Rafael, Victoria y Pedro

El calendario de la actualidad ha colocado a Pedro Sanchez junto a Rafa Nadal y Victoria Prego. Las comparaciones no son en este caso odiosas. Con su derrota en el Madrid Open, el mejor deportista español de la historia ha iniciado una inevitable cuenta atrás para su adiós definitivo. La aceptación de la verdad del tiempo marcada en su cuerpo contrasta con la mentira continua de nuestro presidente del Gobierno. Su carta-trampa ha sido una innoble artimaña con la que ha fanatizado a sus seguidores. También ha sido su emotivo ‘incendio del Reichtag’ para intentar controlar hasta el último juez de este país e imponer un límite a la libertad del periodismo. Sánchez ha jugado fríamente con las emociones de sus seguidores para cerrar filas ante lo que viene porque sabe que los sentimientos no piensan ni razonan.

Luego está Victoria Prego, notable periodista de TVE que nos legó una joya tan valiosa como Las Meninas con su documental La Transición. En él se refleja que la instauración de la democracia desde 1975 a 1978 no fue fácil, que los extremismos a izquierda y derecha la pusieron en peligro; pero gracias a unos sensatos políticos respaldados por una sociedad que despertaba, pudieron sacarla adelante. Todo tan distinto a hoy.  Como un malvado Zelig de la política, Sánchez se ha mimetizado en los extremos en los que se ha apoyado para gobernar, enemigos de aquella Transición. El PSOE es ya Podemos; es también el independentismo. Se queja Sánchez de haber sufrido ‘lawfare’, pero antes lo había pactado con Puigdemont a través de su fontanero Cerdá. Su peligroso discurso ‘guerracivilista’ reduce a “fango” a todo aquel que lo critique, desde jueces a periodistas como la gran Victoria Prego. Que en paz descanse.