“La independencia de Cataluña tendría un efecto catastrófico en su economía”

Donato Fernández ha centrado su actividad docente e investigadora en la Unión Europea

Donato Fernández posa en la playa.
Donato Fernández posa en la playa. La Voz
Marta Rodríguez
07:00 • 29 dic. 2019

Natural de una pequeña aldea del norte de la provincia, en Albox, Donato Fernández ha centrado su actividad  docente e investigadora en la Unión Europea (UE), de la que es un firme defensor. Catedrático de Economía, estudió gracias a becas. Siempre que puede vuelve a sus raíces para convertirse en agricultor a tiempo parcial






¿Cómo afectará el Brexit a Almería?



Los británicos que ya están aquí probablemente lo sufrirán poco y de alguna forma preservarán su estatus; el problema lo tendrán los que tuvieran previsto venir, que sí se verán muy afectados, al menos por unos años. De hecho, las empresas inmobiliarias ya están enfocando su oferta de viviendas a otros países de la Unión.



¿Y al campo almeriense?



A corto plazo, bastante. En particular en el rubro más importante de exportación: las hortalizas. El Reino Unido es el segundo mercado internacional de Almería para esos productos. Más de 180 empresas los comercializan allí y por un valor que se sitúa en torno a los 300 millones de euros al año. El efecto dependerá del acuerdo comercial que se negocie entre la Unión y el Reino Unido, que se conocerá a final de 2020. Aunque al inicio será duro, se espera que el impacto final no sea muy significativo, ya que las redes comerciales son amplias y sólidas.



Hay quien encuentra similitudes entre el Brexit y el independentismo catalán, ¿está entre ellos? 



Los dos procesos son hijos de la crisis de 2008; los dos forman parte de una corriente populista de tipo fascistoide encabezada por líderes políticos sin escrúpulos; los dos son supremacistas: el Reino Unido añora un imperio que ya no volverá y Cataluña, pasar de gobernar económicamente a España, como hizo desde inicios del siglo XIX hasta el ingreso en la UE, a convertirse en una región en regresión progresiva; los dos se fundamentan en el principio victimista: la Unión y España nos roba. Pero los dos fracasarán porque sus ambiciones son desmedidas (e incontroladas).


¿Cómo repercutiría la independencia de Cataluña en la economía española? 

Saldría muy perjudicada. Su dimensión física se reduciría en un 6,34% en territorio; y con datos de 2018, lo haría en un 16,2% en población y en un 19,0% en PIB. Tal vez el ritmo de crecimiento no se viese muy afectado, pero indudablemente se ralentizaría dado el dinamismo histórico que siempre ha supuesto Cataluña para la economía española. También habría que modificar la infraestructura de comunicaciones terrestre que conecta a España con Europa por dicha región.


¿Y la de Cataluña? 

El efecto sería sencillamente catastrófico, y no solo en el corto plazo. En lo político, nacería como un Estado fallido porque, por bastantes años, no sería reconocida; sería automáticamente expulsada de la UE y de su moneda. En lo económico, nacería como un Estado quebrado debido a su elevado endeudamiento, por lo que sería automáticamente excluida de la financiación internacional y sin posibilidades de ser rescatado por ningún organismo internacional. Y su PIB caería entre el 20 y 25% debido al efecto frontera.


¿Cuál es el futuro de la Unión Europea?

No se puede ser excesivamente optimista y, a pesar de todo, lo sigo siendo. Por su éxito histórico, tiene enemigos: Rusia, por haber perdido el control de los Estados del Este europeo y EEUU, que no ve con buenos ojos la unión económica y monetaria por considerar que le perjudica. 

Hay que apostar por hacer frente a sus retos: concluir el Brexit de la mejor manera, liderar el cambio climático, encauzar los movimientos migratorios, concluir la unión económica, incorporar a los países balcánicos que faltan y hacer la integración política. 


¿Cómo recuerda la Almería en la que creció?

Retengo en mi memoria la inmigración constante y penalidades por doquier. Y lo que jugábamos los niños.


¿Y la llegada a Madrid?

Con alegría. Estudiaba en Málaga y, de la mano del profesor Ramón Tamames, hice el traslado de expediente a la Complutense de Madrid, donde finalicé la carrera. A continuación, el doctorado en la Autónoma, donde he desa­rrollado mi actividad docente e investigadora. 


¿Se considera un privilegiado por haber accedido a la educación?

Los jóvenes de mi generación, máxime los de un entorno rural, solo podían aspirar a escribir y leer no sin dificultades y a aprender las cuatro reglas de la aritmética. Unos pocos, a estudiar el bachillerato en un seminario o, como fue mi caso, en un instituto laboral. El resto vino gracias a ser becario desde los inicios de bachillerato hasta finalizar la carrera.


¿Qué significa para usted volver a su tierra?

Volver a mis raíces; a convertirme por un tiempo en agricultor. Percibo los muchos cambios que se han producido en el paisaje y el paisanaje: que hay electricidad y agua corriente en los hogares, que las pequeñas huertas de riego que en el pasado se destinaban a trigo hoy están llenas de olivos y almendros. Que las viviendas de mis vecinos, que siempre tenían la puerta abierta, hoy las ocupan ingleses que lo vallan todo, saludan de compromiso y ponen buzones de correos en los laterales de la carretera. Que ya no hay niños chillando y jugando en la calle. Que todo es muy diferente.


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