Menos luces que un farol apagado

Uno puede privarse de beberse una botellla de vino, pero qué se hace cuando no puedes comprar lo esencial

Ginés Parra
23:55 • 30 dic. 2013

Se anunciaba una subida de la luz, hablaban de un 2 % y ya parecía mucho, una nueva subida en tiempos de crisis, cuando la mayoría menos tienen y peor lo pasan, cuando tienen que pagar un bien necesario y urgente de forma obligatoria. Luego dicen que sería peor aun, subiría un 11%, pero hete aquí que “competencia suspende la subasta por supuesta manipulación”, ¿Quienes serán esos de la competencia, que intervienen, no se sabe por que, cuando y en que?. Y por último parece ser que subirá  en Enero un 2,3%, este es nuestro “regalo de Reyes” en forma de terrorismo energético. 


Lo curioso es, que parece que  que esto no lo puede controlar nadie, el Gobierno asiste impasible como mero espectador a lo que sucede delante de él con los españoles. ¿Como se calentará una familia de 4 ó 5 miembros este invierno, si cobran 426 €?. 


Da toda la impresión de que vivimos en un país donde manda cualquiera, las eléctricas suben y pone los precios que quiere, Europa impone que debemos hacer en materia de trabajo de sueldos, de derechos, la banca se sanea a costa nuestra y sigue indicando por donde debemos ir. Los sueldos bajan, para los que tienen y otros ni cobran. Sube la luz, el agua en nuestro ayuntamiento, la bombona de butano vale mas que pesa, las medicinas suben y cada vez son mas las que hay que pagar, el precio de la gasolina impide que puedes llenar el tanque y lo dejes aparcado por días, llenar un carro de compra cuesta mas dinero. Y en este país llamado España, muere gente de hambre y frío, este país moderno, que quería entrar entre los 8 grandes, este país que pertenece a la gran Europa, este país que es el sueño dorado de muchos pobres y el paraíso fiscal de unos pocos ricos, se ha convertido en un país de extremos; de un grupo de poderosos y de unos muchos abajo con muy poco o con casi nada. Un país como como algunos de África y como eran y son algunos de América, con una gran diferencia entre ricos y pobres  y sin clase media.




Uno puede privarse de beberse una botella de vino, de salir de cañas, de ir de viaje,.. pero que se hace cuando no puedes comprar lo esencial, leche, legumbres, patatas o huevos. Qué hacer cuando no puedes pagar la luz o el agua. Como puedes calentar la comida, lavarte con agua caliente o poner un simple radiador o no puedes fregar los platos. Esto pasa en España, en nuestros barrios de Almería. Personas que viven en sus casas o casa alquiladas sin agua y sin luz o sin alguna de las dos cosas.  Familias que cuando llegan la noche se agrupan en una sola habitación a la luz de velas y abrigados juntos con una misma manta. Esto, aunque a los de arriba les puede parecer inverosímil, sucede en nuestra ciudad, es esta ciudad europea del primer mundo. Mientras algunas necesitan mucha energía en Kw/h para calentar su enorme casa otros vuelven a utilizar braseros como lo hacían nuestras bisabuelas, y se alumbran con lamparas de aceite como también lo hacían ellas. Estas faltan generan enfermedades tanto físicas como psíquicas y muertes, que pregunten a los médicos de cabecera, cuales son las nuevas causas de las enfermedades actuales. Que pregunten en Cáritas y otras ONGs, quienes son los nuevos “consumidores-usuarios”, quienes son los que van a escondidas a deshoras para que sus vecinos no los vean humillados. Todos estos que antes eran unos pocos, cada vez son mas y antes solo podían ser inmigrantes, hoy, ademas, son españoles y son vecinos, familia, los conocemos y tienen cara nombres y apellidos y afecta a todas las edades.    Hoy muchas de estas personas sienten culpa, tienen mucho miedo y van generando una rabia interior que algún día puede ser canalizada y resultar muy peligrosa, porque lo mismo que a la inmigración no se le puede poner puertas, al  hambre y al frio tampoco. Porque hay gente que no tiene luz por desgracia, pero otros, los de arriba, “tienen menos luz que un farol apagao” y llegado a estas situaciones deben pensar que, “la paciencia tiene un limite” , ambas coas me las enseño mi madre.






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