Vera

Dos coches no se detuvieron cuando les pedían ayuda en el intento de violación

El agresor, al que lograron retener cuatro vecinos, está en prisión preventiva y sin fianza

Carretera donde sucedieron los hechos, en la zona de Cabuzana de Vera.
Carretera donde sucedieron los hechos, en la zona de Cabuzana de Vera. La Voz
Víctor Visiedo
07:00 • 25 oct. 2018

Cuatro vecinos de Vera se convirtieron el domingo pasado en héroes al intervenir para evitar una agresión sexual en plena calle. Gracias a su determinación y valentía, un hombre de 39 años que se escondía agazapado en unos matorrales en el Camino de Cabuzana no pudo llegar a perpetrar una violación a una señora de 39 años que hacía deporte por la zona y a la que consiguió lanzar al suelo e intentar forzar.



Sin embargo, su ejemplar actuación contrasta con la de dos conductores que pasaron por el lugar de los hechos y no se detuvieron a pesar de que los cuatro testigos les solicitaron ayuda.



Así consta en el auto del Juzgado de Instrucción 4 de Vera al que ha tenido acceso LA VOZ, donde se detalla que, finalmente, sí que paró una mujer. “Los testigos intentaron parar dos coches para pedir auxilio mientras retenían al detenido, no deteniéndose, hasta que al final paró un tercer coche conducido por una mujer y con cuyo teléfono móvil pudieron pedir auxilio a Emergencias”, señala.



En esa misma resolución, el juez ha decretado prisión provisional, comunicada y sin fianza para el presunto agresor, acusado de un delito de tentativa de agresión sexual con la concurrencia de las agravantes de alevosía y reincidencia. Le constan dos condenas por agresiones sexuales consumadas en 2008 y 2011 en Cataluña. El juez acuerda la prisión al existir también riesgo de fuga porque no le consta trabajo, pensión, arraigo o existencia de familiares.



Riesgo de reincidir



El juez señala que el detenido se negó a declarar, y aunque manifestó un domicilio, “no se puede asegurar la existencia real del mismo, pues ha dado dos descripciones distintas”, a lo que añade que para justificar la prisión, a la que se opuso la defensa, determina “el peligro máximo que supone la libertad de esta persona y la posibilidad de cometer nuevos hechos delictivos de similares características. Es más, puede anticiparse que de no haber sido por los testigos, quizás el detenido podría haber consumado el delito”.



En cuanto a la celebración del juicio oral, el juez explica que “no debe demorarse demasiado” pues la instrucción parece casi concluida a falta de pericial psicológica de la víctima.



Cabe recordar que los cuatro testigos que impidieron la agresión (Manuel Santiago, Cristóbal Cortés, Santiago Martínez y su hijo Santiago Martínez) regresaban de una jornada de caza hacia Vera en un Opel Corsa cuando vieron cruzar al detenido, saliendo de los arbustos, y pasó corriendo por detrás del coche para dirigirse a gran velocidad y de forma directa hacia la víctima, “mientras se sujetaba los pantalones por detrás tras habérselos desabrochado previamente y pensaron que podría tener malas intenciones”, según cita el auto del juzgado. 


Por ello, el conductor del vehículo dijo a los acompañantes “qué mala cara tiene ese” y decidieron orillar su coche para ver qué ocurría. Al ver los hechos, los testigos corrieron hacia la víctima, y al llegar “la escucharon pedir auxilio —en lituano y en español— al tiempo que encontraron al agresor agarrándole fuertemente del cuello para asfixiarla”.


Fue entonces cuando corrieron en auxilio de la víctima y consiguieron separar al agresor, con grandes esfuerzos porque “la agarraba fuertemente” y lograron retenerlo con sus propios medios hasta la llegada de los agentes de la Guardia Civil y Policía Local, al tiempo que uno de ellos intentaba calmar a la mujer.


La víctima sufrió heridas leves

La víctima sufrió heridas de consideración leve. Se le apreciaron “un pequeño hematoma en el pómulo derecho y contusiones en ambas rodillas”. Cabe señalar que el agresor, presuntamente, sorprendió a la mujer mientras hacía deporte por una carretera poco transitada y la acogió fuertemente del cuello y la arrastró hacia una zona de campo y arbustos aprovechando que había poca luz por ser el atardecer.


La resolución recoge que la mujer intentó “zafarse por todos sus medios, y que intentó golpear al detenido con las llaves y usar el teléfono móvil para intentar pedir auxilio por él aunque no podría dado el agarre de él”.


Los testigos relatan que no vieron síntomas de embriaguez en el agresor, sino que “estaba tranquilo y consciente de lo que hacía”. No obstante, uno de ellos cree que “podría haber tomado alguna droga”.


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