Cumbayá, Reverendo Sánchez

Entonó un sorprendente “El perdón tiene un efecto sanador”

Europa Press
José Fernández
10:02 • 17 may. 2024

El único pase que tiene la cursilería es la utilidad poética de la sobrecarga lírica. Los nenúfares de Rubén Darío y los alcázares del paisano Villaespesa estaban bien para derramar almíbares sobre los veladores de los cafés de cuando antes, pero poco más. Lo intolerable es que a estas alturas alguien pretenda engañarte disfrazando una trola de sonora pretenciosidad. La otra mañana el autor de “Soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer”, tomó su arpa de salmista y entonó un sorprendente “El perdón tiene un efecto sanador”, que sabía uno bien si el que tan melifluamente hablaba era un psicópata del poder o el reverendo de una secta candomblé ante una congregación de chupiteros de arsénico. Ya verán si la sanación en Cataluña no será ver a los independentistas consiguiendo de la mano de Sánchez lo mismo que pretendían con el golpe. Nadie en la historia reciente ha demostrado mayor capacidad que la de Pedro Sánchez para vulnerar los límites éticos y estéticos marcados por los usos democráticos. Hablar a sus votantes en términos de “efectos sanadores” y de “perdón”, en lugar de “conseguir mantenerme en el poder a costa de vulnerar la igualdad de todos los españoles y la separación de poderes”, es reírse fuerte de sus propios votantes. Y lo hace, además, después de haberles faltado al respeto fingiendo aparatosamente una inexistente quiebra emocional en la que llegó a usar a su mujer y hasta al propio Rey. ¿Qué será lo próximo? Apunto dos escenarios que ahora parecen imposibles, pero recuerden que estamos hablando del Gran Caimán de la Superchería Lisérgica. Por lo tanto, no descarten que en el futuro Sánchez proponga sustituir el concepto “Ejecutiva Federal” por “Constelación Familiar” y que los Consejos de Ministros acaben con sesiones de imposición de manos. ¿Se ríen? Recuerden ese pie de foto -real- del Presidente a bordo del Falcon: “Las manos de Sánchez demuestran la determinación del Gobierno”. Pues eso: cumbayá, reverendo.










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