El Cascamorras almeriense

Más de cinco siglos después, exactamente 525 años, poco o nada han cambiado las actitudes y planteamientos de los feligreses y seguidores de las distintas advocaciones marianas de nuestro entorno geográfico. Hace 525 años que se originó la disputa de una talla de la Virgen que fue hallada a golpe de azada y de manera casual por Juan Pedernal, un campesino de Guadix, en un paraje en el que se asentó una antigua ermita mozárabe en Baza. El hallazgo dio pie a un conflicto entre las dos ciudades vecinas para dilucidar cuál de ellas se quedaba con la imagen. El litigio se resolvió en los tribunales que concedieron la custodia de la  Virgen de la Piedad a los bastetanos, aunque el pueblo accitano tenía derecho a disponer de la misma un día al año. La disputa se representa en ambas ciudades con la tradición del Cascamorras, una suerte de carrera y “apaleamiento” con pintura y aceite quemado declarada fiesta de interés turístico internacional. Salvadas las diferencias , el desencuentro que protagonizan los vecinos de Huebros y los de Níjar  a raíz de la negativa de los primeros a que la Virgen del Rosario fuese trasladada algunos días a la villa nijareña, y el boicot efectuado a la patrona huebrense por los feligreses de Níjar, incluido el párroco, con la inasistencia a la romería y la suspensión del encuentro entre las dos vírgenes titulares de la villa y el anejo,  nos ofrece, quinientos años después,  una disputa de imágenes similar a la que hizo nacer el Cascamorras. Es tradición secular de nuestra geografía los desencuentros y diferencias entre pueblos vecinos por la propiedad y posesión de tallas e imágenes como los casos de la Virgen de Monteagud o la del Saliente, entre otras. Puestos a disputar, el desencuentro entre huebrenses y nijareños podría resolverse con un Cascamorras almeriense. De esta guisa, la controversia de la Virgen del Rosario podría alcanzar fama internacional y sería motivo de orgullo para todos, en lugar de causa de enfado y desavenencias.