Real y Reina, dos calles sobre las que volver

Los cofrades regresan a estas calles para admirar el pasar de los cortejos

Calle Real en una imagen de la colección ‘Calles y plazas de Almería’ de LA VOZ.
Calle Real en una imagen de la colección ‘Calles y plazas de Almería’ de LA VOZ. La Voz
Juan F. Escámez
21:12 • 31 mar. 2018

Durante siglos, Real y Reina, han sido las vías principales de una ciudad que miraba al mar y que en esta semana grande, los cofrades de Almería, volvemos a ellas para admirar el pasar de los cortejos a través de su sinuosidad, su trazado quebradizo y su estrechez. 



Desde los pies del cerro de San Cristóbal hasta las inmediaciones del puerto, la calle Real recorre serpenteante el casco histórico, como testigo mudo del día a día y del quehacer rutinario. Pero esta semana se transforma en una espectadora privilegiada del paso de cada hermandad que por ella, sea en sentido ascendente o descendente, ha seguido su trazado para realizar las distintas estaciones de penitencia.



Múltiples nombres ha disfrutado a lo largo de su historia, así pues, a la llegada de los Reyes Católicos, la calle se conocía como calle de la Mar, posiblemente ya tendría este topónimo en época musulmana. 



En el siglo XVIII, el tramo correspondiente entre Gerona y el parque, era conocido como calle de los Mesones, dividiendo las huertas de los Trinitarios y Dominicos. Debido a su cercanía al mar, se debieron de establecer aquí las lonjas de contratación y hospederías desde siglos atrás. Orbaneja, menciona el mesón de Montenegro. Las condiciones de habitabilidad no deberían de ser las mejores y así se hace constar en 1632, tras la visita de un juez de la Santa Cruzada, le comunica al Cabildo catedralicio “que el mesón en el que está no es lugar decente”. Lo normal para visitas de personas con cargo de cierta importancia sería el hospedaje en los conventos.



El siguiente tramo, a partir de Gerona, adoptó el nombre de Real de la Cárcel. La prisión la proyectó Juan Antonio Munar en 1789 y a pesar de disponer múltiples informes de las malas condiciones de la cárcel, no se trasladó hasta principios del siglo XX. 



Trinidad Cuartara proyecta la reforma y alineación de la calle, pretendía otorgarle 7 metros de anchura y para ello divide la calle en cuatro tramos, el primero, desde entre Tiendas y Unión, en el que se llegó a realizar de forma muy dilatado en el tiempo. El segundo tramo entre Unión y la zona conocida como Cuatro Calles (cruce entre Real, Eduardo Pérez y Trajano). El tercero, hasta la calle Gravina, y el cuarto, hasta el parque. En este último tramo, se construyó la Posada del Mar en el siglo XVIII, y por la que tuvo que pagar Miguel Pastorfido 12.600 reales. 



Nombres
Custodiando y separando en época musulmana, los barrios amurallados de la Medina y la Musalla, la calle de la Reina se origina en el cauce de una rambla que recoge el agua desde la Hoya Vieja. Así, la rambla llegó a llamarse de Gorman. El nombre que recibe se debe a la visita de la monarca Isabel II en 1862, aunque en 1868 la revolución provocó que se llamara rambla de la Libertad. Las idas y venidas políticas influyen directamente en la imposición de los nombres de las calles, así pues, en 1875 vuelve al título regio hasta 1931 que lo cambiaron por Mariana Pineda. En 1940 será Queipo de Llano, hasta que una vez el régimen franquista, volviera a ser calle de la Reina.



La calle de la Reina es la antesala de la calle Real de la Almedina que concluye en la iglesia de San Juan. En este cruce se hallaba la puerta de la Imagen, puerta de acceso a través del camino de Pechina. Según el padre Tapia, el nombre se debe a una imagen de la Virgen María que coronaba y presidía la puerta, ya que esta ocupaba el solar de la primera iglesia cristiana de Almería en el siglo X.

En el extremo sur de la calle se encuentra uno de los edificios más importantes de nuestra ciudad, el hospital de Santa María Magdalena, por ser el único edificio civil del siglo XVI que conservamos.


Por mandato del obispo Diego Fernández de Villalán, que compró el terreno y las casas cercanas, el 13 de abril de 1547 se comenzaron a abrir los cimientos de este gran complejo, gastándose 1.601.367 maravedíes y en la que intervino como maestro de obras Hernando de Salinas. El 7 de junio de 1552, tras cinco años de trabajo sin interrupción, se celebró la primera misa el lunes de Pascua de Pentecostés en la sala principal. El edificio es de dos plantas, con patio porticado abierto al sur, hacía las huertas que lo rodeaban. Sobre la puerta se colocó en un principio el escudo de Villalán, pero en 1777 se trasladó al interior. Año en el que se trasformó la portada, colocando el escudo real y la inscripción que a día de hoy conserva. Este gesto daba paso una gestión civil del mismo, manteniendo la Iglesia su influencia.


Reina y Real, calles con topónimos que no son resultado del azar, seguirán conduciéndonos a través del casco histórico, manteniéndose a la espera de una nueva Semana Santa, y mañana solo quedará el recuerdo de la cera en el suelo de sus calles, de sus sinuosas calles.    


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