Desde el puerto: relatos de una vida de pesca, mar y flamenco

La cercanía de Pescadería y La Chanca al puerto definió su evaporado origen pesquero

La Alcazaba cobija a estas barriadas de pescadores situadas frente al puerto.
La Alcazaba cobija a estas barriadas de pescadores situadas frente al puerto. Cristina Da Silva
Cristina Da Silva
21:43 • 29 abr. 2018

Un lienzo de casas blancas y ocre gobernadas por la Alcazaba ofrece una cálida bienvenida a quien se adentra en Almería por la costa. Conforme el explorador avanza en la senda que recorta la montaña sobre el mar, descubre una de las joyas de la ciudad: el puerto. 



En torno a él crecieron Pescadería y La Chanca, barrios de sustento marinero. Sal, redes y artes de pesca eran los componentes de una vida sencilla, aderezada eventualmente con una cerveza y su correspondiente ‘tapica de pescao’. La Barraquilla y El Puente de Hierro, bares conocidos aunque desaparecidos, a menudo servían de escenario a tal propósito. 



“La gente paseaba por el interior del puerto, hasta llegar a esos bares”, comenta el farmacéutico Blas, señalando hacia una oficina del ferry, donde se ubicaba el primero. La limitación del acceso al puerto y la separación entre sus áreas comercial y pesquera redujeron el flujo de viandantes



La Casa del Mar



El cierre de la Casa del Mar en 2009 tampoco ayudó. Se transfirieron sus competencias a otros locales, sitos en el parque Nicolás Salmerón, pero las cafeterías y comercios extrañan el trasiego diario que este centro hospitalario reconvertido en ambulatorio generaba. 



“Quizá unas trescientas personas más entre 15 y 20 trabajadores que tenía el edificio transitaban por aquí todos los días”, explica Blas.



La Casa del Mar se encargaba exactamente de lo que su nombre sugiere: dar cobijo a los habitantes marítimos. No en vano era el lugar en el que se realizaba el reconocimiento médico a los marineros. 



Hoy, la estructura de hierro que la ha sustentado durante décadas continúa desnuda tras varios meses de parón. La intención autonómica de derribar este esqueleto metálico para armar uno nuevo sigue sin materializarse. 


Las fiestas del Carmen

Es tradición que la Virgen del Carmen reciba ofrendas en torno al 16 de julio. Patrona de los pescadores, disfruta de las fiestas que muchos pueblos y barrios costeros celebran en su honor. Es el caso de Pescadería-La Chanca, pero también de otros lugares, como Aguadulce o El Alquián. 


Aunque en el pasado a la mencionada feria acudían personas de toda Almería y alrededores, hoy acontece más bien lo contrario: son los vecinos de estas barriadas quienes se trasladan a otros puertos que festejan el día del Carmen con mayor brío


Flamenco, boxeo y carreras de sacos, botes y patos amenizaban las jornadas en Pescadería y en La Chanca a mediados de julio. Los partidos de fútbol, a cargo del San Roque o el Valdivia añadían una nota deportiva al evento. 


Asimismo, era popular la cucaña, un juego consistente en avanzar por un largo palo engrasado y suspendido sobre el mar, para atrapar la bandera atada en el extremo opuesto. El que lograba acometer tal hazaña era obsequiado con un premio. 


La procesión de la virgen, a cargo de la hermandad que porta su nombre, la sacaba de la iglesia para conducirla hasta el muelle, donde embarcaba en un navío engalanado para la ocasión. 


Dos vecinas cuentan que a la figura la acompañaban a bordo miembros de la hermandad y un sacerdote que oficiaba un rezo por los difuntos de la mar. También se subían al barco familiares y amigos de su propietario. Este último los convidaba a bocadillos, pasteles y refrescos durante una travesía de ida y vuelta hacia el Cabo de Gata.


El cortejo continúa realizándose en la actualidad. Sin embargo, los habitantes de la zona señalan que si antes los dueños de las embarcaciones competían por transportar a la virgen, hoy la hermandad a duras penas consigue que alguna nave quiera conducir a la comitiva sobre las aguas.


La cofradía de los pescadores, ya extinta, era la encargada de organizar este breve crucero. “Las fiestas se celebraban con más ilusión que ahora porque había más dinero y más gente implicada. Hoy no tienen nada que ver con lo de antes”, recuerda una de las dos vecinas.


Declive pesquero

La actividad marítima de la zona ha ido decayendo con los años. “Un 90% de la gente del barrio se dedicaba a la pesca y ahora puede haber bajado como a un 20%”, detalla Eduardo, del bar Los Sobrinos


“Antes la gente del mar ganaba mucho más que ahora. Hoy por una caja de pescado nos pagan lo que cuesta un kilo en el supermercado. Hay que pillar mucha cantidad para ingresar algo. De cada 6.000 euros vendidos, al marinero sólo se le dan 100”. Así lo retratan los pescadores del puerto, quienes en “los tiempos grandes” vieron más de 3.000 embarcaciones salir al mar cada día. “Hoy no queda ni la tercera parte de esos barcos”, puntualiza uno de ellos.


En sus palabras, la pérdida del antiguo convenio pesquero entre Marruecos y España, en beneficio de un acuerdo entre Marruecos y Europa, derivó en perjuicio económico para un sector cuya situación también han agravado los grandes supermercados.


No son pocos los marineros que cambiaron la red por el ladrillo en la época dorada de la construcción, pero el estallido de la burbuja inmobiliaria los abandonó a condiciones aún más precarias.


La fábrica de hielo

Sin sueldo fijo y ante la presencia de una lonja que tachan de ineficiente, los pescadores desaprueban que la fábrica de hielo que hay en su interior no se utilice. “La construyeron, pero no previeron los fondos para mantenerla. Estuvo abierta tres meses y la cerraron. Ahora tenemos que comprar la nieve para el pescado fuera del puerto, en sacos que nos cuestan casi 3 euros, mientras que una barra grande allí nos valía 1 euro”.


Inmersos en un contexto escasamente halagüeño, estos marineros ya no desean que sus hijos sigan los mismos pasos que ellos. Parece que Pescadería y La Chanca van olvidando, poco a poco, su pasado pesquero. 



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