Polisémico,discutido y discutible 

Disculpen el feo gesto de la autocita, pero hace ya bastantes meses, cuando empezó a coserse el nombre de Pedro Sánchez en el ojal de la camisa blanca de la esperanza socialista, uno escribió que lo de este señor no era más que una versión recauchutada del ex presidente Zapatero, pero con los trajes más entallados. Y la verdad es que hasta los más proclives tendrán que reconocer que los méritos de Sánchez están más en el ámbito de la imagen que en el del pensamiento, porque aunque haya revolucionado el sector de la foto-con-guapito no podemos decir lo mismo de sus aportaciones al proyecto de una España de futuro. Y es que hay recordar que, aunque lo parezca, a lo que aspira el señor Sánchez no es al “Hombre del Año” de Cosmopolitan, sino a presidente de España. ¿Y qué es España para el señor Sánchez? Pues vaya usted a saber. Para el secretario general del PSOE, “nación” es un término “polisémico”, lo cual es un brillante ejemplo de cómo utilizar el diccionario como comodín del público ante una pregunta de la que no se tiene clara la respuesta. Heredero de aquel inolvidable “España es un concepto discutido y discutible” de su admirado Zapatero, Sánchez vuelve a situarse en el terreno de la indefinición para evitarse compromisos, etiquetas o lastres que en su cálculo puedan incomodar su carrera hacia la Moncloa. Lo malo es que no querer tener claro qué es la nación que aspira a gobernar refleja de modo desolador qué es lo que se puede esperar de quien, a pesar de no tener definido un concepto sobre España, no duda comparecer en mítines arropado por una bandera española del tamaño de un campo de tenis, dejando ojipláticos a todos los abanderados republicanos que colmatan los actos del PSOE. Y todo esto, perdónenme los partidarios, no es más que el reflejo de que Pedro Sánchez es, para el PSOE, un secretario general tan discutido… como discutible.