Paralizados por la pandemia: la odisea de (no poder) regresar a casa

Muchos almerienses en el extranjero han podido volver mientras otros aún no tienen cómo hacerlo

Los protagonistas de las cinco historias recopiladas por LA VOZ.
Los protagonistas de las cinco historias recopiladas por LA VOZ. La Voz
Evaristo Martínez
02:23 • 25 mar. 2020

La situación de parálisis global que ha provocado el coronavirus ha afectado a miles de españoles lejos de sus hogares. Según el ministerio de Exteriores, en una información publicada en el diario 'El país', hay 2.700.000 españoles residentes en el extranjero, a los que hay que sumar otros 65.000 registrados en los servicios consulares y embajadas españolas a los que se ha pedido regresar. Sin embargo, no es fácil: vuelos cancelados, trámites burocráticos y la psicosis con la enfermedad que recorre el orbe convierten en una odisea la vuelta a casa.



LA VOZ ha recabado cinco historias de almerienses a los que la pandemia sorprendió a miles de kilómetros de su casa. Algunas de esas historias ya han tenido un final feliz y sus protagonistas están de vuelta, o en vías de hacerlo, aunque otras están aún por escribir.






Carlos Jesús Serrano: "En la India éramos nosotros los infectados"



Carlos Jesús Serrano, natural de Cuevas del Almanzora, ya está en España. Él y su novia, Pilar, han podido salir de la India justo antes de que el país decidiera el confinamiento de sus 1.300 millones de habitantes durante tres semanas.



"Llegamos allí el 4 de marzo y al principio toda iba bien aunque es cierto que el coronavirus nos iba pisando los talones", cuenta en una charla con LA VOZ días antes de poder regresar a España.



Ellos tenían un vuelo que debía llevarlos de Nueva Delhi a Munich, y de ahí a Madrid, el 24 de marzo, cuando concluía su viaje por la India. Pero cuando todo se desató, la compañía canceló el vuelo. "Se lavaron las manos, no respondían a nada". Por tanto, "de forma proactiva", decidieron comprar otro billete con una de las tres únicas compañías que desde allí vuelan a Madrid.



"La embajada española en la India nos decía que volviéramos cuanto antes pero era imposible porque del 22 al 29 de marzo ya habían puesto restricciones en los vuelos de entrada y de salida. En esos momentos de agobio, muchos españoles decidieron comprar vuelos para los días 21 y 22, vuelos a más de 1.800 euros el pasaje, y sin la seguridad de que no los fueran a cancelar".


Así, el pasado viernes 20, la pareja logró un pasaje para Ámsterdam desde donde volarían hasta Madrid, aunque para ello debían salir de Bombay. En ese momento se encontraban en Beranés (Varanasi). "La familia del 'guest house' nos dejó pasar la noche allí, medio a escondidas: era la única habitación ocupada de las 20 que tenían. Entonces ya habían dicho que a los españoles no nos podían alojar durante al menos 15 días", recuerda.


Con el país ya en toque de queda de 9 a 21 horas, con cines, centros comerciales y monumentos cerrados antes del confinamiento total, Carlos y su pareja notaban las miradas de quienes temen al diferente. "A los españoles ya nos veían allí como los infectados, los del coronavirus", dice. 


Afortunadamente su historia ha tenido un desenlace agradable aunque el almeriense recuerda que aún son muchos los españoles que siguen en la India sin poder volver a sus hogares.




Verónica Llano: "Me dicen que puedo salir de Buenos Aires pero que mi hijo tiene que quedarse"

Residente en San Isidro, Verónica Llano voló hasta su Argentina natal el 9 de marzo. Iba a pasar unas vacaciones junto a su hijo, que se desplazó desde Roma donde está de Erasmus. "Nada más llegar nos pusieron en cuarentena. Y a los pocos días comenzaron a cerrar las cosas", explica.


Los vuelos de regreso que tanto ella como su hijo tenían para regresar a sus lugares de residencia fueron cancelados. "El consulado me dijo que no podían hacer nada. Han estado en contacto conmigo y me han llegado a ofrecer un pasaje por 900 euros en caso de que se lograran plazas suficientes en un vuelo aunque no tengo ese dinero. Me dijeron entonces que me fuera a Brasil o Chile y comprara un vuelo para España pero no fue posible porque cerraron las fronteras", dice.


Además, se lamenta de que el consulado no le ha dado solución a la situación de su hijo. "Me ofrecieron un vuelo el pasado domingo por tener el billete con Iberia pero a mí sola: a mí hijo no porque él voló con Alitalia. Y no me voy a ir de aquí sin él".


De momento, la situación de Verónica, hospedada en casa de familiares, no se ha resuelto. En San Isidro la esperan el resto de sus hijos. Además, según le han explicado, si lograra regresar a España debería pasar otra cuarentena en Barajas, a pesar de haberla hecho en Argentina y de encontrarse asintomática.




Andrea Lorena Acosta: "Hemos tenido suerte pero otros españoles han estado tirados en aeropuertos de Italia"

Por las venas de Andrea Acosta corre sangre argentina e italiana. Vecina del almeriense barrio de El Zapillo desde hace años, el pasado 3 de marzo viajó "por motivos personales" junto a su marido a Italia. "Vinimos a Sant Arsenio, un pueblecito como de la Alpujarra [en la provincia de Salerno, al sur del país]. Estábamos en casa de unos amigos. Al principio hacíamos vida tranquila, normal, sabían que allí había dos españoles y no pasaba nada. Pero a los dos o tres días, todo se disparó. Y mucha gente de Milán, en lo que el principio fue la zona roja, se fueron allí". 


En este tiempo, el matrimonio ha pasado la cuarentena en el domicilio de sus amigos. "Había Carabineri en la puerta de los supermercados, te pedían el DNI por el pueblo, te tomaban la temperatura, todo le mundo con mascarillas y guantes... Después pusieron toque de queda y a partir de las seis no se podía salir. En un pueblo cercano hubo un caso de coronavirus y aquí llegaron denuncias solo por dar una caminata por el campo".


Cuenta que el cónsul ha sabido en todo momento dónde estaban y que su situación no era tan dramática como de otros españoles. "Estaban en aeropuertos, con niños, sin dinero, sin nada como qué limpiarse. Sé que no teníamos prioridad aunque tuve una crisis de ansiedad: mis suegros están en Almería y aunque mi hijo, legionario, está pendiente de ellos, estamos muy lejos".


El matrimonio iba a regresar a Almería el 12 de marzo pero su vuelo también fue cancelado y Alitalia no les dio respuesta para el futuro. Cuando LA VOZ habló con Andrea se aferraba a la esperanza de que su caso estuviera resuelto este miércoles 25, cuando el cónsul les dijo que intentaría que salieran por vía terrestre o marítima. Y así ha sido: el consulado español, a través de correo electrónico, les ofreció coger un barco en el puerto de Civitavecchia, a unos 80 kilómetros de Roma, con destino Barcelona, en la noche del martes 24. "Un barco fletado solo para españoles, como otro extraordinario que habrá el viernes 27", relata a este diario horas antes de emprender el viaje de regreso. "No tiene previsto que haya vuelos después de este 25, los militares ya están en la calle, con muchos controles, te piden la documentación cada vez que cambiamos de tren", narra mientras se desplazaba el martes junto a otros españoles de Nápoles a Roma en tren, para ahí desplazarse, también por ferrocarril, desde la estación Termini hasta Civitavecchia. 


Si todo ha ido bien, Andrea y su marido estarán llegando a Almería este jueves 26 a mediodía, tras haber pasado la noche en el aeropuerto de El Prat de Barcelona.




Silvia Elisa Barón: "En Argentina no quieren saber nada de italianos ni españoles"

Vecina de Almería capital, Silvia Elisa Barón viajó el 28 de febrero, Día de Andalucía, hasta Argentina, su país de origen, para pasar unas vacaciones con su hijo y sus nietas. "Trabajo en una clínica, así que viajé con mis guantes, mi mascarilla: era la única. Se lo dije a uno de los chicos que me atendió en el aeropuerto y me dijo que aquí, en Unión Europea, no había problema", recuerda.


En Argentina ha visto cómo la situación se ha enrarecido y complicado en los últimos días. "Aquí no quieren saber nada de italianos ni de españoles y te lo digo yo, que soy Argentina. Me han llegado a denunciar sabiendo que he venido de España porque me vieron pasear con mi madre. Y eso que llegué antes de que empezara todo y guardé la cuarentena de forma voluntaria", señala.


Silvia, que ha estado dos años ahorrando para reunirse con su familia, tenía el vuelo de regreso para el domingo 29 de marzo pero el sábado 14 recibió un correo de la compañía indicándole que el vuelo se había cancelado. "En este tiempo, la embajada me ofreció un vuelo de un día para otro pero no para llevarme hasta Almería sino hasta Madrid. Y no me dio tiempo. Ahora la situación empieza a aclararse aunque cuando regrese a España voy a volver que tener que hacer un montón de papeleos", dice.


Sabe que todo va a encaminado a solucionarse aunque cuando regrese a España tendrá que estar un tiempo aislada y sin poder ver a su hija, que la espera en Almería.




Patricia López, Celia Galdeano y María Hernández : "Nos hemos ido de Ecuador con un sabor agridulce"

Patricia, Celia y María son tres enfermeras almerienses que forman parte del grupo de 45 sanitarios españoles que quedaron atrapados en Ecuador después de que el miércoles 18 se impidiera a un avión de Iberia, que debía recogerlos para traerlos de vuelta, tomar tierra en el aeropuerto de Guayaquil. Por suerte, este pasado lunes 23 de marzo pudieron regresar a Madrid.


LA VOZ habló el pasado sábado con María, quien narraba así la odisea para llegar hasta Quito. "Acabamos de coger una furgoneta de Ronny, un señor al que encontramos por internet y que fue el único que se ofreció para llevarnos desde Olon, donde estábamos, hasta Quito. Estamos bien, con ánimo y esperanza: permanecemos juntas lo que es, sin duda, nuestra mayor tranquilidad y seguridad", decía. 


Las enfermeras llegaron a Ecuador para trabajar como voluntarias. "Nos vamos con un sabor agridulce, pues nos quedamos a medias de dar toda nuestra ayuda, tanto en promoción de la salud y prevención de la enfermedad, como en la atención y ayuda en medicación y material para todas las familias y personas con más bajos recursos. Pero pudimos hacerlo durante tres semanas en zonas rurales y muy marginales, donde los vecinos nos acogieron como si fuésemos de la propia familia".


La solidaridad ha sido fundamental para que la aventura de estas tres almerienses, que decidieron hace meses "realizar juntas esta humilde labor", haya llegado a buen puerto. "De Olón, nuestro último lugar de refugio, solo tenemos palabras buenos, de agradecimiento, como esa familia que nos acogió en su hostal sin importarle que fuéramos españolas. O Nacho, quien nos ayudó cuando viajábamos huyendo de Quevedo. Llegamos para una semana de campaña que se canceló al día siguiente y en el hotel no nos quisieron hospedar. La ciudad era peligrosa, las fronteras entre provincias se cerraron y nadie nos daba solución de qué hacer y de dónde dormir. Gracias a Nacho, un señor, Holgel, no sacó esa misma noche de Quevedo y nos llevó hasta Olón", detalla.


Ahora, gracias a un autobús que fletó la Diputación, las tres enfermeras pasan la cuarentena en Almería pensando en cuándo podrán volver al trabajo y a volcarse con los demás.




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