muy especial porque para un músico que vive en una ciudad grande llegar aquí por la mañana o al mediodía a comerse la paella y darse un baño. A las siete prueba de sonido. A las ocho se van al hotel, se duchan, se vienen y a las once empieza el concierto. Y para ellos es un relax. 


Es un concepto  avanzado el que ha aplicado aquí. 

¿Sí, eso piensas? Yo parte de una base, que me gusta la música, es una asignatura pendiente. Yo no he tenido ocasión de estudiar música porque no había conservatorio. Y aparte de eso he vivido en el extranjero y por mi edad me ha marcado un estilo de música, que es el jazz, el blues, y el flamenco, que me apasiona. El concepto es que yo ya tengo 67 años y no quiero complicaciones, y la vida  quiero vivirla tranquila y el tipo de música que hago me da eso. 


¿No he tenido problemas que le hayan hecho reconsiderarlo?

El único problema es que hay una ordenanza municipal que no se puede hacer música en directo, a las doce y media tenemos que acabar los conciertos. Estamos un poquito limitados. 


¿Vivir en el extranjero le ha marcado las cosas que ha hecho, traía una mentalidad más avanzada?

Por supuesto.  Me fui con 20 años, siempre he sido una avanzadilla y a los 20 años te marca tu forma de ser. 


Cuando volvió 17 años después, ¿qué choque se encontró?

En el día a día sobre todo. Cómo funcionaban las instituciones, yo me quedé perpleja con la primera licencia fiscal que solicité para el primer bar. Llegamos a Hacienda a pagar, había dos ventanillas y no había nadie. Preguntamos dónde estaban porque queríamos pagar y nos dijeron, no, están desayunando. O ir al médico a las nueve de la mañana con cita y decir no, hasta las 10 no. Como yo no tenía experiencia laboral en España me chocaba muchísimo esa serie de cosas. O un certificado de empadronamiento que tardara tres días. Me sigue sorprendiendo. Pero luego hay  una calidad de vida que no la tenia allí. 


¿Quien ha emigrado entiende mejor a los inmigrantes que vienen aquí?

Por supuesto, ¿sabes qué digo yo cuando han surgido todos estos problemas? Yo les empaquetaba con una maleta, les sacaba un billete de tren y los mandaba a Europa. No más lejos, a Europa. Verás como venían con otra mentalidad. Pero estoy de acuerdo en que hay que regular todo. 


¿Qué sueño tiene? ¿Hay algo aún que le gustaría hacer?

No, porque volver atrás no. Si tuviese menos edad, sí podría hacer. Sueño, sueño… que me toque la lotería y poder hacer en Mojácar un Auditorio. Lo haría y lo donaría. Y lo haría con todo lujo de detalles. 


¿Hay algún personaje que le gustaría ver aparecer por esa puerta?

Mujica, el ex presidente de Uruguay. Porque a Pedro [se refiere a Pedro Sánchez] lo veo. Y en Madrid también.


Bueno, desde que es presidente ya no. 

No, no le dejan.

 

Pero a él le gusta esto.

Muchísimo. Ha venido muchos años, cuando nadie lo conocía. 


¿Es este un sitio perfecto para grandes conspiraciones?

(Risas) Bueno, sí es verdad que aquí la gente se mantiene anónima, eso sí, pero en cualquier sitio en Mojácar. A mí me sucedió algo curiosísimo, estaba trabajando con el Inserso y un mes de febrero mi jefa de aquí me dijo, por qué no me llevas al pueblo a tomarme una caipirinha. Llegamos y ni gatos había. Entramos en el bar las dos solas, de repente se abre la puerta y aparece un famosísimo director de cine. Apareció por la puerta y dices es surrealista. Y eso suele pasar, pero fuera de temporada más que en temporada. 


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