Ismael Diadié Haidara: "La miseria de África viene de su riqueza"

Preside la Fundación Fondo Kati, que contiene 12 mil manuscritos que conectan Mali con Al-Andalus

Escribió ’Diario de un bibliotecario de Tombuctú’, de Editorial Almuzara.
Escribió ’Diario de un bibliotecario de Tombuctú’, de Editorial Almuzara.
Alberto Gutiérrez
20:31 • 17 feb. 2018

Dices que no se puede concebir la historia de Mali sin Al-Andalus, ¿por qué?
Al-Andalus fue consumidor del oro africano de Mali, a nivel político había relaciones diplomáticas desde el siglo X y culturalmente desde los siglos XII y XIII estas relaciones pasaban por Almería, adonde venían, pues aquí se fabricaban, los epitafios de los reyes de Mali. En 1938 estos epitafios fueron descubiertos por los franceses y los dispersaron en museos. Hoy, una de mis luchas es recuperarlos y llevarlos a Gao, que fue la capital del imperio Songhaï.




Provienes de esta familia imperial...
Soy la figura representativa de una sociedad de notables formada por jefes de pueblos y alcaldes, todos descendientes de la familia real. La comunidad de los Kati somos 4949 personas, depositarios de 12714 manuscritos de la familia, tanto de la rama de la realeza como de la andalusí.




Cuéntanos la relación de Almería con Mali.
Almería es una de las ciudades que más relación constructiva y destructiva ha tenido con Mali.  El reino de los Songhaï, dirigido por los Askia (mi familia materna), fue destruido en 1591, conquistado para los reyes marroquíes por el almeriense Yuder Pachá, que fue su primer gobernador. Este fue cristiano islamizado, por eso le llamaban renegado. Lo raptaron de niño en Cuevas del Almanzora y junto a más cuevanos fue llevado a Marruecos, donde le convirtieron al Islam. Dos cuevanos, él y Amar Al-Fatah, fueron gobernadores de Tombuctú. Al-Fatah se casó con una familiar mía.




¿Cómo fue tu huida de Tombuctú cuando llegaron los yihadistas en 2012?
Teníamos a los islamistas a las puertas de la ciudad. Nosotros llevábamos 544 años de exilio en exilio. Recogí los manuscritos y los guardé en baúles. No tenía manera de sacarlos de Tombuctú, porque estaba cercada. En mi libro ‘Diario de un bibliotecario de Tombuctú’ cuento que los yihadistas conquistan la ciudad el 1 de abril. Pasaron cerca de la biblioteca. Me quedé una semana. Corría el rumor de que iban a venir a por mí. Había escrito el libro ‘Los judíos en Tombuctú’ y creé una asociación para salvaguardar el legado hebreo y fomentar el diálogo entre culturas. Por todo eso, era la persona menos indicada para quedarme en la ciudad. Conseguí, después de llamar a autoridades españolas, irme el día 8 de abril. Dejé dispersados los manuscritos. Me llevé a 55 mujeres y niños. Tuve que pasar barreras yihadistas hasta el río Níger, donde estaba el último control.  Un hombre encapuchado preguntó quién había traído a tanta gente. Al final me dijo que me fuera, porque decía que el relevo estaba a punto de llegar y posiblemente me fusilaría. Me salvó la vida. Así pude salvar a las demás personas. Nunca pensé que iba a vivir algocomo ‘La lista de Schindler’.




¿Europa está en deuda con África?
El Abate Pierre, que fundó la congregación Emaús para ayudar a los pobres, dijo que si Europa sigue saqueando África, ésta acabará invadiendo Europa. Siento dolor y vergüenza por los muertos en el Mediterráneo. Cada muerto es fruto de la política de gobernantes africanos mantenidos por Europa. El oro, uranio, gas, diamantes, el coltrán..., están manchados de sangre. La miseria de África viene de su riqueza.




Has vivido sequías como la del Sahel, que dejó un millón de muertos, has sido testigos de fusilamientos de rebeldes touaregs… Cuando uno ve todo eso, ¿cómo se prepara para vivir? 
Llevo cinco años de exilio. Sabes que en cualquier momento todo se puede desmoronar. No he tenido infancia ni adolescencia por tantos muertos, ni tampoco vida adulta, porque no he conseguido la paz. Vivo entre la angustia, la ansiedad y el permanente deseo de tranquilidad.




¿Lo estás encontrando aquí? 
Almería, como Granada y Toledo, es la tierra de mis antepasados. Y esa paz la estoy buscando aquí. No puedo volver a  Mali por su inseguridad.
 





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