En casa - Día 28

“Kennedy ganó las elecciones a Nixon con un simple pregunta: ¿le compraría aél un coche usado?”

El presidente norteamericano John F. Kennedy.
El presidente norteamericano John F. Kennedy. Pixabay
Ricardo Alba
14:02 • 14 abr. 2020 / actualizado a las 14:03 • 14 abr. 2020

Corría el año 1979 de nuestra era. Con un mes de por medio, creo recordar que se celebraron las primeras elecciones generales y municipales de la aún presente democracia. En aquellos tiempos nadie en este país, excepto algunos privilegiados que habían estudiado en el extranjero, tenía idea alguna de técnicas electorales en prensa. Por aquel entonces, concretamente en el año 1977, yo estaba en el momento justo y lugar adecuado sin pretenderlo y sin sospechar que la Fundación Neumann me ficharía para adiestrarme en un programa extenso e intenso de Comunicación Política. Posteriormente puse en práctica los conocimientos adquiridos.



Viene lo anterior a cuento debido a que se me quedaron empotrados en la mente algunos casos éxitos y fracasos electorales. Uno de ellos, por abreviar, fue como Kennedy ganó las elecciones a Nixon. Con un simple pregunta: ¿le compraría usted (a Nixon) un coche usado? La respuesta fue: no. Entre otros factores, la desconfianza jugó en contra de Nixon. En las sesiones televisivas semanales de nuestro presidente Pedro Sánchez, me siento en el sofá con el ferviente deseo de creer lo que dice.



Justo al lado de mi ventana han colocado un andamiaje, varias escaleras junto a rodillos, cubos y latas de pintura. Al parecer van a pintar la fachada de la comunidad. Me asomo. Dos hombres de blanco con mascarillas se disponen a la faena. Por romper el hielo les pregunto que qué tal. Pues ya ve, aquí, con el agobio de las mascarillas. ¿Y no lo podrían dejar para más adelante, cuando esto pase? Los dos se encogen de hombros. Son mandados. No crean, se agradece escuchar una conversación en vivo, aunque con las mascarillas puestas he de adivinar sus palabras. No es que quiera fisgonear en su conversación, es que resulta inevitable no oírlos.



Me llega un correo de mi operadora de telefonía. Que va a expirar en breve mi clave de acceso, que les envíe mi contraseña actual y, después, me enviarán otra nueva. Como me huele raro, intento, así como veinte veces, hablar con la compañía. Al final lo logro. Disipo las dudas. Ya tengo renovada la contraseña. Es que estos días se dan cosas muy raras por el Internet, así que lo mejor es asegurarse antes de que desvalijen las cuentas.



Me llegan tambores lejanos. Suenan a que algo raro sucede en la casa Consistorial de Vera y sus alrededores. En el momento que lo tenga más claro, se lo cuento. Por cambiar de palo, mi familia se ha puesto en plan competición de torrijas. Se retan a cuál sabe mejor, qué ingredientes añadir, qué tipo de pan… Complicado saberlo al no poder probarlas, eso sí, en las fotos tienen una pinta riquísima. Desconocía la afición súbita de algunos familiares por la repostería pascual. Ni falta hace decir, pero lo digo, que ninguna como las torrijas de mi madre, a la que no veo, tampoco a mi padre, desde hace no sé cuanto tiempo. Cuántas ganas de abrazarlos, aunque ya saben, yo, sin dudarlo me quedo en casa.






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