El juguete estrella de la Navidad no es un juguete y está prohibido

La normativa sobre drones es difusa, pero impide volar sobre zonas pobladas, parques y playas

Aparato utilizado por una empresa de eléctrica para tomar imágenes aéreas de la red
Aparato utilizado por una empresa de eléctrica para tomar imágenes aéreas de la red
Javier Pajarón
20:52 • 06 ene. 2017

Un juguete arrasa en el mercado navideño. Tiene inquietos seguidores entre grandes y pequeños, mezcla los avances de la tecnología y la aventura de la exploración al aire libre y despliega un abanico de posibilidades casi irresistible. 
Los drones son un atractivo de altura. El mundo a vista de pájaro con apenas un mando a distancia o la pantalla táctil de un teléfono móvil.  La mala noticia es que no son juguetes y su uso está muy restringido por una normativa todavía en pañales, pero con capacidad para imponer duras sanciones económicas a sus propietarios.




La venta de drones se ha disparado en los últimos años y actualmente es fácil encontrar modelos ‘baratos’ con amplias capacidades de control y toma de imágenes. Sin embargo, las normas prohíben usos cotidianos como el vuelo en parques o playas.




En el año 2014, el Gobierno lanzó un decreto sobre “medidas urgentes para el crecimiento, la competitividad y la eficiencia”. Buscaba regular actividades profesionales con capacidad de crecimiento en tiempos de crisis. La norma incluía, por primera vez, una párrafo sobre la utilización de drones para usos profesionales (menos de 150 kilos).  




No obstante, el sector necesita una regulación específica que todavía no ha llegado. El Ejecutivo redactó un borrador de proyecto de ley, pero la norma todavía se encuentra en “cola para despegue” en los primeros meses del nuevo Gobierno del Partido Popular.




Mientras llega esta reforma legal, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) ha tomado el mando de las operaciones. Actualmente distingue entre las actividades profesionales (toma de imágenes con fines comerciales, agricultura, topografía, etc.) y los usos recreativos más comunes y extendidos.




Límites y seguridad
En este segundo ámbito, las limitaciones son claras. Los usuarios tienen prohibido volar en el entorno de aeropuertos, helipuertos y espacios similares. Tampoco está permitido pilotar en espacios cerrados como instalaciones deportivas o salas de conciertos, en lugares habitados, playas y parques.




Las posibilidades técnicas de los drones son grandes, incluso en aparatos de pequeño tamaño. Por eso, la AESA también prohíbe superar a los pilotos (ocio) los 120 metros de altura y obliga a tener las aeronaves siempre a la vista.




En Almería existen varios clubes de aeromodelismo con experiencia en el manejo de aviones no tripulados de pequeño tamaño (UAV, en el argot militar). En el entorno de la barriada de El Toyo, por ejemplo, hay una pista para aficionados orientada a las carreras de drones, una aplicación con cada vez más seguidores.


Formación
Además, el interés por los aparatos está en plena expansión y han surgido cursos y talleres para aprender el manejo con seguridad. El más completo es el máster inaugurado este curso por la Universidad de Almería. Es el primer curso de postgrado del país en ofertar una enseñanza integral.


Esto es, el máster cuenta con clases teóricas y prácticas sobre el control de drones y permite acceder a la acreditación para usos profesionales. El máster está dirigido por el profesor Fernando Carvajal y se orienta fundamentalmente a la tripulación de drones con una masa máxima al despegue inferior a 25 kilogramos. Para los ejercicios prácticos la UAL cuenta con la colaboración del Club Aéreo de Tabernas, habilitado para estas pruebas.



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