Un epitafio literario a los 40

Marta Rodríguez
20:42 • 24 jul. 2019

Juan Manuel Gil no lo sabe aún, pero ha escrito su última novela. Lamento que tenga que enterarse a través de estas líneas de que ‘Un hombre bajo el agua’, la obra que publicó en junio con Expediciones Polares, es algo así como un epitafio literario que irrumpe a los 40. Un libro que une con un hilo invisible toda su producción y le da sentido. Un sentido nuevo y poderoso.



En un ejercicio en el que casi se ríe de la autoficción tan manoseada por sus contemporáneos y se adentra -a veces con temeridad- en las memorias, no es solo que el protagonista se llame como él y uno lo imagine con su barba y su inseparable gorra, es que sus obsesiones como narrador, su barrio de El Alquián y los miedos infantiles de los chicos de su generación están ahí, flotando en la superficie de una balsa.



Y ese es el elemento en torno al que gira toda la trama: la balsa en la que el adolescente Juanma Gil encuentra en extrañas circunstancias un cadáver, el cuerpo sumergido de un chico. A lo largo de casi 300 páginas, ese plano de la historia se contrapone a un segundo en el que el Juanma adulto decide reconstruir este hecho traumático de su pasado recopilando testimonios para quién sabe si escribir una novela. ‘Un hombre bajo el agua’ son los apuntes y las entrevistas para esa no-novela.



Escrita con el pulso narrativo que caracteriza a Gil, en el libro hay alusiones a sus proyectos anteriores. De ‘Las islas vertebradas’ (Playa de Ákaba, 2017) recupera la llamada cláusula de equilibrio -según la cual, es posible sacrificar una vida a cambio de otra- a través de un relato que parte en dos una historia de la que no podemos creer una coma pese a su apariencia de veracidad.



Pero es que además el novelista pone a prueba a sus incondicionales con una escena que alude a una de las columnas más inquietantes de ‘Hipstamatic 100’ (LA VOZ,  2015) en la que un hombre vuelve un día a casa y descubre que la que creía su vida ya no lo pertenece.



En ‘Un hombre bajo el agua’, Juanma juega como un niño, baila desnudo ante el lector y traza la cuadratura del círculo de toda su obra. Ahora le quedan dos opciones: retirarse a los 40 o arremangarse y volver a bajar a la mina, tal y como definió escribir su admirado Philip Roth.





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