Tesoros ocultos del Provincial: cerámicas y una pila del siglo XVI

La capilla tendrá uso cultural y en ella se han descubierto los primeros pilares de fundición

Lola González
07:00 • 03 oct. 2021

Recorrer los pasillos en obras del Hospital Provincial, los que llenará de vida el Museo del Realismo Español Contemporáneo, es todo un privilegio. Si además se hace de la mano de quienes mejor conocen los secretos que el propio edificio va desvelando a cada paso de su rehabilitación, el premio es doble. Quizá por ello no hubo suficiente con un primer reportaje para contar todo lo que se podrá disfrutar en 2022 y toca volver a colarse entre los muros de estos edificios.



Arrancamos la visita desde la fachada sur, esa en la que ya se pueden ver los tonos rosados, y nos adentramos en el edificio hasta llegar a un espacio conocido, no en vano fueron muchos los días en los que me escapé entre ruedas de prensa a echar una visita a ‘mis’ Penas. Es la que hasta hace bien poco fue la capilla de Santa María Magdalena. En la visual poco ha cambiado en este templo que se erigiera en el siglo XIX “a expensas de don Francisco Javier de León Bendicho y su esposa M.ª de los Dolores Puche”. Eso sí, han desaparecido todos los símbolos religiosos, como procede tras una desacralización del espacio, y los bancos desde los que se oía misa. 



A pesar de que todo parece igual, hay algo distinto. “Estos pilares de fundición, tan sencillos y tan anónimos como parecen, son los primeros de hierro que se utilizan en el siglo XIX en Almería. Hemos comprobado que no hay ninguno anterior. Y es curioso porque parecen incluso un tanto ajenos al resto de la capilla que está realizada en piedra y ladrillo”, explica el arquitecto encargado del proyecto de rehabilitación, Alfredo Garrido. No recordaba yo pilar alguno en anteriores visitas y se apresura a contar el arquitecto provincial que “se encontraban ocultos tras un murete de ladrillo que se ha tirado para ponerlos en valor”.



Echamos una nueva visual al espacio y llega la gran pregunta: ¿cuál va a ser su uso? “No estará incluido dentro del Museo del Realismo Español pero tendrá un uso cultural y diverso, será un espacio singular para realizar actividades”, explicaba el diputado provincial de Presidencia, Fernando Giménez. No sin melancolía de aquellos Sábados de Pasión, abandono el antiguo templo y seguimos ruta. 



Paramos ahora en una de las salas del antiguo Hospital de Santa María Magdalena. Techos de madera y paredes de tapial ocultas tras azulejos blancos nos dan la bienvenida, son las antiguas cocinas, esas de cuyos fogones salieron los platos que dieron fuerzas a los enfermos que luchaban por recuperarse en la sala del artesonado mudéjar. 



Pila 



Todo está en plena rehabilitación y en ese proceso, hace apenas unos días, “se encontró una pileta de piedra datada en el siglo XVI en la que se lavaban los cacharros”. Si uno se fija puede ver hasta el agujero que hacía las veces de desagüe. Pero en esta excavación también apareció “una pequeña colección de cerámicas utilitarias del hospital que ahora mismo está en proceso de limpieza y restauración para ser catalogada”, explica Garrido. La intención de la Diputación Provincial pasa por “pedir la custodia de todo lo aparecido a la Junta de Andalucía para poder depositar en el interior de la pila estas cerámicas, acristalar la zona y permitir así a los visitantes del museo que lo vean”, añadía.




Reiniciamos la marcha y hacemos parada bajo el escudo del obispo Villalán. “¿Ves esa puerta pequeñita?” me dice Alfredo Garrido señalando una especie de ventana enrejada de la habitación contigua y que tiene salida a la fachada principal del inmueble, la de la calle Hospital. “Esa es la entrada primigenia del edificio en los siglos XVI y XVII hasta que en el siglo XVIII se centra la entrada al ampliarlo. ¿Por qué estaba la entrada descentrada? Porque las dependencias de las antiguas cocinas eran en ese momento el granero del Obispado así se construye esa puerta como entrada para que al llegar se pasara bajo del escudo de Villalán y se subiera por la escalera de Juan de Orea hasta llegar a la sala de enfermos”, explica el arquitecto.


Mientras las labores para la réplica de la escalera de Juan de Orea están aún en pleno proceso, lo que sí está culminada es la recuperación del escudo de Villalán. “Tenía repintes y hasta tres capas de cal. Se le había dado hasta una capa de betún para oscurecerlo que ha sido lo más difícil de eliminar para intentar devolverle el tono original de la piedra”. El color no lo puedo contar porque está tapado y protegido de todo el polvo que se mueve en la obra.


Humedades 

Tras recorrer la sala de San Rafael y la sala del artesonado mudéjar Alfredo Garrido explica la importancia de esos trabajos que no se ven, los que no lucen pero que son vitales para que el que fuera Hospital de Santa María Magdalena pueda seguir viendo pasar los años y hasta los siglos: eliminar las humedades. “Se han practicado unas 2.400 inyecciones de resina de silicona en la base de todos los muros para protegerlos del alto nivel freático por la cercanía del mar. Son obras que no están a la vista pero que quedan en el alma del edificio y en las que se ha invertido 150.000 euros”.


Lo que sí se ve, y bien que lo disfrutan los usuarios del CARE Nicolás Salmerón, es el cambio que ha dado la fachada lateral de la ampliación que se realizara en el siglo XVIII y la del edificio diseñado por Enrique López Rull a finales del siglo XIX. Hasta agosto de 2020 entre ellos existía un pequeño inmueble de dos plantas de salas que los conectaba, su demolición ha permitido recuperar la calle que tradicionalmente los había separado. Se rompía así la imagen uniforme que se le había querido dar a ambos espacios que contaban con un mismo revestimiento, y se ha apostado por diferenciarlos dando un tratamiento diferente a cada una: la del siglo XVIII tendrá los tonos rosáceos y se han cegado algunas de las ventanas abiertas a lo largo de los años sin tener en cuenta el diseño original (aunque se podrá distinguir su presencia), y para el de López Rull se han ido eliminando capas de revestimiento para poder recuperar la tonalidad y los colores para que la imagen sea la más parecida a su origen.



También en este patio compartido con la instalación sanitaria se han recuperado los ‘patios ingleses’  de ambos edificios. Un patio inglés es una especie de pequeño espacio al aire libre semienterrado y que en este caso son los que aportan luminosidad y ventilación a los sótanos. “Estos fosos los había tapado la Junta de Andalucía y se han recuperado después de una negociación con el Servicio Andaluz de Salud”, explica Alfredo Garrido. Y es que uno de ellos, el que  está ubicado junto a la ampliación del hospital de 1778, es el que iluminará la sala de conservación museística, uno de los requisitos que ponía la Consejería de Cultura para que el Museo del Realismo Español Contemporáneo pudiera sumarse a la red de museos de Andalucía. Una sala que antes acogió el tanatorio del centro sanitario.


Espacio abierto

Cerramos la visita en el Paseo de San Luis y despejando la duda de si habrá finalmente un auditorio bajo esta entrada sur que será la principal del museo. Explicaba Fernando Giménez que finalmente se ha desechado esta opción porque consideran que la ciudad gana más con el espacio público que con este salón de actos cuya actividad puede desarrollarse en la antigua capilla.


Los trabajos de rehabilitación de esta fase continúan con la intención de que las obras puedan estar listas a finales de este año y que sea a lo largo del primer semestre del próximo año cuando se abran las puertas de este espacio como Museo del Realismo Español Contemporáneo.



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