Los tiempos del primer turismo

No fue de verdad hasta los años 60, cuando explosionaron las primeras urbanizaciones y hoteles

Playa de El Palmer con los coches en la arena y al fondo el primitivo Hotel La Parra.
Playa de El Palmer con los coches en la arena y al fondo el primitivo Hotel La Parra.
Manuel León
03:20 • 10 jul. 2022

La provincia de Almería no dispuso de una actividad turística más o menos reglada hasta que no alboreó la década de los 60. No hubo hasta entonces un turismo organizado con agentes de viajes y captación de visitantes en origen ni infraestructuras acorde con la incipiente industria.



Desde los primeros intentos a principios del siglo XX con la instalación de balnearios para baños de mar en las playas de capital, la asistencia del primer Patronato de Turismo a la Exposición Iberoamericana de 1931 y la acuñación de Almería como ‘Costa del sol’ por el hotelero austriaco Rodolfo Lussnigg, se vio el largo recorrido que a la provincia le quedaba por hacer para equipararse a otros destinos españoles y europeos. Los 40 fueron años de subsistencia en Almería como en el resto del país, con escasas posibilidades para la inversión en alojamientos y en mejora de las comunicaciones.



La Diputación Provincial edita en 1950 una Guía Turística escrita por el periodista Sixto Espinosa Orozco que es pionera en el hecho de incluir en una misma publicación todo el valor turístico que ofrecía hasta entonces Almería al visitante y que llegó a circular en inglés y en francés.



Los cambios significativos se empiezan a vislumbrar a partir de la llegada al Consejo de ministros de los llamados tecnócratas. En 1962 Manuel Fraga Iribarne releva a Gabriel Arias Salgado al frente del Ministerio de Información y Turismo con el propósito de convertirlo en la primera industria nacional. Almería, como España, había empezado a ver despuntar su economía con las divisas de los emigrantes y con una mejora generalizada de las condiciones de vida. 



Empiezan a afianzarse, con cierta bisoñez aún, nuevas zonas de desarrollo urbanístico como Mojácar. Allí, su alcalde, Jacinto Alarcón, puso en marcha a través de una campaña de prensa en Abc la iniciativa de regalar un solar a todo aquel que edificase una casa. Así empiezan a llegar diplomáticos y artistas que hacen de ese municipio una avanzadilla que lo que estaba por venir y se empiezan a promover los primeros hoteles como el Indalo, el Mojácar y el Moresco. 



En 1963 se crean por ley los Centros Interés Turístico Nacional (CITN) promovidos por la iniciativa privada, que se van a beneficiar de incentivos fiscales y supondrán la transformación de suelo rústico en urbanizable a cambio de una calidad del producto final y una capacidad mínima de 500 plazas en suelos no inferiores a 10 hectáreas.  Se llegaron a proyectar seis en la provincia, pero no todos salieron adelante.



El primero de ellos en toda España fue el CITN de Aguadulce, compuesto por 68 hectáreas y aprobado en 1964 para 7.000 plazas turísticas. Fue el germen de la Urbanización Aguadulce, gestionado una Entidad de Conservación. A través de esta iniciativa surgieron también el Hotel Aguadulce y los edificios Satélites Park que dotaron al viejo núcleo de Aguadulce de un ambiente cosmopolita. 



En Roquetas, en 1967, con 100 hectáreas y 6.000 plazas, empezaron a aflorar establecimientos como el Hotel Roquetas, Sabinal, Zoraida o el Alis, junto a apartamentos y bungalow y discotecas como Apocalipsis, transformando lo que era un pueblo marinero en el primer emporio turístico de la provincia. Un hecho también significativo en el Poniente almeriense es que el desarrollo del primer turismo llegó de la mano de la explosión de la agricultura intensiva bajo plástico.


El Campo de Dalías impulsó también su Centro de Interés Turístico a partir de 1967, lo que hoy es Almerimar, a través de la iniciativa del empresario palentino Agustín González Mozo y la constructora inglesa Mac Alpine.


También se proyectaron, pero sin éxito, otros CITN en la provincia: Mar de Alborán, en Balerma, en 1976, sobre 340 hectáreas; el de Macenas, también en 1976, con una inversión prevista de 850 millones de pesetas en 245 hectáreas; Las Marinillas, en Almería, que fue aprobado en 1971 sobre 55 hectáreas para 6.300 plazas. Se vio afectado su desarrollo por la calificación de parte de sus terrenos como zona de servidumbre del aeropuerto. La crisis del petróleo de 1973 atemperó muchos de estos iniciales proyectos orientados a la industria turística.


Garrucha también empezó a desarrollarse turísticamente con la llegada de un joven empresario de origen catalán, José María Rossell, que arrendó los primeros hostales de la zona al empresario Francisco Gea Perona: El Costablanca y Los Arcos.


Se crean en esa década de los 60 y finales de los 50 los primeros campings de la provincia como La Garrofa en Almería, Las Palmeras en Vera y El Cantal en Mojácar, que dan respuesta a otro modo de entender el turismo más bohemio y liberal. En Vera Playa emergen nuevas urbanizaciones como Maricielo, promovida por el General Cabanillas, destinado a un turismo nacional, con una construcción tipo mediterráneo de chalés y bungalow. También emerge con inversores de origen belga la urbanización Puerto Rey, que con el tiempo se convertirá en una de las de más standing de la provincia.


La capital, una vez construido el aeropuerto en 1968, empieza su expansión hacia levante. En la década de los 70 ya estaba en marcha Costacabana y un poco después Retamar sobre 430 hectáreas promovidas por la promotora Urbanizadora del Mediterráneo.



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